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Es digna de admiración la audacia que el expresidente César Gaviria ha desplegado para evitar la bancarrota de la más rentable de sus empresas: el Partido Liberal.

No cabe duda de que Gaviria es un estratega genial. Y tan atinado en lo suyo, que ya quisiera contar con sus servicios otra de las grandes firmas electoreras que va hacia una bien ganada extinción: el Centro Democrático.

Y también que Gaviria procede tan ingeniosamente como el que más a la hora de echar a andar estrategias de rescate político. Su última maniobra es una creación maestra. En realidad, una certera trampa para atrapar ingenuos digna del mejor cazavotos criollo: el expresidente Uribe.

De hecho, nadie había descubierto lo que descubrió Gaviria: que la vía más rápida para llegar al hígado, al estómago y al voto del ciudadano es el uso responsable y autosostenible de las mascotas. Mejor dicho, de la muerte de las mascotas.

Y llegar a ese voto es a lo que apunta hábilmente el proyecto de ley presentado por el representante del Liberalismo a la Cámara, un tal Alejandro Carlos Chacón, y que ya cursa en el Congreso.

El proyecto busca que la muerte de la mascota le dé al amo el derecho inalienable de usar dos días de licencia remunerada para mitigar el profundo dolor causado por el pago del IVA a los servicios funerarios. Y bueno…también por la pérdida del animal.

En opinión del expresidente Gaviria, “antes, las mascotas morían sin pena ni gloria. Ya no. En adelante, y gracias al Liberalismo, el amo podrá endulzar el deceso de la mascota con dos días de vagancia con ínfulas de licencia; y estando las mascotas al tanto de esto, ellas podrán morir en paz y llevar, durante los días que le esperan de muerte, una vida tranquila y libre de covid y otras molestias letales”.

Por fortuna las mascotas no piensan como César Gaviria. Si lo hicieran, ya se habrían extinguido.

Los siguientes son dos de las varias fallas que los animales de compañía vieron en el proyecto.

Por muerte de familiar, al humano le dan cinco días de licencia; por muerte de mascota, solo dos. Mortal inequidad. Cumpla, doctor Gaviria, la ley que ordena que a dolor igual, vagancia igual.

No otorguen holgazanería; dennos, en cambio, el derecho al sufragio. El Liberalismo ha de saber que los únicos votos capaces de sentar en la Presidencia de la República a Simoncito Gaviria, son los de las mascotas.

Prometemos, por último, que gracias a este proyecto entraremos pronto en el mundo político, y que allí cumpliremos un buen papel.

Mejor dicho, un papel serio, respetable y sobre todo honesto. Pero para ello necesitamos aprender a dominar los modos más eficaces y legales de “abudinear” la hacienda pública. 

Por tanto, quienes nos adiestren en esta lucrativa labor, deben ser los mejores “abudineadores” del mercado. Y no hay duda que los mejores son los graduados en las venerables aulas de La Picota.

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