Una joya escondida en el corazón de Bogotá. El restaurante Factory Steakhouse & Lobster tiene los mejores cortes de carne que me he comido en la ciudad. Aquí le cuento, lo provoco y lo convenzo de ir.
No soy una persona particularmente carnívora, lo confieso. Pero me habían hablado tanto de Factory, que no pude resistirme. Fui particularmente motivada por sus innovaciones culinarias, pero salí con ganas de regresar hasta terminar de probar, uno por uno, cada plato de su menú, incluso los clásicos, las guarniciones, las sopas, ¡todo!
Factory Steakhouse & Lobster es una apuesta de lujo para los amantes de la carne, nacionales y extranjeros, pues está ubicado dentro del hotel Marriott Calle 26, en plena vía que comunica el Aeropuerto El Dorado con el Centro Internacional. Ubicación estratégicamente pensada para atraer a los ejecutivos que se alojan en el hotel durante sus estadías de negocios, pero también a los bogotanos que están buscando joyas de la gastronomía de talla internacional.
Pero basta de retahíla, vamos a lo que todos nos interesa: la comida. Le voy a contar todo lo que pude probar, pero antes le advierto que vaya por algo para engañar al hambre durante la lectura, porque le voy a abrir el apetito.
Las entradas: generosas y equilibradas
Cuando vi que en el menú de Factory Steakhouse & Lobster estaba el exquisito y muy exclusivo Jamón 100% Ibérico de bellota, no lo dudé. ¡Y qué buen inicio!
Si no lo sabe, le cuento que el Jamón Ibérico tiene denominación de origen y pasa por estrictos procesos de crianza y producción en España. Por eso, no todo jamón puede darse el lujo de llamarse “ibérico”. Y, dentro de los ibéricos, hay distintas subcategorías, siendo el de bellota la más exclusiva.
Estos jamones, elaborados a partir de cerdo que ha sido alimentado mayormente de bellotas, se caracterizan por su oleosidad suave, el sabor equilibradamente salado de su carne y las notas cremosas que deja en el paladar. ¡Todo un manjar!
Continué con una orden de “Moules & frites”, es decir, mejillones en reducción de vino Sauvignon Blanc y puerro, sobre unos bastones deliciosos de papa, cuya crocancia se retraía deliciosamente con la cremosidad de la salsa.
Me voy a arriesgar con esto que le voy a decir, pero no importa: Si a usted no le gustan los mejillones en general, debería darle una oportunidad a esta entrada, que seguro lo hace cambiar de opinión. Hágalo y me cuenta.
Cocina abierta, realmente abierta
Si usted va en pareja o en grupo, pedir una Ensalada César estilo New York en Factory es una experiencia única. Uno de los anfitriones del lugar arma una estación de ensalada justo al lado de su mesa, con el fin de preparar el plato frente a sus ojos.
Viene con cogollos de lechuga romana, abundante queso parmesano, trozos crocantes de tocineta, alcachofa y anchoas. Pero la mejor parte, al menos para mí, fueron los crotones de focaccia, trozos tan crocantes como una galleta, pero de queso focaccia que se desarma entre los dientes, dándole una combinación de texturas especial a la ensalada.
Carnes con certificación
No sólo el Jamón 100% Ibérico de bellota de Factory Steakhouse & Lobster garantiza los altos estándares de calidad en sus carnes, también lo hacen todos demás sus cortes, traídos a Colombia por importadores boutique.
Los amantes de la carne van a la fija con cualquier plato que pidan, pues todo es cuidadosamente seleccionado por el chef, quien tiene una predilección especial por cortes como Angus certificado y signature. Además, todas las piezas de carne llegan enteras al hotel, donde posteriormente son seleccionadas y tajadas, para no alterar así sus propiedades organolépticas.
No me aguanté las ganas de probar un plato de 397 gramos de lomo angus tipo New York, corte americano Angus CAB. ¡Tremenda sorpresa para este paladar que poco gusta de la carne! Sin duda, Factory es el paraíso para los carnívoros, pero también una caja de Pandora para quienes no nos creíamos tan fanáticos.
Probé también las costillas de cerdo St Louis en BBQ de manzana y cognac. Una salsa a partir de cognac no podría defraudarme, sin duda alguna. Pero lo mejor de este plato no es la salsa (aunque es de muerte lenta) sino la textura de la carne, pues la suavidad de las costillas permitía partir los trozos usando únicamente el tenedor.
Una cita pendiente con el mar y el oro
Aunque la especialidad de Factory Steakhouse & Lobster son las carnes, tengo que regresar a probar también su oferta de mariscos, de la cual me han hablado maravillas. De hecho, su langosta es una de las más famosas entre los conocedores a nivel nacional.
Si usted va y quiere darse el gusto, le sugiero el plato llamado “Mar y Tierra”, ideal para compartir entre dos personas. Consta de 400 gramos de langosta thermidor y 200 gramos de lomo fino, acompañados de papa nativa y espinacas a la crema.
Pero hablando de gustos, le cuento que si usted pide uno de los mejores cortes del restaurante, se sorprenderá al ver llegar su plato coronado con oro de 24 kilates. Sí, lo leyó bien. Se trata de un discreto lujo (totalmente comestible, obviamente) que decora la parte superior de estas exquisitas preparaciones. ¿Se animaría?
Notas finales con la barriga llena
- Factory Steakhouse & Lobster:
- Av. El Dorado # 69B – 53, Bogotá
- Reservas: 486 3872 Ext. 6300
- Aquí puede ver el menú
- Recomendado para: cenas románticas, pedidas de mano y aniversarios. ¡Le juro que descresta! Es un ambiente súper discreto, tranquilo y lleno de detalles exquisitos, no sólo en la comida, sino también en decoración, atención y ambiente. Visítelo también para reuniones importantes de negocios.
- Entre tantas propuestas totalmente apetecibles, casi olvido recomendarle una guarnición: la Papa Factory. Le juro que a veces me dan ganas de ir al restaurante solo por una orden de estas papas. Vienen acompañadas de tocino y cebollín, y son gratinadas con crema de parmesano y gruyere. ¡Mejor dicho, se las describo y se me hace agua la boca! ¡Qué papas esas!
- Gracias a que iba acompañada pude probar distintos platos. Creo que este es un buen plan, ir en pareja o en grupo, para así poder explorar pequeños bocados de toda la carta. ¡Es que no hay plato malo!
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