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Manizales – Colombia. Dice el adagio popular, ¿Cuándo será ese cuándo? Y yo después de lo vivido en la ciudad de Manizales le agregaría,¿hasta cuándo?

La verdad no soy yo el único que piensa esto, hasta cuando, pero no entiendo porque no lo dicen abiertamente, hasta cuando la ganadería de Las Ventas del Espíritu Santo tendrá que ser impuesta a las empresas de nuestro país.

Hasta cuando los empresarios tendrán que encontrar al momento de buscar toreros del otro lado del océano, la solicitud expresa que la dehesa del municipio de Albán debe ser contratada. Basta ya de que ver corridas en el límite de la raza, bajos de casta e incluso casi imberbes.

Hace unos días en la ciudad de Cali manifesté que no soy autoridad para decir o no que aquellos que aparecen en el ruedo son toros de tal o cual edad, al tiempo que dije que nos dicen que son toros, nos los promocionan como toros, pero su apariencia no es la de toros.  Son astados bonitos en su gran mayoría, negros, castaños y de otras pintas con nombres poco comunes, de aquellos de los cuales los aficionados que pagan entradas caras ni siquiera saben que significan. Para ellos, los que interesan de verdad, a los que la fiesta se debe, es decir los sustentos de este maravillo mundo, solo saben que un toro debe parecer toro, y creen en que lo son.

También he dicho, basado en conceptos médicos, que un niño, a si tenga la talla de un hombre, la altura de un hombre, y se nos diga que es un hombre, no por ello lo es. Tan solo es un niño con talla grande, alto y quizás buen mozo, pero nada más.

Por eso, vasta del cuento de que no hay que picar a los toros, que hay que cuidarlos, que hay que medir el castigo…. Con en mi ejemplo anterior se concluye que a los adultos se le deben exigir las cosas que pueden hacer los adultos y a los niños las cosas que son capaces de hacer los niños, así sean muy grandes y buenos mozos.

Con lo de ayer, se ratifica que nos venden toros, pero toros que no están adecuados para cumplir como toros, es decir, no se pueden picar, hay que cuidarlos, por no decir que sostenerlos para que aguanten el trabajo de un verdadero toro.

Reitero y lo digo con honestidad, basta ya de que nos impongan ganaderías que no brindan garantías, que su línea de regularidad no es ascendente, o por lo menos regular. En Colombia, como en todo el orbe taurino hay que cumplir con un proceso de selección, de control y de acondicionamiento de los productos, para que ellos sean de calidad, de la calidad que el público espera. Ayer el ganadero manifestaba que el vendía productos, los cuales a él le compraban, eso es ni más ni menos la ley de la oferta y la demanda, pero el hecho de que alguien venda cualquier tipo de producto, obliga a ese alguien a brindar unos mínimos de calidad, mínimos, que si mi memoria no me falla, pocas veces hemos visto en los últimos tiempos en nuestras plazas.

Han sido más los toros que se derrumban sin que ni siquiera la pica haya cumplido su cometido, que los que han dado la pelea, saliendo victoriosos del mal llamado castigo en varas. Los toros hay que picarlos y si van más de una vez al caballo mejor. Allí es donde se mide la bravura, porque eso son toros bravos, no borregos que se llevan de la mano a pastar.

Y es que en Colombia, para no irnos más lejos, son muchas las ganaderías de lidia que existen y muchos los pueblos, veredas, corregimientos o localidades donde los toros se pican, y se pican de verdad. O será, que esos toros están hechos de otra carne, de otras viseras o simplemente son toros que si están cumpliendo con esa selección de bravura, con esos mínimos que los aficionados buscan encontrar cuando pagan localidades caras.

Que el ganadero no tienen la culpa, dicen sus más cercanos acompañantes, pero eso no es verdad, o será que tendremos que decir, como lo dice el texto literario la culpa es de la vaca.

Creo entender que la labor de un ganadero no es fácil, pero creo también, que es más difícil hacer un alto en el camino y cambiar el rumbo cuando las cosas no están saliendo bien, y hace rato que no salen bien en Las Ventas, que hemos visto toros buenos, sí, pero pocos, que los toros son bonitos sí, pero se caen, se fracturan las patas, mansean, son bobalicones y para algunos tienen toreabilidad, pero entonces donde quedo el toro que trasmite, el toro bravo, el que con solo salir al ruedo hace que el público se sienta satisfecho y admirado de la grandeza del heredero del Uro.

No es personal mi comentario, como algunos quieren pensar, es real y muchos como yo, que soy un ignorante en muchas materias pensamos lo mismo. Porque otras corridas si pueden mantenerse en pie, dar la pelea en varas, trasmitir el respeto que impone un toro, toro. Ayer luego de que el francés Sebastián Castella lidiara su segundo ejemplar, digo el que finalmente pudo lidiar, un toro de Achury, el propio torero dijo públicamente “me sentí bien porque el toro que toree era un toro” y es que acaso los de antes no le parecían toros, toros, no lo sé pero esas palabras dejan mucho a pensar.

Las empresas tienen derecho a escoger que toros compran sin ser presionadas, por los actuantes, ni por nadie, las empresas de deben al público que es el que las mantiene.

Ahora bien, ayer salieron dos toros como sobreros, de otra ganadería y eso en algún momento también  mostraron debilidad, pero una debilidad transitoria y superada por la bravura que traían dentro. Debilidad que se genera por el hecho de llevar en los corrales de la plaza de Manizales más de cinco días, pues llegaron al coso manizalita para la corrida del día miércoles y lo hicieron con la debida anticipación, y para los que no lo saben los toros fueran de la dehesa es poco lo que comen o lo que beben, por eso durante el transporte de los potreros a las plazas se les lleva alimento y en muchas ocasiones agua, para que no pierdan peso, kilos que se requieren al momento del reconocimiento. Los de hoy, los Achury cumplieron superando muchos días de lejanía de su lugar de origen y eso es más que diciente.

Para finalizar, solo me queda decir que sería bueno que los toreros foráneos, que cuando son llamados para ser contratados exijan, pero que exijan pensando en el público, que pidan corridas de garantía, de regularidad, con trasmisión y fondo. No más exigir a tal o cual corrida porque es de mi amigo, o es del amigo de mi amigo. O porque son los toros del Maestro. Sí, mis respetos al Maestro, porque fue un verdadero Maestro en el ruedo, quizás uno de los más grandes en su arte, pero es que su arte como torero no se trasmite directamente a los toros de su dehesa, eso es otra cosa, y eso no está saliendo con arte.

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