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Nuevamente Caracol y RCN se enfrentarán por lo bajo con concursos que quieren vendernos dosis parejas de telerrealidad (ja) y conflictos entre sus protagonistas. Pero en esta era donde «famoso» es hasta un bolillo de amasar pan hay que echar mano del pasado oscuro de los concursantes, todo envuelto en una supuesta aura de redención y de que «merecen una segunda oportunidad» (como si los grabaran en La Picota o en un barrio lleno de pandillas, ahí sí creo yo con intenciones más honestas)

https://www.youtube.com/watch?v=AHnC19WXY1E

Asia Express es más de lo mismo: con o sin parque Bosquechispazos que ha sido el Desafío, presume que sacará el dragón que los colombianos llevan dentro. A lo sumo una lagartija, o un sapo. O un aventurero informático como Carlos Escobar, socio del hoy encarcelado «hacker» Andrés Sepúlveda.  Independientemente de que al final no tenga cuentas con la justicia, el atractivo de su pasado turbulento espera alborotar el morbo de la audiencia. No me vengan a vender una sarta de valores (todos los sinónimos de lucha y tesón) en bandeja de concursos con participantes como este. ¿No les apetece un Garavito para que voltee su silla con Maluma en La Voz Kids?

https://www.youtube.com/watch?v=6GiYcE_dqZA

Por los lados de RCN, con lo caro que está el dólar, el paupérrimo incremento al salario mínimo y la clavada en impuestos que se avecinan, se dieron el lujo de meterle billetico largo a su nómina de «estrellas»: Natalia Paris, Flora Martínez, Mike BahíaJohn Frank PinchaoAna Pacheco… Esperen un momento: John Frank PinchaoAna Pacheco. Lo leo de nuevo. John Frank Pinchao, Ana Pacheco. ¿Es en serio? 

Parece el aporte rosa al postconflicto: víctimas y victimarios de grupos armados al margen de la ley compitiendo en franca armonía con las únicas armas que aparentan no ser mortales: las piernas y la coordinación para no fallar en el diestro arte de La Macarena (y no hablo de la selva). Por poco llaman a Natalia Ponce de León porque Ingrid Betancourt apenas se sabía una quadrille y los gringos que la acompañaron en cautiverio la tenían mamada con sus performances de Snoop Doog.

El debate de fondo es delicado: ¿quiénes son ahora nuestras estrellas? ¿Los menores de diez años que interpretan las cachonderías de Juan Gabriel o J. Balvin o ex secuestrados que tenían como espectáculo sus grises noches de encierro? ¿Las niñas que sueñan con una falsa corona de belleza o desmovilizadas que se dejaron convencer para calentar sábanas con poses lésbicas en esa vitrina decadente en la que convirtió la revista Soho?

La televisión no pasa por su mejor momento como para desperdiciar recursos y esfuerzos en estas supuestas clases de moral y reconciliación. Es más, cualquiera que triunfe con los escasos puntos de rating que se pelearán va a enviar una muy equivocada señal: no importa lo que hayas hecho, siempre te puedes ganar un viaje a Asia o salir en prime time manoseando bailarinas.  El talento de gente que enseña, que educa, que realmente busca salir adelante y respetarse no es atractivo si no hay un drama volcánico detrás. Por lo pronto veremos si a la Pacheco le arman coreografía a lo Madonna-Britney-Christina. O cachetea a Pinchao por aprovechao. Bueno, verán ustedes.

¿A cuál le apuntan ustedes?

Pueden opinar en @juanchoparada

juanchopara@gmail.com 

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