Crónica de una historia que comenzó con una tertulia y terminó cuando cerró el telón en el Teatro El Ensueño, el 30 de julio de 2022.
25 de julio – 5:45 p.m.
Conduzco por la avenida 19 con Carrera 7a. Escucho el álbum ‘Heritage’ de los suecos Opeth para mitigar el estrés del tráfico capitalino. Hada, mi mascota, en el asiento trasero del vehículo, me observa con mirada complaciente. Se ha acostumbrado a convivir entre sonidos melódicos y extremos. Pasa por mi mente una escena clave de mi pasado: cuando inicié la colección de discos de rock y metal, comprándolos en las tiendas del centro comercial Ovni.
Una llamada interrumpe mi monólogo mental. Una voz familiar del otro lado me invita a un concierto de dos agrupaciones legendarias del metal sinfónico colombiano: Tenebrarum y Ethereal. Se trata de Juan Carlos Prieto, director del Movimiento Rock por los Derechos Humanos de Ciudad Bolívar. El evento se llevaría a cabo en el Teatro El Ensueño de la localidad 19 de Bogotá el 30 de julio. Un buen día para recordar mis inicios como reportero.
Ciudad Bolívar, una localidad estigmatizada de la capital, que ha enfrentado la segregación, violencia y pobreza extrema; sin embargo, ha encontrado en el arte una salida, un renacer y una forma de expresión que estuvo dormitada entre tantas carencias. Allí han confluido diversos movimientos y expresiones artísticas, como respuesta a los días nefastos que ha vivido su población. Es importante exaltar el que en esta zona se haya edificado un nuevo teatro y que en él se escenifique, por primera vez, un espectáculo de metal que, entre tablas, luces y telones, resignificará la esencia de los sonidos extremos del rock nacional, con una historia de más de tres décadas.
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27 de julio – 12:37 p.m.
Mi objetivo radica en realizar la entrevista a las dos bandas. Sin embargo, el tiempo no juega a mi favor. Buscaré realizar la entrevista con los integrantes de Ethereal en otra ocasión; también la posibilidad de acompañarlos en alguna de sus presentaciones. En este instante les dejaré saber mis apreciaciones sobre el concierto en el que compartirán tarima con Tenebrarum.
Joel Cruz y Jasa Rhem, de Hummingbird Press y Oscura Radio TV respectivamente, facilitan mi contacto con Javier Castro, tour manager de Tenebrarum. El encuentro con la banda queda pactado para el día siguiente en Audio Room, sala de ensayos ubicada en Chapinero.
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29 de julio – 5:30 p.m. / Audio Room
Me encuentro en la intimidad del ensayo de Tenebrarum. Cruzo algunas palabras con Nataly Ossman, portadora de una voz prodigiosa que acompaña a la banda desde 2018 con una fuerza histriónica en el escenario. Ingreso y la agrupación me saluda afectivamente. Comienza a sonar ‘Prisionera Gótica’. Los movimientos y melodías de David Rivera con su violín logran impresionarme. En la sala se encuentran dos mujeres ajenas a la banda. Una de ellas es Milena Barrera, actriz, bailarina y gestora cultural con un amplio recorrido. Su presencia no es fruto de la casualidad.
29 de julio – 5:30 p.m. / Rumbo al hotel
David Rivera, Luis García y Gabriel Alexis se ubican en la silla trasera de mi vehículo; a mi lado, Joel Cruz es el copiloto y el encargado de “hacerlos conversar”. El recorrido hasta Teusaquillo es muy corto; sin embargo, en la sala de hotel Inn Paulita, nos están esperando los demás integrantes de la banda, unas cuantas cervezas y tres horas de conversación.
Sin que lo adviertan, me juego el papel de alguno de los personajes de sus canciones. Tal vez soy la ‘Presencia maligna’, que se viste de reportero para descubrir sus almas. Quiero ir más allá de una entrevista. Deseo conocer a los seres que viven entre luz y oscuridad. Sin reparos, entre nostalgias y chistes que van y vienen; entre risas, silencios y añoranzas, la tertulia se encarga de hacer de este un momento digno de escribir.
El fundador de la banda, David Rivera es carismático, respira y expresa arte. Estamos frente a frente. Él, una leyenda del metal nacional que lleva dedicado al violín cuatro décadas; yo, un periodista, el reportero que busca desenmarañar lo que existe detrás de Tenebrarum.
—Es una banda a la que no le da miedo explorar. Tenemos la fortuna de contar con una ideología clara. Somos una banda libre de hacer experimentos, de fusionar texturas sonoras y, dentro del metal, de buscar otros caminos. -En Colombia, si una banda se sale de ciertos cánones, termina siendo relegada. Lo hemos sentido en Medellín- sostiene el líder de la legendaria banda.
La estatura y seriedad de Luis García, ‘Luisifer’, le imprime un toque de misterio y de apariencia sombría; sin embargo, no tarda en dejar al descubierto la parte más humana de ese músico que se expresa a través del teclado y de una voz gutural en el grupo desde finales del 2004.
—Cuando ingresé a la banda, no tenía ni idea cuál iba a ser mi rol. Había texturas hechas con violín, con guitarra, pero no incluían teclado― explica ‘Luisifer’ y agrega―. Empecé como teclista. Para mí, significó un crecimiento musical brutal.
Julián Rivera, como hermano de David y bajista de Tenebrarum desde 1998, ha tenido la oportunidad de ejercer diferentes roles dentro de la agrupación y ha sido una escuela musical. También de vida. Julián fue intervenido hace poco en su rodilla, debido a una ruptura de ligamento cruzado. Mañana deberá enfrentar el dolor del posoperatorio en la tarima.
―Tenebrarum, a pesar de los años, es un poco testaruda. Seguir grabando, independientemente de las circunstancias del país y del mundo, nos ha permitido intelectualmente y personalmente avanzar. Hacer la música que consideramos pertinente, es un acto de fe. ―explica el bajista.
Sus bromas a lo largo de la velada a sus compañeros y, en especial, hacia el ingeniero de sonido Juan Posada, permiten que la noche previa al concierto sea permeada por la complicidad de unos amigos que aman la música. Es Andrés Giraldo, quien detrás de la batería ha estado en Tenebrarum desde 2014.
— En el 97 conocí a Julián. Fuimos compañeros de universidad. Allí pude ver a la banda en vivo, pero ya tenía algunos casetes de ellos. Para mí, acercarme a la banda fue encontrar algo que me gustaba y poderme enganchar con esa historia― agrega Andrés.
Para el baterista, el 2015 marcó una época definitiva en la agrupación, cuando sus integrantes deciden apostarle todo a la música, sin satisfacer a extraños. Por un instante, el humor ha sido reemplazado por un relato que forma parte vital de su historia.
Mantener la misma alineación por más de 18 años rompe la tendencia de una escena en la que es constante el cambio de músicos en las agrupaciones.
—El rock en Colombia, en su gran mayoría, está compuesto por músicos aficionados. No es el caso de Tenebrarum. Todos somos músicos profesionales y vivimos de la música, por lo tanto, no nos hemos visto en el dilema de escoger entre: sigo estudiando medicina y me vuelvo médico, para poder vivir, o sigo tocando metal y me muero de hambre—añade David Rivera.
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Una banda de metal sin guitarra, con un violín como estandarte y la lealtad como fundamento.
Juan Carlos ‘Chengo’ Henao, quien hasta el 2015 fuese guitarrista y vocalista, abandona la banda. En medio de la nostalgia ―y quizás algo de furor― Tenebrarum asumió con gallardía dicha etapa. Decide no reemplazarlo y afronta el reto de crear un nuevo sonido: el violín llevaría toda la distorsión y sería el punto central en las composiciones; el bajo, por su parte, tendría algunos cambios de frecuencias; mientras que los teclados ampliarían sus atmósferas y el tipo de orquestación.
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Julio 30 – 7:00 p.m. / Teatro El Ensueño
Junto a mi compañera de camino, Alexandra Ochoa, me dirijo al Teatro El Ensueño. La noche fluye, contrasta con el tráfico que por esa hora atasca a la ciudad. Son las 7:30 p.m., Juan Carlos Prieto nos da la bienvenida. En tarima se encuentra Ethereal en plena sintonía con el público. El sonido es impecable, las luces y el espacio son fabulosos. Hoy el metal se ha vestido de frac.
Ethereal lleva consigo la nostalgia de finales de los 90: La canción ‘Melancolía’, que nunca podrá faltar en su repertorio, lo reafirma. Ahora suena ‘Fear Of The Dark’, cover que hace parte de su albúm ‘Shroud of Flesh’, original de Iron Maiden. El público estalla en aplausos. Sin duda, los asistentes de la vieja guardia cargan en los bolsillos de su chamarra o en su gabán un cúmulo de recuerdos. El telón se cierra.
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Julio 30 – 8:20 p.m.
En tarima 33 años de historia en el metal nacional, en un teatro que rinde honor a lo improbable. Como lo expresó David Rivera: «Tenebrarum es resiliencia». Me siento complacido. El sonido no revienta mis tímpanos, sino que acelera mis latidos. Un día atrás intentaba descubrir sus almas en una entrevista; ahora son sus integrantes, quienes me transportan al instante en el que anhelaba ser periodista y escritor musical.
Andrés Giraldo, detrás de la batería, mantiene el pulso de cada canción; ‘Luisifer’ añade ciertas atmósferas, equilibra, dinamiza y agudiza con su voz gutural; Julián —convaleciente de la cirugía de su rodilla— se muestra victorioso en medio de su batalla; Nataly Ossman impone su melodiosa voz, su presencia es la magia que atraviesa el ritual nocturno; David se transforma con su Wood Viper, aquel instrumento de cuerdas eléctrico de color rojo escarlata, en medio del espectáculo, parece hablar, llorar, gritar.
En un instante, Milena Barrera y Natalia Villafañe recorren el escenario, recrean un show teatral, amplían vistosamente el escenario. Por momentos, parecen salir de dentro del público. Caminan por las escaleras de los pasillos. Sobre el escenario 13 máscaras, una apuesta conceptual. Quizás son rostros perdidos, quizás son almas que “permanecerán observando con tristeza a quienes no vuelan”.
‘El velo’, cover de Estados Alterados, es el cierre de la velada. El violín de Rivera cobra vida propia; ‘Luisifer’, por su parte, exhibe otra faceta vocal. Se complementa junto a Nataly Ossman. El público ovaciona, de pie, la presentación de Tenebrarum. Sus aplausos se multiplican.
El telón cierra y, tal como culmina el libro del profesor Arturo Alape ‘Ciudad Bolívar, la hoguera de las ilusiones’: «No significa que la última línea sea un gris fin definitivo, es quizá, el comienzo de las historias».
[Eskarlata – D.R.S.]
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