Redacción: Javier Baquero – Jaba
Medellín – Colombia. Con una entrada que supero la de la semana anterior
y un público habido de triunfo se despidió de La Macarena el rejoneador
Pablo Hermoso de Mendoza que fue premiado en exceso, junto a un
Castella muy entendido y honesto y un Dinastía desubicado y fuera de
situación.
Se lidiaron astados bien presentados y de juego variado e interesante de la ganadería antioqueña de la Carolina. Alguno desperdiciado por el colombiano.
José Gómez Dinastía regreso a su plaza luego de más de dos años de ausencia. Con su primero cuatro verónicas rematadas con un «desarme» dio paso a un tercio de varas muy deficiente en el que el toro acudió de mala manera. Con la pañosa tuvo un buen inicio, llevó pronto a su oponente al centro donde trato de hacer las cosas bien a un toro que tenia fiereza y acometida pronta. Tomo la muleta con la mano izquierda pero no se acoplo y prefirió retornar con la derecha. Su torero pudo calificarse más como efectista que artístico. Hay que aclarar que el toro no era fácil de entender. Al final de la faena se vio el inconformismo de parte del publico, al entrar a matar saliéndose de la suerte recibió una voltereta. Fallos repetidos, un aviso y malestar del respetable y diluida la ilusión del torero de Medellín.
En su segundo Dinastía ejecutó siete verónicas repetidas a un toro pronto con humillación y mucha codicia. Luego de una buena vara de Viloria el remate del antioqueño carecio de belleza y se sobro de galería. Con la muleta en el centro del ruedo saludo con dos cambiados por la espalda, el segundo muy comprometido. Al tomar distancia quiso encontrar los terrenos correctos y el inicio fue bueno, dos tandas cortas y templadas, pero sin explicación entre tanda y tanda daba tiempos largos innecesarios dejando bajar la temperatura del público. El toro fue bravo y mereció mejores muletazos. Con la espada nuevamente busco salirse de la suerte y pincho en repetidas ocasiones, los pitos y dos avisos del palco. El puntillero no ayudo y siguió por la senda del matador.
Sebastián Castella, quien llego luego de su triunfa el día anterior en San Cristóbal, Venezuela al indultar un toro tras importantísima faena, sumando seis puertas granes consecutivas. Con el segundo de la tarde, un carolino flojo y corto de recorrido, el francés templó los pocos lances iniciales. Entablerado y sentado en el estribo inicio con ocho muletazos dándole todas las ventajas al toro, dándole confianza. Luego en el centro del ruedo con temple, mando y tiempos justos entre acometida y acometida creando una faena maciza. La muleta en la mano izquierda tuvo mucha estética. Tres redondos precisos hicieron estallar la emoción en los tendidos. La faena tuvo interés por lo descubierto por el torero galo, amasó la materia prima y saco un resultado artístico. La estocada desafortunadamente cayó defectuosa pero certera, hubo petición y el palco entregó una oreja, quizás un poco larga, por el remate, que no por la parte central.
En el quinto de la tarde Castella lo saludo con verónicas con la rodilla flexionada y buenos lances a pie junto. Buena vara de Moreno. Con la pañosa el torero galo brindo al público y en el centro con cuatro por alto dio comienzo a la faena. El toro pronto y alegre acudió con raza al engaño. Entendido y entonado construyó una faena que requirió espacios y tiempos para dar descanso al burel que se venia a menos. Entendió al toro y le formulo una faena técnica. Llevó las embestidas templadas y con mando fueron más meritorias por el torero que por el toro. La mano izquierda marcó buena nota por lo largo de los trazos de Sebastián.
Fue una batalla en la que el francés ganó la pelea muletazo a muletazo viendo como el toro perdía recorrido, quizás se alargó en la dosis y facturó más y variados muletazos a un parado y apagado carolino. Con la espada Castella dejó tres cuartos efectivos y en buen lugar. El publico entendido y palmas, el palco ni se inmuto y no dio ni un asomo de trofeo. Ahí se pregunta uno y con Pablo todo rapidez y trofeos, porque será?
Pablo Hermoso que venía de triunfar el sábado anterior, llegó para despedirse y en su primero dio muestras de querer triunfar desde el primer momento, con Estella coloco los dos rejones de castigo logrando la atención del burel. Torero con las crines e incluso con su sombrero calañés. Por su confianza en el toro saco a Chenel para iniciar con un quiebro muy riesgoso, luego de costado y cambiando el rumbo de la embestida por los adentros. A dos pistas templando mucho. Dos banderillas al quiebro no agrupadas pero si efectistas. Con Dali al colocar una nueva farpa dejó golpear la cabalgadura tras hacer la pirueta en la propia cara. Situación que supero en una nueva acometida. Entró a matar y luego de una plana de buena confección un rejón perpendicular pero muy bajo acabo con la vida del buen Carolino. Hubo petición y la presidencia entregó dos orejas que había perdido, por lo menos una de ellas por culpa del acero, pero el palco se dejo contagiar de la emoción y paso por encima de la realidad. Que pena.
Con el que cerró el festejo un primer rejón envainado de mala forma y un segundo apenas sujetado. Sin pedir permiso uno más que igualmente fue colocado sin emoción y colocación efectiva. Para las banderillas sacó a Bangot para colocar farpas al quiebro. El toro se destemplaba y eran más arreones que otra cosa, los cuales fueron sorteados con templanza y dominio, lo que hizo vibrar al público. Con Silveti puso el pecho y el toro descompuso el temple. Torero sin farpas e ínsito al burel a perseguir y brindando «lances» imaginarios con el cuerpo de la cabalgadura. Finalizó con Pirata para colocar las cortas y a dos manos con mucha exposición rematando con sus manos en los pitones del toro. Mató y en la suerte Pirata sufrio un golpe fuerte en los ijares.