Medellín – Colombia.
Llegamos a la primera corrida de la Feria Taurina de la Macarena y
aunque el resultado pudo ser mejor en cuánto a orejas el público se
divirtió y se vivió un buen espectáculo.

Medellín – Colombia.
Llegamos a la primera corrida de la Feria Taurina de la Macarena y
aunque el resultado pudo ser mejor en cuánto a orejas el público se
divirtió y se vivió un buen espectáculo.

Vimos medio aforo cómodo en los tendidos, lo que representa una mejor entrada que muchas del año anterior.

Se
corrieron astados de la dehesa de Ernesto Gutiérrez, luego de 10 años
de ausencia en esta plaza, justos de presentación, variados en su
comportamiento, varios con toreabilidad, sacando de esta denominación a
los lidiados en tercero y sexto lugar, pues fueron los garbanzos negros
de la tarde.

La
terna la conformaron Víctor Puerto que regresaba a vestirse de luces
luego de tres años de inactividad, Julián López – El Juli, que hacía
dos años no venía a Medellín y el colombiano Luis Bolívar de recordadas
actuaciones en el coso antioqueño.

El español Víctor Puerto
salto a la arena rejuvenecido, con muchos kilos por debajo de su última
visita, deseoso y radiante por su reaparición. En su primero y en su
segundo destacó el torero a la verónica, fuerte por siempre de este
torero. Con la muleta, en el primero templó, imprimió suavidad a las
tandas y ligó una buena faena. En el cuarto de la tarde frente a un
toro tardo pero con calidad en la embestida saco provecho de sus
conocimientos dejando la muleta muy en la cara y engañando al de
Gutiérrez logrando tandas cortas pero bien fundamentadas. En el que
abrió plaza la espada le ayudo y cortó una justa orejas, mientras que
en su segundo la misma espada tomo un camino bajo en primera instancia
y rasgo el cuero del cornupeta, descartando así los trofeos que tenia
ganados. Una segunda entrada a matar ayudo para despachar al oponente.

Julián López – El Juli.
Gusto nuevamente en la Capital Antioqueña. Con el capote en su primero
fue poco lo que pudo hacer por lo distraído de su oponente. Con la
muleta construyó una faena de mucha inteligencia, donde exprimió lo que
el negro toro traía en la cabeza. Faena ligada, en el centro del ruedo,
sin solución de continuidad y sin dar espacio para huir al toro fue
haciendo que este se le entregara al punto de embeberlo en su engaño y
templando muletazos de importancia. Siete naturales y dos más
invertidos dejaron mucho en la retina de los aficionados y la lente de
los fotógrafos. Con la espada pincho y luego con el verduguillo tampoco
hubo suerte, llevando con los fallos las orejas ya cortadas.

En
el quinto de la tarde las verónicas del inició dejaban presagiar una
buena faena. Luego de la pica chicuelinas y tafalleras ratificaban lo
anunciado. Ya con la muleta El Juli llevó rápidamente a su astado al
centro del ruedo para endilgarle muletazos de mucha calidad y técnica,
donde la preparación de cada muletazo, la ejecución y su nueva
ubicación frente a la cara del toro fueron fundamentales para la
ligazón de las tandas. Con el acero en primera instancia no estuvo
acertado, pincho sin soltar y en una segunda comparecencia envaso el
acero hasta la gamuza. Dos orejas fueron concedidas, aunque creo que
una era el premio justo a labor del torero español.

La cuota nacional la cumplía Luis Bolívar,
que tuvo que bailar con la más fea o mejor con los más deslucidos,
distraídos, sueltos y en fin los menos potables del encierro. De Luis
hay que decir que en sus dos toros la capa brillo por las ganas de
agradar y por el temple que imprimió a los lances. Con la muleta en el
primero saco algo de partido al que poco brindaba garantías y el sexto
cuando los deseos se encontraron con un mulo que no permitía el
lucimiento y si por el contrario prefería estar en el callejón, lugar
de donde no retiro su mirada, la cosa se torno aburrida y desagradable,
sobre todo para el torero que puso todo de sí para encontrar el paso
justo o ajustado a un astado con poco recorrido, bronco en la embestida
y con muchos defectos adicionales. Hoy no fue el día de Luis en cuanto
a los trofeos, pero sí un día en el que hay que reconocerle sus deseos
y la buena técnica y preparación que tiene.