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Estas preguntas o decisiones tan trascendentales se han vuelto el tema de moda en redes sociales, columnas de famosos o personas influyentes y demás medios de comunicación. Un tema tan personal ahora es de dominio público.

Estas tres preguntas han creado varios bandos. Los que no quieren tener hijos por nada del mundo. Los que quieren. Los que quieren solo uno. Los que quieren más de uno. Los que no están seguros. Sea cual sea el bando que uno elige siempre habrá detractores, opositores o, en el otro lado, gente que lo felicite.

En el bando de los que no quieren hijos, están los respetuosos y los irrespetuosos. Estos últimos son quienes en muchas ocasiones juzgan a quienes los tienen y el listado de improperios no les falta. Como ejemplo, está un columnista de este periódico que por poco llamó imbéciles a los que se atreven a ser padres. A este personaje nunca nadie le ha dicho al parecer nada sobre sus decisiones laborales, acerca del lugar donde trabaja o su vida en general, pero él se sienta desde una poltrona a criticar al prójimo solo porque su decisión es otra.

También está el bando de los que tienen uno o varios hijos: puede que algunos se quieran mostrar como los súper papás o hasta llamar «vacíos» a los solteros. También están quienes aceptan que ser padres no es una decisión que se deba tomar a la ligera y respetan a quienes deciden no hacerlo. De todo se ve, pero entonces me pregunto: ¿quiénes somos para decirle a alguien que tenga un hijo? ¿Es que vamos a responder emocional, afectiva y económicamente por esa criatura? Lo mismo si uno decide tener un solo hijo. No faltarán las preguntas: ¿vas a dejar a tu hijo o hija sin un hermanito? ¡Egoísta! Y qué decir del que tenga más de uno o dos hijos: la gente también se meterá con su instinto, deseo innato o aparato reproductor y lo señalará por llenar al planeta de niños.

Sea cual sea su decisión estas tres preguntas ya no serán suyas, ahora son públicas, sí, de los otros. A mi modo de ver ahí radica el problema: ¿cuándo algo tan íntimo pasó a ser de dominio público?, porque no respetamos y dejamos a cada quien vivir su vida a su manera. Todo está mal. Tienes que pertenecer a un bando. No puedes respetar al otro. “El vive y deja vivir” ya no es la consigna: la consigna es demandarle al otro que viva su yo más íntimo como a los demás se les de la gana.

#porunmayorrespeto

@JuanaRestrepo87

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