Luego de que la Plaza de Toros de Santamaría abriera sus puertas luego de cinco años de haberlas cerrado por cuenta del exalcalde Gustavo Petro, quien tras violar reiteradamente la Ley, los pronunciamientos, sentencias y conceptos de las diversas autoridades de la nación, autoritariamente puso un cerrojo.

Para el domingo anterior se anunció la reapertura, luego de que el nuevo alcalde tuviese que cumplir con el Fallo de la Corte Constitucional, que ordenaba a la Alcaldía realizar las obras necesarias para poner en funcionamiento la plaza y abrir sus puertas para la realización de festejos taurinos, y así se cumplió en contravía de lo que el propio alcalde Peñalosa tiene por preferencia. Sin embargo hoy tenemos que contar con que ingresaron a centros hospitalarios más de treinta y tres personas como resultado de los disturbios presentados en los alrededores de la Plaza de la calle 26 de Bogotá.

Los disturbios a cargo de los miembros de grupos antitaurinos que desde muy tempranas horas se dieron cita en los alrededores de la plaza para realizar su protesta, y eso hasta ese momento es comprensible y respetable, pero lo que sí no tiene justificación alguna es lo que se presentó a partir del mediodía: violencia en diversas manifestaciones, violación a las libertades, comisión de delitos contra la vida y contra la honra y mucho más.

¿Y quienes fueron los ejecutores de esta violencia? Pues los antitaurinos, pero más que eso, algunos se toman las calles para maltratar y trasgredir a los demás ciudadanos.

Pues bien, nuestro alcalde Enrique Peñalosa, quien abiertamente viene gastando los recursos públicos del distrito en publicitar su animadversión a la fiesta de los toros, autorizó mediante acto administrativo la realización de una protesta de los antitaurinos y eso está bien y es legal, siempre y cuando no se conjuren sin razón otros elementos que conlleven a la violencia como sucedió ese día hasta altas horas de la noche.

Me surgen algunas preguntas que bien pueden darnos luces sobre porque pasó lo que pasó. Primero que todo: ¿por qué se ordenó cerrar con vallas la totalidad de los alrededores de la plaza de toros obligando a dejar tan solo dos puntos de acceso y salida del centro de eventos taurinos? ¿Quién y bajo qué argumento decidió ordenar que luego de que se realizará en las horas de la mañana el sorteo de los toros, todas las personas que ya estaban en las inmediaciones tenían que salir del sector y volver a entrar, tan solo a partir de la una de la tarde, por estrechos y limitados puntos de ingreso?

¿Quién hizo coincidentes los puntos de “acceso y salida” con los puntos autorizados para las protestas? Es decir quién y por qué puso a los taurinos en manos de los violentos, o como dicen los ancianos, quien puso la carne (humana) en la boca de los lobos?
Igualmente, hay que preguntar, ¿quién y por qué ordenó que inicialmente la policía no fuese a responder a las acciones de los antitaurinos y que los señores representantes de la alcaldía mediaran? Y es que esto fue lo que dio magnitud a las protestas, recordemos el adagio popular de “lo que se permite, se repite” y eso fue lo que pasó, agredieron y agredieron hasta que la situación se le salió de “madre” a las autoridades encabezadas por el alcalde. Sí, el mismo que autorizo la protesta en las propias puertas de ingreso a la plaza.

Yo me pregunto si no es igual de culpable el que genera violencia, como aquel que la promueve, la incita y la permite con actos casuales. ¿Dónde está el alcalde Peñalosa? Diciendo que fue el señor Gustavo Petro y Holman Morris quienes lideraron las protestas, quizás sin lugar a dudas a ellos también les caben otras responsabilidades, pero es que al alcalde se le eligió para llevar a buen puerto los destinos de la capital y de sus habitantes. El alcalde es el jefe de la Policía, es quien tiene que velar y proteger los bienes y la honra de todos los que vivimos en Bogotá, él y solo él es el responsable de lo que se pudo evitar y que con su ligereza se llevó a consolidar motines, violencia, delitos, violaciones a los derechos y mucho más.

¿Dónde quedó aquello de que se protege a las minorías? ¿En el papel o en la ilusión de los que sí respetamos el estado derecho?
Alcalde Peñalosa, espero de todo corazón que ninguno de esos pacientes que aún están en los centros hospitalarios dejen este mundo como consecuencia de los golpes recibidos en la protestas.

Espero que recuerde que tenemos derechos y uno de ellos es elegir a dónde ir y de qué disfrutar, siempre y cuando no transgredamos las libertades de los demás. Es más espero que sus familiares, aquellos que son cercanos a usted y que si gustan de los toros hubiesen podido ingresar a la plaza sin ser víctimas de la protestas que usted mismo incitó y promovió con su ligero aval.

Alcalde, recuerde que usted es el acalde de todos los que vivimos en Bogotá y no únicamente de los que concuerdan con sus gustos y preferencias, señor.