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El número 30 puede significar muchas cosas. Puede ser que cada día te levantes más seguro de quien has sido o que, definitivamente, ahora quieras rearmarte para cambiar toda tu vida. 30 es solo una fecha de cumpleaños, como cualquier otra, solo que puede desatar en tu cabeza una serie de dudas y de certezas…

Cómo:

Pensar que lo tenías todo arreglado y que no habría ninguna crisis.

Ver que en la crisis hay un gran cambio.

Extrañar a un puñado de amigos regados por el mundo.

Quererlos a todos juntos, allí en un mismo lugar, pero darte cuenta de que es imposible. Así que encuentras un lugar distinto para ti, donde llevas todos sus recuerdos.

Perder la noción del tiempo en los ojos de tu hija. No querer separarte de ella ni un instante.

Darte cuenta que ser madre no te hace ni superior ni inferior.

Saber que nada es seguro. Todo es incierto.

Escuchar chicharras mientras escribes esto.

Buscar la manera de crear, repensar, a veces en el silencio y la soledad.

Preferir lo salado, a lo dulce.

Redefinir el éxito. Luego de X trabajos, o de X estudios, te dice tu familia: y ahora, ¿qué quieres ser?, ¿qué vas a hacer?

A veces mucho no es suficiente, a veces queremos más.

Cambiar el rumbo.

Extrañar tanto a ese padre que vive allá, en la aún casi incomunicable Cuba. «Quiero leer tu blog». Escribir para él, aunque solo sea para él.

Darte cuenta de un nuevo camino y de que estás siendo feliz, aunque la sociedad te diga que esa no es la manera de serlo.

No entender nunca qué demonios quieren los demás de ti.

Darte cuenta que en la vida tendrás que morir muchas veces para renacer de nuevo.

Cogerle pereza a tu antiguo trabajo hasta los tuétanos.

Darte cuenta de la rareza que es encontrar un buen amigo.

Anhelar ser más callado. Y esperar que los demás lo sean.

Descubrir un talento oculto. Tal vez la razón de tu vida.

Pensar en esa novela sin publicar guardada en un folder de tu computador.

Ver una nueva cara de Dios.

Llevar apenas 200 páginas de uno de esos inmensos libros del escritor noruego Karl Ove Knausgård. Saber que más importante que volver a escribir, es volver a leer. Ponerte como pequeño reto terminar otras 400 páginas. Sí, aunque ahora solo cuentes con breves espacios de tiempo.

Darte cuenta que habrá personas que nunca se cansarán de pedirte, de exigirte.

Amar tu vida tal y como ha sido, con errores, miedos, embarradas, triunfos, ganancias y pérdidas.

Saber que amaste a quien debías amar.

Agradecer por quien está hoy a tu lado.

Darte cuenta de que la vida y los planes no tienen que ser como los imaginaste.

Dejar de pelear porque los otros crean en lo que tú crees.

“Vive y deja vivir”, siempre será tu premisa favorita.

Cada vez eres más consciente del poder de una amable o de una dura palabra.

Terminar lo que se tenga que terminar, para tratar de empezar algo nuevo.

Sentir mucha sed.

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