Quedé completamente sorprendido, cuando escuché una conversación entre dos mamás en Cali, en donde una le decía a la otra, que afortunadamente su hija no le pidió una moto de 15 años, como lo piden casi todas las niñas de esa edad en estos días.
El que haya ido a Cali recientemente se dará cuenta la gran cantidad de motos que hay en la ciudad, y “Según datos suministrados por el Cómite de Ensambladoras Japonesas, una persona se ahorra 20 horas al mes en el tiempo de desplazamiento por conducir una moto y no un automóvil. Además, los costos de combustible son 60% inferiores. Uno de cada seis caleños, es decir cerca de 350.000 personas, se movilizan en moto. Ningún otro medio transporta más individuos en la ciudad que estos vehículos y sólo se le acerca el MÍO que reporta 340.000 viajes diarios. Las cifras reveladas por la Asociación de Empresarios y Motociclistas de Cali posicionan a la ciudad como la segunda urbe del país, después de Bogotá, donde circulan un mayor número de motos”, dice un informe publicado en el diario El País de Cali en 2011, dejando ver que hace 5 años, este tema ya era de enorme importancia, pero nunca pensé que llegara a convertirse en un regalo de 15 años para una señorita.
Los 15 años no es una de esas tradiciones europeas que nos quedaron de la colonia, como bailar el vals en el matrimonio o pensar que la música clásica es la música de orquesta europea. Por el contrario, parece que es una tradición latinoamericana, donde los padres presentan a su hija a la sociedad en la que viven, como diciendo que ya ha llegada a una edad en la que puede ser cortejada; claramente esto tiene una cantidad de cosas de antaño, como presentar a su hija como un bien al mercado, celebrar el paso de niña a mujer, buscar marido e incluso demostrar que se tienen la hija más bella o que tiene el dinero para hacer la mejor fiesta, lo que a veces se ha malentendido con actos realmente espantosos, como bajar a la niña entre una ostra rosada al salón del baile.
Preguntando a personas cercanas, me he dado cuenta que son muchas las niñas que esperan esta celebración, pero no por ser un momento icónico de su vida, sino por el regalo, que va desde una simple cena, pasando por fiesta pomposa de presentación en sociedad, hasta un viaje a Europa con sus amigas, pero nunca me imaginé que en Cali pidieran una moto de 15 años. Hemos visto casos donde se piden cirugías de nariz, nalgas o senos, pero quedé completamente sorprendido con el tema de la moto.
¿Para qué quiere una mujer de 15 años una moto? Para ser más libre, no depender de nadie, ir a donde quiera más fácilmente o para mostrarle a sus amigas que ella también tiene. El problema es que ir a Europa conlleva una responsabilidad personal, de cuidarse y de no meterse en líos; las cirugías tienen que ver con los actuales códigos de belleza y la autoestima; la fiesta es muy posible que sea más un deseo de los padres que de la niña, pero la moto, conlleva responsabilidades mucho más grandes, y eso nos debe poner a pensar un poco más.
“Es que como ya tengo 15 años puedo tener moto”, como si manejar un vehículo solo fuese la libertad de moverse más rápido. No, conlleva cumplimiento de normas, costos continuos y un nivel de responsabilidad enorme donde su propia vida está en juego, como la de otras personas. Manejar un carro o una moto, es quizá la responsabilidad más compleja que tiene un ciudadano, porque muestra si es capaz de cumplir las normas y asumir las consecuencias de sus actos.
Si bien es cierto que una moto es más barata que una fiesta de 15 o un viaje al extranjero, también es cierto, que es posible que muchas mujeres que llegan a esa edad no tiene la madurez para asumir lo que significa manejar una moto.
Así, pasamos de mostrar nuestras hijas en sociedad, pasando por financiarles un viaje por el mundo para que conozcan más allá, hacerse cirugías para ser “más bellas” y seguras, hasta darles tal grado de libertad que les regalamos una moto. ¿Cuál es nuestro rol como padres acá? Sin lugar a dudas el mismo de siempre: educarlas y cuidarlas respetando su libertad e intimidad, mas esto es muy difícil cuando andan en la calle en un vehículo donde la carrocería que las protege es solamente su ropa.
La verdad, no sé si debemos seguir celebrando los 15 años, ni comprendo bien aún por qué se hace, pero lo que sí sé es que no debemos poner en riesgo a nuestros hijos porque una cosa está de moda; desafortunadamente, las motos no son las culpables de que la gente las maneje mal, pero su diseño hace que el conductor este más vulnerable a su propia irresponsabilidad y a la de los demás.
¿Qué podemos hacer? No creo que mucho. Los padres de hoy son más laxos con sus hijos, porque respetan sus derechos y consideran que los han educado bien, y esto es un avance enorme, pero es que una cosa es cuidar virginidades (si es que eso es posible o tiene sentido hoy en día) y otra cosa muy distinta es cuidar la vida de nuestros hijos. Seguramente el debate será muy largo.
señor los regalo de moto para los 15 años lleva mas de 20 años a mi me diero una a hora se utiliza dar un carro
Califica:
O sea que usted es de esos que cuando va en el bus para la oreja para oír las conversaciones ajenas. Que lindo!
Califica:
Se debe abogar por que el Estado sea responsable cuando expide una licencia de conducción, por que las vías sean aptas para la movilidad no para hacer rally, por la formación del individuo. Cuando se cuestiona únicamente el efecto, empezamos a ser parte de la causa. No es el vehículo la causa.
Califica:
Me gusta la posición del Sr Camilo que aunque se declara como Marketero (palabra inventada por El?) enamorado se opone a esta nueva moda que va en contra del desarollo de una sociedad sana. Tengo una frase que se la dejo al amigo Herrera para que me la comente: «Los publicistas estudian 5 años como decir mentiras» (Doña Gallina?, Kokorico, Hane, etc etc etc etc etc)
Califica:
Hoy estoy totalmente de acuerdo con usted, conducir cualquier tipo de vehículo es la señal más clara del nivel de urbanidad de las personas, donde se supone que el conductor sabe, como cualquier persona dentro de una sociedad civilizada, que mis derechos terminan donde empiezan los del otro.
Tristemente acá no hay ni el más mínimo ápice de empatía por los demás. y creo que eso se ve reflejado en la sed de violencia que se ve cada día más.
Califica: