Manizales – Colombia. Siempre es grato ir a toros, más cuando se da
inicio a una feria tan querida como la de Manizales, pero más
satisfactorio es que ese inicio este lleno de matices y argumentos
taurinos para enamorar el alma.
El primer festejo fue una novillada, de la cual tan vez no deberíamos haber esperado mucho, pero las cosas no fueron así. Primero que todo tres cuartos del aforo son más que una clara evidencia del taurinismo de esta ciudad. Luego un cartel conformados por tres novilleros, dos colombianos y un mexicano, que nos entregaron lo mejor de sí estando acordes con el compromiso adquirido. Un tercer y fundamental punto para destacar el encierro contratado por la empresa al ganadero Santiago Uribe Vélez, seis novillos bien presentados, con juego temple y en general garantías para los actuantes, lamentablemente dos de los novillos que saltaron al ruedo se malograron por razones que aun desconocemos, sin embargo hasta donde se les puedo ver mostraban las mismas condiciones benéficas de sus hermanos.
Sergio Blanco, novillero bumangués, afincado en España, quien se ganó la inclusión en este cartel en la pasada Feria del Novillero Ciudad de Manizales, vino lleno de ganas. Con su primero facturo bonitas verónicas que dieron un buen inicio a la feria, su novillo fue templado en la muleta mediante tandas largas y concisas. No hubo diferencia entre los pitones, por ambos embistió el novillo de La Carolina. Blanco mató de certera estocada y el toro recibió los méritos de la vuelta al ruedo.
Lamentablemente el cuarto de la tarde aguanto cuatro verónicas, banderillas y tan solo cuatro muletazos en los que se presagiaba un buen espectáculo, pues era pronto, fijo y encastado, luego de lo cual se malogró de su mano derecha y a los pocos minutos de la izquierda, siendo totalmente imposible su lidia.
Oliver Godoy novillero mexicano que vino a Colombia por el camino de los intercambios que realiza la empresa manizalita demostró madurez, sitio y sobre todo que es una de las fichas del país azteca en los tiempos modernos, como quiera que en tan solo un mes tomará la alternativa en León – México de manos de Julián López – El Juli y actuando como testigo su paisano Arturo Macías. Este joven nos dejó en la retina lucimiento con el capote, esplendidas tandas de muletazos, pero sobre todo una madurez plasmada en su tranquilidad frente a la cara del novillo. El mexicano vio frustrada su ilusión en el primero al malograse tras ejecutar tres muletazos de mano baja. En ese momento pudo más la razón que los deseos de agradar, tomo el acero y dejó sepultada en las carnes una excelente estocada.
Con el quinto, nuevamente nos dejó ver sus buenas maneras con el capote y con la muleta probó los dos pitones, ambos con suavidad y temple, lo que sumado a la fijeza, dio como resultado una actuación entonada. La faena fue larga pero para nada monótona, termino con bernardinas y media estocada que le valió el corte de un trofeo.
Santiago Naranjo novillero de la tierra y el menos placeado de los tres no desentonó para nada, sus ganas las «empacó» en buenas maneras, en lances de regusto y muletazos, que si bien no fueron perfectos si trasmitieron alegría y emoción a los tendidos. Puso fin al tercero con una espada y tres descabellos.
Para el cierre de la novillada, cuando ya se habían malogrado dos astados saltó al ruedo un novillo que igualmente mostró problemas en uno de sus cuartos delanteros razón por la cual fue cambiado por un sexto bis, que tenía hechuras distintas a las de sus hermanos, comportamiento igualmente diferente, pero que fue bien aprovechado por el manizalita. Fueron tandas de tres o máximo cuatro muletazos bien ejecutados, sobre todo los naturales. Mató de estocada y dos descabellos para escuchar la ovación del respetable público.