Medellín – Colombia. En tarde de mucha expectativa por lo rematado del
cartel asistimos a una corrida en la que dos figuras y un colombiano
luchador realizaron el paseíllo en el coso de la ciudad de Medellín
Primer toro Accionista con número 176, con 480 kilos para Enrique Ponce. Toro que embistió bien a la capa que con suavidad le mostraba el maestro de Chiva, España. Los quites no fueron mayor cosa por las condiciones de la embestida. Situación que prosiguió en la muleta, donde miraba e iba a media altura mirando al torero. La muleta le fue mostrada por Ponce sin obligarle para poder logar que perdiera lo probón y se entregara, cosa que no se consiguió pese al esfuerzo. Con la muleta en la izquierda también mostró dificultades y falta de clase. Ponce quiso y no se pudo, tomó el acero y fallo en primera instancia y en una nueva comparecencia lo despacho. Pitos al toro y silencio para Ponce.
Con el cuarto toro de nombre Altanero, con número 209 y con 460 kilos de peso, Ponce encontró en principio un toro de mejores hechuras pero con el defecto de echar las manos por delante al momento de seguir el capote. Con la muleta las cosas no marcharon bien, por la falta de recorrido aunque había fijeza. Las embestidas eran cortas y el cornúpeta se revolvía en un palmo de terreno. Con la mano izquierda hubo más poder que lucimiento del astado, Ponce descubrió el pitón que tenía potabilidad. Los naturales fueron largos y profundos. En dos partes se dividió la faena, una mala con la mano derecha y una segunda muy buena con el pitón surdo. La faena tuvo fondo y hondura, los claves cayeron al ruedo en medio de las ejecutorias. La muleta en cartucho de pescado cito en tres ocasiones la embestida del toro y el temple mostró el camino. El acero revotó en su primer encuentro, la segunda entrada, baja y desprendida. Si el palco se tardo el público no que tapizo el ruedo de claveles. Una oreja como premio justo. Una faena que bien había podido valer las dos orejas por la perfección de lo realizado por naturales se malogró por culpa de una divisa que se atravesó en el camino de un acero que quería reventar al toro.
Segundo toro de nombre Diamantico, con número 215 y con 450 kilos correspondió al francés Sebastián Castella, de inicio fue suelto y luego acudió al capote del ibérico para meter la cabeza ligeramente baja. Peleó de forma irregular en el caballo mostrando poca emotividad en sus embestidas. Con la muleta en el centro con disposición y de una buena vez buscando descifrar los planteamientos del negro toro. La muleta consintió a media altura los andares. Castella estuvo firme e inteligente. Con la mano izquierda también templó la embestida. La faena fue muy inteligente, dándole espacio al toro y perdiéndole los pasos para no dejarse atropellar. Con el acero firmó lo hecho con la muleta, en un espadazo al volapié. Paso a utilizar el descabello con el que falló en primera instancia. Luego acabo con la vida del burel y escuchó las palmas del respetable desde el tercio.
Salto el Quinto toro de nombre Aliñado, con número 181 y con 450 kilos de peso y luego del triunfo de Ponce Castella quería igualar la entrega del público y salió a por todas. Con el capote llevó al toro al centro con suavidad. El toro se recostó cuando le colocaron la pica y en los lances mostró estar justo en el castigo. Chicuelinas de manos bajas y dos revoleras prendieron la emoción. Con la muleta y en todo el centro del ruedo una pedrecina dejo vibrar las lentejuelas del traje malva del francés. Un hubo probaturas, de una en redondo. Ambas manos plantearon faena y el toro persiguió con fiereza y trasmisión a granel. Por momentos Castella parecía estar clavado en el ruedo y solo se movían los engaños que en sus manos creaban pinceladas de arte. En redondo marco curcos de emoción. Con el acero rubrico lo hecho en toda la faena. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro fue el balance final.
Tercer toro de nombre Engreído, con número 204 y con 465 kilos de peso, correspondió al colombiano Cristóbal Pardo que saludo por verónicas muy bien intencionadas frente a un astado flojo de remos delanteros. Luego de la pica los lances fueron suaves pero acrecentó la flojedad. No colocó banderillas y con la muleta no brindo. Doblones suaves y largos ayudaron a llevar al astado al centro. Con mucho temple y con una pañosa llevada con suavidad construyó tandas de unipases de gran merito. La flojedad no fue ápice para plantear técnica aunque faltara la emoción, circunstancia que se repitió por los dos pitones. Con la espada no contó con suerte por la colocación pero si por la efectividad que fue ayudada por la flojera del astado. El toro fue pitado en el arrastre y Pardo quedó silenciado.
El que cerró la tarde, sexto toro de nombre Dibujante, con número 179 y con 455 kilos de peso, Cristóbal pardo salto con ganas de no dejarse ganar la pelea. Un larga cambiada y varias verónicas con emoción dejaron ver lo que el nacional quería, el triunfo. Luego de las varas, dos, por navarras probo la embestida. Las banderillas a la mano del caldense y la música en el palco lato. Tres buenos pares y el galleo de hombría. Los pares de emocionantes a más y el tercero a la Calafia izo que el público se pusiera de pie al final del tercio. Brindo al público pegado a tablas empezó a mostrar el camino al centro donde frente al astado tuvo que tomar precauciones porque se recostaba por el pitón derecho. Con la muleta en la mano izquierda aprovechó lo planteado por el negro toro, que no fue mucho. El carolino se vino a menos y perdió el fondo, todo quedo en la pica y las banderillas. Cristóbal insistía con ganas y el toro no dejo espacio para el lucimiento. Cambio a mal y Pardo no pudo aunque quiso. El acero tampoco fue aliado pese a la disposición del nacional. Un aviso y la gratitud del público fue un aliciente en un toreo que tradicionalmente es certero en la suerte suprema.