La tragedia en Gaira: de la culpa, el dolo eventual y otros demonios
Supongamos que está en una fiesta. Supongamos, además, que usted es un hombre decente, responsable, cumplidor de las normas y que siente respeto por la vida de los demás. Pero, también afirmemos, que usted es una persona común y corriente que, como tal, puede cometer errores. ¿Quién acaso no se ha equivocado alguna vez en la vida? El problema se sale de las manos cuando la “equivocación” no solo te perjudica en forma individual, sino que, además, afecta la vida de otras siete familias.
El empresario samario Enrique Vives, quien fue candidato al Concejo de Santa Marta no se tomó “solo tres cervezas”, sino que se atrevió a manejar su camioneta en un severo estado de embriaguez –nivel tipo 3— según dictaminaron las autoridades locales.
Un conductor de camión, testigo de los hechos, narró a El Tiempo que cuando él venía en sentido contrario al de la camioneta de Vives por la Troncal del Caribe, notó que algo como “cartones volaban por el aire”.
El conductor relató que siendo aproximadamente la 1 de la mañana del lunes se movilizaba por el sector de Gaira cuando vio morir a los jóvenes que iban caminando pegados a la baranda en medio de la doble calzada. «Imaginé que eran cartones los que volaban. Pensé que era una caja que estaba llena de cartón, pero cuando vi de cerca lo que acontecía me impacté mucho”, recuerda el chofer de camión. LEA AQUÍ: Testigo revela cómo fue el accidente en Gaira
El caso de Gaira, como se conoce en el ámbito judicial a este suceso, no es uno aislado. Hay elementos que permiten pensar que, a pesar de lo terrible de matar a seis personas y herir gravemente a otra, también Vives puede tener atenuantes que lo ayudarán a que la justicia penal le disminuya la condena.
La famosa escena en la que Enrique Vives, quien segó, con dolo eventual o culpa agravada por la embriaguez, la vida de seis personas, y causó enorme mal a siete familias, y en la que se victimiza mostrándose “agonizante” en una foto publicada en todos los medios, poco lo ayudó.
Y es que este no es un caso aislado porque, según informes de prensa, en ese mismo sitio del accidente que cobró seis vidas, han ocurrido al menos otros cincuenta. La pobre iluminación, la situación del tramo y la desobediencia civil del peatón que invade la carretera ignorando un puente peatonal, propician accidentes como este. Pero el asunto es que Enrique Vives no debía estar manejando. Y más que la luz, la invasión de la calle o el estado de esta, el determinante es que el empresario samario estaba ebrio.
Y es precisamente esa consideración en la que se apoyó la Fiscalía para imputarle cargos de “dolo eventual” a Vives, lo que desató -y sigue desatando- una agria polémica jurídica en el país.
“El estado de embriaguez y el exceso de velocidad no le permitieron reaccionar. Si él hubiera estado sobrio, hubiera podido detener el vehículo o pasarse a la otra calzada”, consideró el fiscal del caso al imputarle dicho cargo. “Él sabía lo peligroso de esa vía, porque la conocía, y también era consciente que, al estar ebrio, podría lastimar a alguien”.
Abogados consultados sobre la acusación contra Vives, consideran al respecto que, aunque difícil de sostener, la acusación puede ser válida porque Vives sabía que, manejando ebrio, podría causarle daño a alguien, “pero le fue indiferente: dejó al azar esa posibilidad con un alto porcentaje de que ocurriera una desgracia, como en efecto pasó”, citó la Fiscalía.
Y aunque parezca una exageración pedir años de cárcel para el joven empresario por lo que de todas formas se considera “un accidente”, ya existe en el país sentencia sobre un hecho en el que también se aplicó la figura de dolo eventual. Sucedió en Bogotá, cuando un conductor, bajo los efectos del alcohol, causó la muerte de los dos ocupantes de otro vehículo.
La Corte Suprema determinó entonces que se estaba ante un Dolo Eventual y no Culposo, pero, sin embargo la decisión no fue unánime. En el caso Vives, existen atenuantes que la justicia tendría en cuenta sólo para efectos de cuantificar la condena civil indemnizatoria, y no para disminuir los años de cárcel a los que será merecedor, como lo reitera el abogado barranquillero José Luis Herrera: “La sanción penal no se puede asimilar a la condena civil, frente a la cual es ineludible valorar el caminar de las víctimas (no usar el puente peatonal) antes de que apareciera Vives como un bólido”.
Lo que sin duda no le hace ningún favor al ya muy enredado Vives -matar en cualquier circunstancia a seis personas, ya es de por sí un hecho abrumador y repudiable- es la actitud de su familia que quiere imponer su influencia para amedrentar a la Justicia, lo que ya ha sido denunciado de manera formal.
La funcionaria de la Fiscalía Diana Quiñones, recibió una llamada intimidante de Alfredo Vives Lacouture, a quien se le restringió la entrada a la Unidad de Reacción Inmediata del ente acusador.
“Me manifestó que cualquier cosa que le pasara médicamente –porque estaba enfermo– era responsabilidad de la Fiscalía. Igualmente, hizo otra manifestación. Dijo que la Fiscalía, Procuraduría y la juez estábamos al servicio de los lacayos y los políticos. Le dije que respetara, que nosotros no estábamos al servicio de ningún grupo político y no tenía que seguir escuchándolo”, narró la mujer. LEA AQUÍ: Amenaza del padre de Enrique Vives a funcionarios de la Fiscalía
Aunque es claro que aquí no se están juzgando “apellidos” sino a un hombre que provocó un fatal accidente, es por eso mismo que se debe respetar, por parte y parte, el debido proceso que, por un lado, recibe presiones de medios, sociedad, Alcaldía de Santa Marta y Gobernación del Magdalena, para que se condene sin haber validado, al parecer, todas las pruebas aportadas por la defensa y, por el otro, la permanente presión de una familia que amenaza y no acepta que uno de sus miembros espere juicio en prisión.
La famosa escena en la que Enrique Vives, quien segó, con dolo eventual o culpa agravada por la embriaguez, la vida de seis personas, y causó enorme mal a siete familias, y en la que se victimiza mostrándose “agonizante” en una foto publicada en todos los medios, poco lo ayudó.
Y no es el apellido. No es porque el autor del hecho sea “de familia bien”. No es porque se le quiera dar “una lección a la arrogancia del poder”. No. Enrique Vives, ya sea declarado en juicio culpable o inocente, tiene sobre sus hombros el peso de segar la vida de seis jóvenes en Gaira, al haberlos arrollado cuando manejaba a máxima velocidad y bajo los efectos del alcohol. Una acción que, bien sea culposa o dolosa, deja en realidad la misma terrible consecuencia: seis jóvenes que jamás volverán a estar en el seno de sus familias.
Y esa será la “condena” que, con o sin atenuantes, Enrique Vives deberá cargar en su conciencia. Porque así los familiares de los interfectos hayan sido indemnizados, gracias a la solvencia económica de Vives y a su generosa póliza de seguros, la condena penal -en el caso de que sea hallado culpable de un delito doloso- no se desvanece, ni se extingue.
Tiene partes ciertas y otras no. Tambien es cierto que aun estando sobrio quienes hemos transitado esa via hemos sufrido el stress de pasar por alli debido a que hay que esquivar motos y el mal comportamiento y la imprudencia del peaton. Hata que punto los peatones no propician este tipo de accidentes nefastos?? Esto sin dejar de considerar que no se debe manejar en estado de alicoraamiento. Pero en colombia quien puede tirar la primera piedra??
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