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Cali – Colombia. Con
una noche agradable por compañía, asistimos al reinicio de la Feria,
Feria partida por demás.  Tres mil personas a lo sumo en unos tendidos
vimos el inicio, que creo fue a las 7:00 p.m., lo digo porque retiraron
el viejo reloj digital que nos daba la hora y nos contaba la temperatura
ambiente. El cemento se hizo muy duro en gran parte del festejo y todo
transcurrió así:

Antonio Ferrera, ídolo de Cali enfundado
en un traje Rosa antiguo, oro y algunos detallitos en blanco. En su
primero anduvo correcto frente a un manso que divagó por el albero
dejando al de Estramadura en su labor como gladiador. La espada casi que
no le entra.

Con el cuarto, el panorama mejoro para el
extremeño, mas por la movilidad y trasmisión del toro que por su
calidad. Construyó tandas efectistas unas y juiciosas otras. Palmas en
el tercio.

Paco Perlaza,
que vistió en vestido malba, oro, recamado en morillas blancas, traje también llamado Chenel.

En
su primero, con la capa lanceo correctamente a un indefinido astado,
con la pañosa inteligente y valiente, siempre en las tablas donde se
refugio su negro oponente. Todo se fue en ilusión y ganas.

Con el quinto encontró mas materia prima, eso si con problemas. Dio la cara y el público lo reconoció.

Javier
Castaño
quien lucio terno rosa, oro y detalles en blanco, vio un manso
irregular en el que expuso montones. Se acopló y saco agua de un poso
seco, mucho mérito en el torero de León, pero el presidente Luis Camilo
Álvarez, no mostro el pañuelo para una oreja de justicia. Palmas en el
tercio.

En el cierre lidio un toro con muy poca fuerza al que
entendió y llevo templado a los vuelos de su muleta. Suavidad fue otro
de los bálsamos que derramo frente al negro limitado.

La
ganadería
de Puerta de Hierro trajo un encierro casi en el límite de la
romana, bonito pero: 1. manso de solemnidad, pitado en el arrastre.  2.
manso aculado a tablas y sin contenido. 3. Otro manso de al que le
pudieron. 4. Con movilidad. 5. Con movilidad y problemas intercalados.
6.   Un toro sin fuerza, ni fondo.

Finalmente, en la corrida
pretendían no dejar ingresar a la plaza a un niño, según los porteros
por orden de sus jefe don Armando Rivera, y según. Rivera por orden de
la policía y al confirmar con el jefe del servicio policial, la orden
vino de la jefatura de puertas. ¿Quien dice la verdad?, no sé, pero a
poco público quitémosle más.

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