A mis padres, quienes aún se toman de la mano.
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Benjamín y Ofelia colocaron sus manos
en un jardín heredado.
Se convirtieron en arquitectos
y bajaron la casa del aire.
El espíritu de los abuelos
cuenta cada ladrillo en la madrugada,
los retan a observar el amanecer
sin que se derritan sus ojos.
Benjamín se enamoró un día
de los perfumes del caballero de la noche,
sembró en el jardín parte de su sensibilidad
para que floreciera].
Cada noche esperan la llegada del aroma
que les trae el anhelo de recordarlo todo].
Ofelia abraza al viejo,
junto a la chimenea
le regalan un suspiro a la eternidad].
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[Eskarlata – D.R.S.]
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