Cali – Colombia. Ante medio aforo cómodo en los tendidos se vivió el
primer festejo de la fiesta da Cali, una novillada que dejó mucho que
desear por lo desigual en presentación y comportamiento. La presidencia
concedió una vuelta al ruedo inconsulta para un toro inmeresedor y tres
orejas de las cuales solo una se debió entregar. Cali – Colombia. Ante medio aforo cómodo en los tendidos se vivió el primer festejo de la fiesta da Cali, una novillada que dejó mucho que desear por lo desigual en presentación y comportamiento. La presidencia concedió una vuelta al ruedo inconsulta para un toro inmeresedor y tres orejas de las cuales solo una se debió entregar.
El cartel lo conformaron novilleros de tres nacionalidades y en tres momentos diferentes de una preparación taurina. El de mejor andar fue el español Cristian Escribano, nuestro compatriota Juan Camilo Alzate mostró las dos caras de la moneda y el torero manito infortunadamente fue presa de su inmadurez taurina, pese a que anuncian que en el mes de abril podría tomar la alternativa.
Juan Camilo Alzate fue el encargado de ser el cabeza de cartel, pues de los tres fue el primero en actuar con caballos en una plaza de toros de primera categoría, vistió un terno tabaco y oro y durante la noche nos dejó ver las dos caras de la moneda en el andar profesional frente a la cara de dos astados completamente diferentes. En su primero, un novillo – toro marcado con el número 364 de nombre Alvariso con 498 kilos, apenas justo de fuerza, que no humillaba, distraído y quedado a los cites ejecutados por Alzate que ofreció el percal para realizar verónicas a pie junto y que posteriormente, luego de un escaso refilonazo del que salió suelto realizó una octava de tafalleras para cerrar con una revolera, parte de la faena que demuestra su paso por las plazas mejicanas. Con la muleta el novillo mostró nobleza, única condición para destacar en de Puerta de Hierro, tandas largas incluso hasta de seis muletazos pudo prodigar el torero bogotano, con la izquierda las cosas en primera instancia no salieron tan bien, al no entender las distancias del cornúpeta, lo que le obligó a deshacer las intenciones y tomar nuevamente la muleta en la diestra. La faena tuvo ires y venires, y aunque el alumno de la escuela de Cali quiso no pudo sobrepasar el umbral de una buena actuación. El final de la faena estuvo enmarcado con una estocada de mala ejecución, buena colocación y muy efectiva al momento final, luego de la cual inexplicablemente la presidencia concedió una vuelta al novillo que no consideramos prudente por cuanto no había mérito para ella.
Con su segundo un novillo complicado vimos aun Alzate mucho más interesante como quiera que sus andares frente a las complicaciones mostraron mucha más madurez. Con el capote dos largas y ocho verónicas de buena factura y quites aprovechando la movilidad que para el momento tenía el astado.
La muleta comenzó por doblones, formula matemáticas justa para el complicado oponente, un novillo suelto y huidizo. Con la mano derecha promulgó muletazos de mucho merito en los que aguanto las embestías quizás sin necesidad porque el toro no valía un doblón. Por la izquierda hubo raza para arrancar las embestidas. Un pinchazo, media estocada tendida y una estocada completa acabaron con la vida de Capitán novillo – toro marcado con el número 378 y que registró en la báscula un total de 412 kilos.
El segundo actuante fue Gerardo Adame un novillero mexicano, de quien se dice que tomará la alternativa hacía el mes de abril o mayo del 2011, ceremonia demasiado prematura si analizamos por el torero manito el día de hoy. Adame lucio un traje vino de burdeos y oro y una montera dos número por encima de lo requerido, sin embargo estos son detalles vanales, lo importantes decir que se le ve crudo, inmaduro frente a la cara del toro, que con el capote, tercio en el que son famosos los mexicanos, apenas si se hace notar, y esto más por la ausencia de recursos que por la vistosidad en lo poco que realizó. Con la muleta construyó dos faenas inconclusas y mal estructuradas con altibajos y muchos sin sabores, toco por aquí y por allá y nunca hubo un hilo conductor en sus realizaciones, sin embargo el presidente concedió una oreja, que ni siquiera el mexicano se esperaba y luego de una fuerte bronca desapareció de las manos del joven una vez se las entregó el alguacil de la plaza. Adame se las vio primero con el novillo Pinos Largo marcado con el número 382 y 428 kilos y remató su debut en Cañaveralejo con Marinero novillo 396 con 452 kilos de peso. La espada sirvió en el primero, guiada por un perfecto volapié, para el de su cierre la espada no encontró con prontitud el camino a la muerte.
El tercer actuante fue el español Cristian Escribano, un novillero español con buenos andares en el ruedo, y aun más frente a la cara del toro. El ibérico lucio un terno palo de rosa y oro.
Con sus dos actuaciones demostró ser el novillero más preparado de los tres anunciados parea el día de hoy. Con el capote en el tercero de la tarde Duque de nombre marcado con el número 407 y 436 kilos de peso ejecutó una larga cambiada y algunas verónicas que se vieron interrumpidas por un cambio abrupto del tercio con parte del presidente quien de forma ilógica hizo sonar clarines y timbales apresuradamente.
Con la muleta embarcó las complicadas embestidas de un astado que calamocheba con visos de peligrosidad sorteando con presteza las dificultades. Con la espada tuvo inconvenientes y finalmente mató con el descabello. Con el que cerró el festejo novillo Hurtador de número 371 y 438 de peso dibujó con elegancia y suavidad verónicas a un ejemplar que humillaba al punto que con la muleta en la mano inicio la faena muleteril con tres buenos pases de rodillas, luego de los cuales las tandas tuvieron mucho sabor, quizás por el pitón izquierdo no hubo tanta suerte pues el recorrido del astado era más corto. Mató de estocada y descabello fulminante y el palco concedió dos orejas, de una en una, aunque la verdad sea dicha lo realizado por el torero ibérico hubiese tenido un premio justo con tan solo un apéndice, pero el palco quiso tapar el error cometido con el torero mexicano quien recibió una oreja demasiado larga, razón por la cual tuvo que ser inflado hasta llegar a dos trofeos parea que muchos distraídos notaran la diferencia entre los dos actuantes. Al final del festejo Escribano abrió por primera vez en esta feria la puerta del Señor de Los Cristales.