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Cali  – Colombia. Al que le van a dar, le guarda dice el adagio y eso paso con el diestro Luis Bolívar que hoy en Cañaveralejo cortó tres orejas, dos de ellas luego de indultar al segundo de su lote. Duque se justifico y Solanilla demostró un buen momento.
Redacción: Javier Baquero – Jaba

Cali  – Colombia. Al que le van a dar, le guarda dice el adagio y eso paso con el diestro Luis Bolívar que hoy en Cañaveralejo cortó tres orejas, dos de ellas luego de indultar al segundo de su lote. Duque se justifico y Solanilla demostró un buen momento.

Hoy en la segunda de Feria se corrieron astados de la dehesa caldense de Ernesto Gutiérrez, bien presentado, lustrosos y de buen juego en general, sobre todo el lidiado en cuarto lugar que mereció los meritos del indulto. Colillero número 177, de 496 kilos hijo de Laurcalco, toro también indultado en Cali, regresará a casa para cubrir un buen lote de vacas.

La terna la encabezó el vallecaucano Luis Bolívar, que llegó inexplicablemente al festejo por la calle de la sustitución, habiendo sido más que justa su contratación inicial, sin embargo, a buena hora llegó a los carteles porque su actuación puso un punto alto a la tarde.

El toreo de Bolívar marcó sello propio por su temple, mando y estructura en las ejecuciones. Desde el momento mismo de tomar el capote, pasando por la muleta e incluso con la espada el nacional mostró solvencia. Los muletazos fueron largos, profundos, mandones, acompañados con su propia humanidad, siempre con mucha suavidad.

En muchos momentos lo importante no es tener la teoría, lo fundamental es ejecutarla según el oponente y eso fue claro para Bolívar en sus dos oponentes.

Lo más importante del nuestro crédito se vivió en el cuarto del festejo, donde asumió con solvencia lo planteado por un buen toro de Gutiérrez. Toreo con suavidad y profundidad como si lo estuviera haciendo en cámara lenta. El acople entre toro y toreo se cumplió hasta llegar a la armonía taurina. Pincelazos fueron trazados por el coletudo y seguidos por Colillero. Tan importante fue lo hecho que los pañuelos blancos brotaron de las manos de los presentes para pedir que el astado regresara a su dehesa para prolongar su bravura en las tierras del paramo caldense. Petición que el palco en buena hora acogió y concedió, dando paso a la apertura de la puerta del Señor de los Cristales para Bolívar.

El segundo espada fue David Mora, quien también llegó por la puerta de la sustitución y que viene de ser torero revelación en España, sin embargo estando bien no se acabo de acoplar con las embestidas de los santacolomas – murube. En se primero al que lidiaba bien pero bajo la mirada reiterad del astado recibió una fuerte golpiza que lo hizo pasar a la enfermería inconsciente, dando paso a Bolívar para matar al toro. En la sala del hule permaneció hasta que llegó su segundo turno. Salió con ganas, al  punto de abrirse de capa para saludar a porta gayola, un poco apretada y poco lucida. Las buenas maneras no le alcanzaron para someter al de Gutiérrez y la espada tampoco fue fiel a sus deseos.

Juan Solanilla, incluido en los carteles por su buena campaña, en el tercero anduvo vistoso, variado y con solvencia. Este torero ha madurado rápido y la concepción del oficio la tiene clara, pero la espada le jugó una mala pasada y dejo ir en ella los trofeos.

Solanilla en el que cerró el festejo, lidio un toro que mostró algún problema en sus extremidades  traseras lo que le impedía apoyar bien sus patas. El toro no se acabo de entregar y fue en contra de todos los deseos del bogotano, sus hechuras fueron las menos agraciadas del encierro e hicieron merito para no permitir lo planteado. Solanilla quiso y la suerte no lo acompaño.

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