La gracia de pedir una chuleta a domicilio es que cuando se abra la caja -pequeña casi siempre- de esta se desdoble un pedazo tan grande que pueda alimentar a toda una familia. Lo increíble de esta fenomenal costumbre vallecaucana es que debajo de esa enorme sábana de carne de cerdo hay papas a la francesa, arroz y, a veces, hasta ensalada. De no creer, pero así es allá y si le pasa lo contrario, lo tumbaron.
Pero a veces vale la pena salir de la casa a comerse una chuleta y pocos lugares tan agradables como el restaurante Don Karlos, en Buga. Está rodeado de enormes árboles para sobrellevar el aplastante sofoco del día y el río que pasa a su lado refresca la vuelta. Por eso, en medio de su sencillez, como casi todos los comederos de chuleta, este me parece un acogedor local para sentarse y pasar el rato.
Nuestra chuleta, de la cual comimos seis personas -incluyendo dos niños-, traía arroz, papas a la francesa y hogao. Como siempre en la zona, los precios son muy amables y todo alcanzó solo los $37.000; algo impensable en una ciudad como Bogotá.
Si Buga está en su itinerario, si visitar el Milagroso hace parte del paseo y si lo coge la hora de almuerzo, bien pueda acercarse sin arrepentimientos a este lugar que hoy le recomiendo.
Teléfonos: 2370635 – 3165263096
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