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Cali – Colombia. La
falta de raza en los astados de Puerta de Hierro se cargaron el triunfo
de la terna que conformaba uno de los mejores carteles de la temporada
taurina colombiana.

Redacción: Javier Baquero – Jaba – Astauros

En Cali Sin Toros es Imposible, GRACIAS TOREROS www.voyalostoros.comOrejas mal repartidas por parte de un palco
desenfocado provocaron una bronca que aun suena en los alrededores de
la plaza de Cañaveralejo.

Los responsables del pésimo resultado
del festejo en la ciudad de Cali correspondieron a la dehesa de Puerta
de Hierro, ganadería de propiedad de Eduardo Estela, Presidente de la
Fundación Plaza de Toros de Cali. Sus pupilos brillaron por su pequeñez
en el fenotipo y en la raza. Toros con cara de juventud y
comportamiento de mansos, sobre todo el lidiado en tercer  lugar,
ejemplar que busco saltar las tablas del callejón en cinco
oportunidades, consiguiendo en tres de ellas. La molestia por lo visto
en el ruedo se extendió por la totalidad de los tendidos y a las
afueras del coso.

La terna de hoy la envidiaría cualquier plaza,
Julián López – El Juli, como cabeza de cartel, el francés Sebastián
Castella, máxima figura del escalafón ibérico y Luis Bolívar, torero
más importante de América.

El Juli fue el encargado de abril la
tarde teniendo en cuenta que pese a su juventud los años de alternativa
le dan ya una antigüedad que tiene que asumir. El español vio como su
primer oponente paso desapercibido por el percal, luego El Juli, como
muchos en la plaza se ilusiono cuando vio que el toro se dejo pegar en
varas, ya en la muleta el trabajo fue más estricto de lo que se
esperaba, el temple,  el mando y las pausas planteadas por El Juli
dejaron que los espectadores pudiesen valorar la faena de torero
inteligente y no el comportamiento del astado. Mató de estocada
desprendida y descabello para que posteriormente el palco concediera la
primera oreja de la tarde. En el cuarto ejemplar del festejo las cosas
no cambiaron, o mejor si, empeoraron,  El Juli con la capa no pudo
hacer nada, el toro fue picado en querencia, sitio donde si busco al
montado, con la muleta el torero español «robo» muletazos al burel en
el centro del ruedo, definitivamente el de Puerta de Hierro fue manso y
sin clase y así lo entendió la parroquia que lo pito en el arrastre
luego que una espada y el descabello dieran cuenta de él.

Sebastián
Castella, torero consentido de Cali ocupó el segundo turno en la terna,
también le cumplió a la plaza y para ello tuvo que echar mano de muchos
recursos técnicos y de pundonor torero. En el segundo de la tarde la
capa sirvió para que el torero galo se robara tres escasas verónicas,
para luego «permitir» que el astado fuera picado en la querencia. Luego
Castella tuvo que luchar, cual gladiador con un manso que en cinco
oportunidades busco el olivo y en tres de ellas lo alcanzo, en las
otras dos oportunidades la muleta del francés lo «amarro» para que no
iniciara viaje por los aires del callejón.  Por más que quiso, todo era
imposible y Sebastián tuvo que abreviar.

Con el quinto de la
tarde Castella utilizó sus mejores argumentos, verónicas y delantales
sin nada de trasmisión con la capa, estatuarios a pie junto y un faena
encimista, con mucha «exposición» y un verdadero arrimón, frente a un
toro hecho de mármol, con la muleta, enmarcaron lo mostrado por el
torero francés. Una estocada buena puso fin al mal trago del actuante y
el palco, tal vez por congraciarse no sabemos con quien otorgó dos
orejas, que la verdad no se las merecía, a pesar de todo lo hecho. Bien
había valido una oreja merecidísima y no dos muy largas. Lo más grave
es que ese mismo rasero no se tenga para juzgar a todos los coletudos.
Mal precepto esté.

La terna tuvo como complemento al mejor
torero americano de los últimos años, Don Luis Bolívar, que completaba
con esta su segunda actuación y los primero cinco astados de la
temporada colombiana y la verdad su magisterio se estrello con la
mansedumbre de los astados de Puerta de Hierro, podríamos decir que el
peor lote de los mansos y descastados cayó en las manos de nuestro
compatriota. En ambos oponentes Bolívar echo sus rodillas en tierra muy
cerca a la puerta del toril con el fin de saludar a porta-gayola,
brindando de entrada una muestra de sus deseos por agradar y ratificar
el porqué de su importancia en el escalafón taurino mundial. En el
tercero complemento con verónicas a pies juntos y luego abriendo el
compas, mostrando una buena técnica un poderío importante en su percal.
Con el «trapo» rojo trato y logró ejecutorias muy meritorias teniendo
en cuenta que el burel no permitía el lucimiento. Mató de pinchazo y
estocada. Escucho como el público pidió el trofeo y vio como el palco
no aplicaba el mismo rasero que con sus compañeros de terna, tan solo
saludo desde el tercio a pesar que la parroquia pidió con fuerza que
diera la vuelta al ruedo.  La presidencia se gano una protesta o mejor
una bronca inmensa y más que justa. 

En el que cerró la
noche, las cosas no mejoraron en nada,  el capote y la muleta sirvieron
de armas para «atacar» la mansedumbre del astado. Voluntad, honestidad
y mucho pundonor es el compendio de lo planteado por Luis Bolívar.

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