Las quesadillas no son aburridas en sí mismas. De hecho, podría comerme varias en una misma sentada. Pero siempre he creído que algo les falta (¿un poco de diversión, tal vez?), algo que me saque de ese lugar monótono en el que empiezo a patinar después de un par de ellas. Eso me pasa.
Juan Pablo Parra, creo yo, también pensaba lo mismo y, me atrevo a decir, por eso se imaginó un local como Chidas, un sitio de quesadillas poderosas, donde sin llegar al extremo del hastío y la exageración en ingredientes, le da un toque muy entretenido a este sencillo clásico.
La dinámica es así: la quesadilla, hecha con una tortilla de trigo y queso tipo Oaxaca, se puede pedir en combo (quesadilla, acompañante y bebida: $18.500). Para mí, esto vale como un almuerzo; eso sí, de acompañante voy con la sopa de tortilla (aunque el pozole, la sopa típica mexicana, también le hace guerra). Pero por el lado de la quesadilla me quedo -¡lejos!- con la de bondiola, B.B.Q de chiles, cebolla encurtida, aguacate y queso. También hay de pollo marinado en chiles ahumados, sobrebarriga asada, tocineta crujiente y vegetariana. Las lorenzas ($6.500), unas tostadas de harina de maíz fritas, también están muy bien y se pueden ordenar con los mismos ingredientes de las quesadillas, salvo algunas excepciones. Es decir, ¡opciones hay!
Lo que me gusta de este lugar es que se toma el trabajo de convertir la comida rápida en algo mucho más elaborado y cercano a la alta cocina, donde las carnes pasan por largas cocciones, al igual que los vegetales, y donde los toques de fina bacanería, como dejar que el queso del borde de la tortilla se dore hasta un punto crujiente, por no mencionar la traída de los chiles desde México, hacen de este un local que además de comida, también le da cariño a los clientes.
Y no es para menos. Todos estos detallitos, Juan Pablo, el duro de Chidas, los ha aprendido por la única e inobjetable razón de que ha estado metido en una cocina desde los 17 años; primero, como ayudante de Harry Sasson, donde años después también fue jefe de cocina, y después porque estuvo al mando de los fogones de la embajada sueca en Colombia cuando apenas si tenía los 20 años; por no contar un sinnúmero de otros lugares en Colombia, Europa y Estados Unidos donde igual ha estado al frente de la candela.
Toda una vuelta de años para tomar la decisión de renunciar al sofisticado y complicado mundo de los restaurantes a manteles y así ponerle, por fin, el tumbao a un popular platillo de otras tierras.
Dirección: calle 90 # 17 – 45, local 2 y calle 93A # 13ª – 28. Bogotá
Teléfono: (1) 257 17 46
Horarios: lunes a viernes de 12:00 m. a 8:00 p. m. en la calle 90 y 8:30 p. m.en la 93A. Sábados hasta las 4:30 p. m.
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