Manizales – Colombia. Con tres cuartos del aforo de coso de La Castellana se cumplió la segunda novillada de Toros y Ciudad, esta vez un festejo picado, con la envergadura de tres actuantes que como gladiadores se abren camino en tierras ibéricas. Todo frente a un encierro de la dehesa de Las Ventas del Espíritu Santo, lo cual era garantía para la terna destellante.
Por otra parte, decir que se corrieron astados de la afamada ganadería de Las Ventas, empresa que para esta ocasión no contó con la presencia de su propietario, pero si con la de 6 astados pasados de edad, por lo que se veía en su fenotipo, pequeños en la apariencia, brochos en varios casos, con nobleza y poca raza en general, en términos generales no eran lo que los coletudos podían esperar como materia prima para presentarse a un escrutinio al regreso a casa, pero así son las cosas, no siempre la ilusión entra en conjunción con la realidad.
Como en este caso no quiero contar que paso, si por el contario trasmitir que sentí, me ocupare primero de lo que menos me aporto. Franco Salcedo, de él la verdad no conocía nada y así termine la tarde, no porque hubiese estado mal, sin lugar a dudas puso voluntad en sus dos oponentes, incluso en el segundo hubo muletazos que me gustaron y en conjunto las cosas no le salieron «mal», lo que pasa es que no me dejaron nada en la retina, y eso era lo importante, trasmitir y no lo logro, por lo menos conmigo.
Luis Miguel Castrillón, un antioqueño que conocí hace algunos años en Medellín y que generaba expectativa por esos días, pues consolidó no solo su ilusión de hacerse torero, sino que de los buenos. «Luismi» tiene empaque, buenos andares, sitio y oficio en la plaza, suavidad en los lances y firmeza en la muleta. Es variado en lo ortodoxo del buen torear, y como se dice, no solo es torero, sino que lo parece. No es un niño bonito que torea con la apariencia, es un buen torero con estampa de torero. Su fututo esta en un presente promisorio, va por buen camino de la mano del maestro Campusano y creo no equivocarme seguirá por la senda de los triunfos y dejando a su paso un buen sabor de boca en los que lo veamos actuar.
Santiago Sánchez Mejía, otro paisa que viajó a tierras ibéricas a encontrarse con su futuro forjado en las arenas rubias de los ruedos, también cumplió con las expectativas. Santiago es otra cosa, es un «bohemio» del toreo, tiene PERSONALIDAD y mucha, no es el ortodoxo, ni el clásico, es el torero diferente, con novedad en lo que hace en el ruedo y fuera de él. Desde el paseíllo la cosa en Sánchez se veía diferente, hizo el paseo con el capote cubriéndole los hombros en caída libre, sin amarradijos sobre uno de sus brazos, con personalidad y variedad y desde ese momento marcando la diferencia con sus compañeros. Nos brindo buenos momentos con el capote, tela que maneja con malos largas y suaves. Con las baderillas nos regalo espectáculo y no porque sea rehiletero, sino que saco de la rutina el tercio invitando a banderillear a tres hombres de plata en cada uno de sus «toros», dejando que aquellos que están detrás de los triunfos del matador lucieran con luz propia, raro, si, pero agradable a la parroquia, que la final es la que manda en el espectáculo y la que va a divertirse. Con la muleta Santiago dejó en la retina muy buenos momentos y otra vez la variedad, una tanda de naturales ejecutados con una muleta en cada mano, sin dejar solución de continuidad entre uno y otro. Un torero distinto con un origen igual, el del arte ancestral.
En conclusión Castrillón y Sánchez Mejía, por lo que me hicieron sentir ayer en la plaza, merecen a mi modesto modo de ver estar en el cartel de la novillada de la Feria de Manizales 2013.