Cali – Colombia. Mas o
menos siete mil personas asistieron al cartel de mas arte de la feria.
Varias orejas se fueron en los aceros de los toreros y los toreros
respondieron a sus trayectorias.

El mas antiguo del cartel fue el valluno Diego González
que lucio un taje azul pavo, oro y cabos blancos. Con el primero,
lances a la verónica aislados. Con la muleta, voluntad, ganas y buenas
intenciones frente a poca materia prima. La espada no fue menos mala.
Una vez más Diego pecho con el malo y hasta un aviso alcanzo a escuchar.

Con el cuarto, apenas iniciando la lidia
recibió una cornada en su pierna derecha, pese a lo cual siguió su
labor. El toro caminaba y complicaba los deseos de Diego. Gesto de valor
frente a un complicado astado. La faena de uno en uno sacando lo poco
que había. Saludo respetuoso y camino a la enfermería acompañado de una
gran ovacion.

El segundo espada Julián López – «El Juli»,
ataviado con un terno tabaco, oro con remates en blanco. Al primero de
su lote le proporciono una faena capa inteligente, justa y variadísima.
Filigrana con el percal. Con la muleta dosifico en tiempos y medidas una
faena en la que templo uno a uno los muletazos. Con la zurda también
entono el pasodoble. Venció al viento que le enfrentaba y supero el
flameo de la pañosa, mientas exponía una barbaridad. Aceros duros para
un doctor en la materia. Palmas cariñosas.

Con el quinto de la tarde «El Juli»
repitió verónicas y una media de calidad. La lopecina en tres entregas
arrancaron las palmas del público. No brindo y partió a la cara del toro
para ajustarse a un toro sin muchas posibilidades al que sin
explicación lo saco algo de partido, quizás demasiado para lo entregado
por el Gutiérrez. El madrileño aplicó aquello de que si el toro no
embiste, embiste el. El toro rajado y el torero haciendo hasta lo
imposible. Saludo desde el tercio con una fuerte ovación de fondo.

Y el cartel lo remato el caleño Luis Bolívar, que estuvo enfundado en un traje vino de Burdeos, oro y morillas blancas.
Bolívar
nos dejo disfrutar de una primorosa capa, verónicas,  medias de pintura
y cacerinas para llevar el toro al caballo. Chiucuelinas y saltilleras
para el quite. Con la muleta ejecutó una pedrecima ajustada para
iniciar, luego tandas templadas y profundas, dejando siempre la muleta
en la cara para que su compañero no abandonara el camino. Maciza fue la
actuación del colombiano. Los aceros como al Juli le mermaron el
triunfo.

Para el cierre Luis saludo con tres
largas y varias verónicas de buena factura. Cinco de rodillas, y mucha
distancia para alistar el terreno. El toro no fue todo lo deseado pero
Luis brindo actitud frente a las circunstancias. No hubo de donde, pero
si de quien, torero profesional y respetuoso con el público al dar todo
de si. Estocadón de trofeo. Una oreja.

El Encierro
Los astados fueron de la dehesa de Ernesto Gutiérrez, procedentes de la ciudad de Manizales.

El primero fue irregular en las embestidas, caminador y rajado. Bajo de casta.

El segundo con calidad y nobleza, pero corto en su recorrido.

El tercero embistió con calidad y bravura. Quizás tardo por momentos. Nobleza y suavidad derecho.

El cuarto se vencía con cierto peligro, caminaba y llevaba la cabeza a media altura.

El quinto no tuvo buen desempeño, camino mucho y se rajo. Pitado en el arrastre.

El sexto no permitió el lucimiento.

La Presidencia
Casi acabamos y el palco no entendió que en las plazas de primera se deben colocar tres pares de banderillas.

La música al «Juli» se le negó en mucho de la lidia, pese a lo que estaba haciendo en el quinto.