Redacción: Javier Baquero – Jaba – Astauros

Bogotá – Colombia.
En estos momentos en que existen contradictorios e inexplicables
embates en contra de la fiesta brava, hay que decir que los taurinos
actuamos en un marco idéntico a la estética de de nuestros gustos. Los
toros no son solo las dos horas de la lidia, son arte, cultura, pintura
y por su puesto la escultura.

Y
al hablar de escultura en Colombia, tenemos que referirnos al maestro
Juan Torres Posada, un bogotano que ha dejado de lado su carrera de
administración pecuaria para sumirse en su taller hace más de 20 años
para esculpir con sus propias manos obras de arte en las que golpe a
golpe, detalle a detalle, impregna su amor por el maravilloso mundo de
los toros.

Torres es autodidacta en su oficio y se apoya para
ello en sus importantes conocimientos de la anatomía humana, equina y
vacuna, bases que son pasmadas en esculturas inherentes a estos tres
temas. Figuras de desnudos que traspasan lo erótico para convertirse
reflejos del sentimiento y el deseo humano. Fuertes y robustos caballos
que muestras la fuerza y el poderío de su género, al lado de detallados
y refinados detalles que muestran el trapío de toros en el campo, en la
plaza o simplemente en el imaginario espacio conforman ya una larga
historia de escultura mágica. Sus inicios se dan como reflejo a la
tendencia italiana de Antonio Canova, es decir figurativa y neoclásica,
lo que se representa en fidelidad de sus obras. Una segunda etapa del
trabajo artístico se enmarca en un concepto postmoderno abanderado por
el inglés Henry Moore.

En
los más de veinte años de trabajo el escultor no solo a experimentado
técnicas, sino que ha descubierto lo que se ha dado en llamar la
«piedra elaborada», materia prima que se ha convertido en su cómplice
para elaborar piezas únicas e irrepetibles, con la dureza de contenido
y la suavidad del detalle trazado por el escultor.

Aunque trabaje
esculpiendo caballos y cuerpos humanos, creo que no equivocarme, sus
mayores logros y alegrías están al culminar trabajos inherentes a lo
que es su máxima pasión, los toros.

Torres Posada es autor de
múltiples obras convertidas en trofeos que han sido concedidos a
hombres que tarde tras tarde visten de oro o de plata. Mejor, estocada,
mejor toro o encierro, una buena vara, el toro en la dehesa, la fuerza
del trapío o incluso los bustos de Pepe Cáceres y César Rincón han sido
el producto de la certeza con que el colombiano plasma su arte en una
piedra o un bronce.

La
transición de la idea, pasando por la plastilina, el fundido de moldes
en silicona y el vaciado de un bronce en algunos casos, al igual que la
elaboración de la piedra para posteriormente «desboronar» los sobrantes
y delinear sus ideas conforman procesos que se hacen arte en las manos
del emblemático artista capitalino. Su trabajo es cotidiano y arduo,
llegando a ocupar casi 18 horas por día.

Algo que es muy
importante destacar es que la mente del artista esta tan conectada con
sus otros sentidos que la gran mayoría de sus obras han iniciado y
terminado sin bocetos o modelos, es decir de la vista a la mente,
llegando al corazón y terminando en las manos con figuras que reflejan
exactitud y pasión por la fiesta brava, el ser humano y los caballos.

Y
sin embargo, existen unos «barbaros» que dicen que los toros no son
sino muerte y maltrato. Qué bueno sería que ellos pudiesen ver que el
bello arte de los toros inspira a un hombre como el maestro como Juan
Torres Posada para trasformar materias amorfas y esculturas llenas de
vida, la vida, que no es otra cosa que el sentimiento del hombre hecho
belleza y estética.

Durante este mes, taurinos y no taurinos,
podremos acudir al hotel Casa Dann Carlton en la ciudad de Bogotá –
(calle 94 Nº 19-71), para poder deleitarnos viendo e incluso
adquiriendo obras del Maestro Torres.