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Redacción: Javier Baquero – Crotaurinos

Manizales – Colombia. Hoy se cumplió uno de los carteles más rematados de la temporada taurina colombiana y porque no decirlo del orbe taurino. Rincón, Ponce y Luis Bolívar, se las vieron con un bonito encierro de Las Ventas del Espíritu Santo. Cinco orejas se cortaron, aunque hubiesen podido ser siete y el corte del rabo del quinto. Dicen los que saben, porque yo no sé de esto, que Ponce bordo una de las faenas más importantes de los últimos años. El Maestro Ponce y la promesa colombiana salieron por la puerta grande de la Monumental de Manizales.

Hoy 9 de enero de 2008, en la plaza de toros de la capital caldense, con un lleno en los tendidos, en una tarde de niebla londinense y con la mayor expectativa en un cartel más que conformado, bordado, pudimos asistir a una corrida para la historia.

Se lidiaron astados de la ganadería de Las Ventas del Espíritu Santo, de propiedad del Maestro César Rincón, bien presentado en general, con trapío y edad. En cuanto al comportamiento fue variado el encierro, y tal vez nunca sabremos que tan buenos o no fueron los astados, esto por la calidad de las lidias que recibieron. Recordemos que una buena lidia puede tapar muchos defectos, si ellos existen. En conclusión diré que los toros nos dieron la oportunidad de ver a tres toreros de gran importancia, cada uno de ellos en una faceta diferente.

El más antiguo en el cartel, el Maestro colombiano Julio César Rincón Ramírez, nuestro César, quien venía a Manizales con un doble compromiso, o quizás con un triple compromiso, primero como ganadero, segundo como matador y tercero hacer parte de un cartel en el que estaba otro torero de época como Enrique Ponce y el colombiano que se perfila para ser el estandarte de Colombia luego de su partida.

El Maestro Rincón en su primero estuvo bien con el capote aunque su lidia fue corta, el astado recibió una pica defectuosa. Ya en la muleta, César inició su labor pegado a las tablas para luego buscar la distancia precisa para un toro que no era claro en la embestida, que le costaba acudir a la pañosa, un ejemplar que  gazapeó desde la mitad de la faena en adelante, un toro con casta pero muy corto en la bravura. Rincón estuvo en torero importante, en conocedor de las distancias y en “descifrador” de los misterios de la embestida de los toros. Realizó una buena faena, inteligente y pausada, una faena para buenos taurinos. Trató de matar recibiendo, pero al toro no le alcanzó para llegar con presteza al acero que tampoco tenía la fuerza suficiente para ingresar a las carnes. Pinchó en un segundo intento, luego dejó una espada y tuvo que utilizar el verduguillo. El Maestro saludó desde el tercio y recibió cariñosas palmas.

En el cuarto del festejo, segundo para el Maestro lanceo de manera breve y en la muleta se encontró con un toro manso y complicado, Rincón porfió y fue honesto con el público y consigo mismo, trató de construir una faena a base de valor conocimiento y exposición. En este momento de la lidia César recibió una voltereta, que es el resultado de estar muy cerca del toro y más cerca de los deseos de corresponder al público que lo sigue. La taleguilla quedó destrozada en el muslo derecho. Mató de estocada delantera y descabello. Saludo desde el tercio.

El segundo alternante fue el Maestro Enrique Ponce, quien regresaba a Manizales luego de trece años de ausencia, de donde ya se llevo una réplica de la catedral de la ciudad. En su primer astado, el segundo de la tarde construyó una faena importante en la cual entendió a la perfección el astado de Las Ventas, fue una faena derechista frente a un toro que trasmitió, aunque embistió por oleadas bien sorteadas por el torero de valencia, en este toro se podría decir que Ponce “abuso” del pico de la muleta, pero cuantos quisieran torear con la donosura de ese pico que hace ver tan fácil las cosas que son difíciles. Ponce brindo una faena en la cual el astado se vio mejor de lo que era.

En el quinto del festejo, un toro castaño encendido que “se hizo” de menos a más gracias al poderío y la técnica del Maestro Ponce, con el capote estuvo muy bien en la muleta inicio con doblones que bien podrían ser modelo para pintura, con la muleta se cumplió lo más importante, una faena pletórica de técnica, lenta y acompasada donde el torero tapó los cambios de ritmo en la embestida del ejemplar, lo lento para reaccionar del astado, para convertir todo en temple, mando y poder. Esta faena fue larga y profunda, mereció el honor de ser acompasada con el pasodoble Feria de Manizales, que solo se le concede a las faenas de gran valía.

Ponce enfrento al toro, dejando en todo lo alto una estocada certera, sin embargo, los segundos se hicieron minutos y los minutos eternidad. El toro doblo pero se incorporo al momento de llegar el cachetero, se mantuvo en pie por largo tiempo y el propio torero pidió tranquilidad a sus hombres y en general a los espectadores, Ponce estaba seguro que el toro doblaría, solo que temería su tiempo, tiempo que se acompaño de los tres pequeños pasodobles, los cuales, la verdad no escuche. La faena era para dos orejas y el rabo, aquí y en cualquier plaza. Pero el palco decidió que el premio “justo” era tan sólo una oreja. El astado cayó con el doblar del tercer clarín. Yo le habría concedido las dos orejas porque el arte está por encima de la Ley y la Ley es un parámetro para buen sentido, o mejor para el sentido común. Con esta faena, con una sola oreja, nos adelantamos a decir que tendrán que pasar cosas extraordinarias para que el trofeo de la feria 2008 no vaya a acompañar las dos que ya posee el Maestro Enrique Ponce.

El tercer alternante, el más modesto, el de mayor presión, por la calidad de sus compañeros, no fue inferior al compromiso y por el contrario dio muestras de lo valioso de su trayectoria, lo emocionante de su presente y lo promisorio de su futuro. Luis Bolívar completo la terna, en su primero salió a defender su inclusión en el cartel, anduvo bien con el capote, llevó su toro a las manos del piquero Rafael Torres, quien colocó una buena vara, para luego deleitar al público con una serie de Chicuelinas y tafalleras, ya en la muleta el vallecaucano construyó una faena llena de temple basada en el gusto. Bolívar toreo despacio, entendió el ritmo del ejemplar, y acompaso con él una tonada que cerró con media estocada en buen sitio. El premio dos orejas muy justas.

En el que cerró el festejo Bolívar no se amilanó, por el contrario se creció  frente al complicado de Las Ventas. No era fácil que el público dejara de pensar en lo que había sucedido en el quinto toro, sin embargo, Luis entendió que los toros complicados también tienen su lidia y que la mejor forma de justificar su inclusión en el cartel era mostrando lo que había dentro de él, deseos, arte, temple, pundonor y sobre todo el hambre de ser figura, cosa que conseguirá por el camino que recorre. Bien por el torero.

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