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Después de dos horas de emociones y ansiedad, el espectador descansa plácidamente sobre su butaca al ver que sobre la gran pantalla aparece la palabra F I N.  El final no ha sido completamente explícito, han quedado algunos cabos sueltos.  Esto emociona a algunos espectadores que disfrutarán pensando en finales alternativos como desenlace, pero serán muchos más los que, frustrados, sólo esperarán a que llegue la continuación en una próxima película.
Hollywood es enemigo de los finales abiertos.  En su afán por complacer a la audiencia a toda costa, aun de la trama, sus películas tradicionalmente han terminado con un buen final feliz en el que todo se resuelve. En las últimas décadas, sin embargo, se ha incrementado el número de películas que se realizan a partir de una historia anterior.  Este fenómeno tiene que ver con los bajos niveles de riesgo que hoy quieren asumir los grandes estudios con una lógica que funciona desde el mercado y generalmente es terrible para los cinéfilos: Si una vez funcionó, seguirá dando resultado. 

Desde hace varias décadas se han presentado historias basadas en un personaje que evoluciona con el tiempo y en esta modalidad quizás el más famoso es James Bond, que ha pasado por cinco décadas y ha sido interpretado por nueve actores. En este caso, cada una de las películas cuenta su propia historia y no depende de otras para ser interpretada, lo que termina siendo positivo porque se construye un perfil de personaje que se mantiene pero evoluciona.
Caso distinto es el de las películas que se presentan desde su inicio como una serie o trilogía y en las que cada entrega completa la gran película que se construye entre las tres.  A mí me frustra ir a una película que sólo es la tercera parte de una más grande y en mi experiencia he descubierto que la peor suele ser la segunda por una razón muy simple: No tiene principio ni final. 
Las trilogías hacen parte de un grupo más grande que es el de las secuelas y las precuelas.  Esto ya se usaba en la literatura y consiste en contar historias que ocurren antes o después de la película original.  En el caso de la secuela, continuamos en donde había acabado la película anterior y en el de la precuela son acontecimientos que explican el origen de lo que vimos en la primera.  Las secuelas y precuelas sólo funcionan si tienen ellas mismas una historia independiente que contar y ésta aporta al entendimiento total de la historia.  
Quiero aclarar que no estoy en contra de todas las «sagas» de películas, sólo de aquellas que no tienen razón de ser desde la lógica de una historia, por eso soy enemigo de las continuaciones que se basan en cambiar sólo el escenario, la aventura o, peor aun, el carácter del personaje. 

A diferencia de la adaptación que implica el paso de un medio a otro (tv, literatura o teatro a cine) y que implica un mayor proceso creativo, el remake, como su nombre lo indica, es un proceso de reelaboración de películas ya existentes. En este caso se retoma lo que ya se ha hecho y se vuelve a rodar para «actualizar» el contenido (películas de otra época que se ruedan en la actual) o «adecuarlo» a un contexto distinto (cuando se hace una versión Hollywood de una película de otro país). Yo personalmente he visto pocos buenos remakes. 
Otra modalidad que se ha hecho recurrente es el spin off.  En esta caso, la película toma un personaje secundario de la historia original y desarrolla su historia. Este tipo de películas funciona muy bien cuando se trata de personajes sólidos (como los de la literatura), pero suelen fracasar ante la falta de fuerza que tienen los secundarios cuando adquieren protagonismo. 
Lo preocupante de este panorama es que la apuesta sigue siendo segura: Las películas que son continuación o reelaboración de películas anteriores siguen siendo las más rentables.  Entre las 100 más taquilleras en el mundo (que puedes ver aquí) 58 son continuación o remake de alguna anterior.
Basta revisar la cartelera comercial de nuestras ciudades para descubrir cuantas de las películas que nos ofrecen son realmente originales.  
Sé lo que viste el verano pasado…y lo que verás en la próxima navidad. 
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