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Tarantino es un autor de culto y un cineasta de videotienda.  Es común que hoy en día, sobre todo entre las nuevas generaciones, uno de los pocos autores de la industria que aparece con nombre y apellido en las preferencias de los espectadores sea Quentin Tarantino. Su estilo es poco ortodoxo y su cinefilia (formada en videotiendas y cines de barrio), se hace presente en todas las películas como una especie de remix que le ha ayudado a conseguir su estilo particular, el de un maestro del collage. 

Es bien conocida la anécdota de que Quentin Tarantino renunció a un trabajo lucrativo para dedicarse a atender una tienda de video.  En este período, el director pudo ver lo mejor y lo peor del cine mundial, lo que le sirvió para hacerse un gran panorama del cine y, sobre todo, para dirigir películas que han podido llegar al gran público y hacerse también con el beneplácito de la crítica.  Ver una película de Tarantino es también asistir a un montón de referencias directas o indirectas en donde un plano largo y contemplativo puede estar seguido de una secuencia de acción, algún diálogo profundo se rompe con una conversación insulsa y un momento dramático se rompe para presentar una lucha de violencia explícita y mucha sangre.
De todos los géneros cinematográficos (o tendencias), la obra de Tarantino siempre se ha vinculado con tres: Thriller, artes marciales y western.  Es curioso que antes de Django Unchained nunca hubiese escenificado una de sus películas en el aquí y ahora de la conquista del oeste americano; pero todas sus películas tienen algo de esa impronta inconfundible de pistoleros, vengadores y duelos, siendo Kill Bill la más cercana al género por tratarse de una película basada en una venganza con un esperado duelo final.
Django Unchained ratifica muchas de las características del estilo al que Tarantino nos tiene acostumbrados: Largas escenas de diálogos, luchas con violencia explícita, música nostálgica con aire setentero y buenos actores interpretando un guión maravillosamente construido.  En la película se lucen todos los actores principales pero, de manera especial, se demuestra que Cristoph Waltz es uno de los más grandes intérpretes contemporáneos y el nuevo consentido del director.  Leonardo Di Caprio también hace un gran trabajo ratificando que es un actor sin grandes premios que se ha dado el lujo de trabajar con los más importantes directores del cine contemporáneo (Scorsese, Eastwood, Boyle, Cameron, Nolan, Spielberg y ahora Tarantino) y Samuel L Jackson nos regala una interpretación memorable, muy distinta a todo lo que había hecho.
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Como en las buenas películas, el principal efecto especial es el guión.  La historia, que se presenta inicialmente como un «negocio» de cazarecompensas, es sólo la excusa para hablar de la amistad, el amor, la libertad y la dignidad en un marco de extrema violencia y en donde el género western aparece en su forma pero no siempre en su contenido. Sorprende, sin embargo, que la banda sonora no acuda sólo a tradicionales melodías del género (aunque hay referencias a Sergio Leone), si no también a canciones más contemporáneas y algo del sonido funk de los años 70, posiblemente justificado por tratarse de una historia de afroamericanos. 
Los fanáticos de Tarantino podrán deleitarse con guiños a su obra en la película con diálogos y escenas puntuales que invitan a descubrirlos. La fotografía (iluminación y cámara) y la dirección de arte (maquillaje, ambientación, vestuario, etc) acompañan  a la historia generando una atmósfera de época, pero también son narrativas, pues nos dan información importante sobre el carácter de cada personaje y la atmósfera que los rodea.  
En el universo enrarecido de las películas de Tarantino los héroes brillan por su ausencia, pero en Django la caracterización del Dr. King Shultz (Waltz) lo acerca bastante a este rol; aunque sus métodos son brutales, tiene una ética de vida que le da interesantes matices heroicos.  En su contraparte, Calvin Candie (Di Caprio) es un villano multifacético, curiosamente con características similares al nazi de Bastardos sin gloria interpretado por Waltz, un personaje simpático en apariencia pero cruel y malvado en extremo. Alrededor de estos personajes surgen otros muy interesantes: El esclavo liberado y con sed de venganza, los esclavistas cobardes y el negro antinegros, tal vez el personaje más interesante de la película. 
Tarantino seguirá haciendo un cine muy personal, con su sello inconfundible y una coherencia que hoy es escasa entre los directores.  Es imposible ser indiferente frente a sus películas, aunque en la misma historia amemos una secuencia y odiemos otra; lo que es claro es que con cada uno de sus estrenos tenemos la oportunidad de asistir a un nuevo clásico del cine. 

Espere en mi próxima entrega: Ir a cine y no a películas

Para ver otros textos sobre cine y cultura visite Jerónimo Rivera Presenta

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