‘La Paz’: el testimonio de una guerrilla que empezó a dejar las armas
Hace cuatro años el país protagonizó un hecho que durante muchos años parecía inalcanzable: un acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y las llamadas anteriormente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC-EP. El acuerdo alcanzado se firmó en Cartagena el 26 de septiembre del 2016, ante un gran despliegue nacional e internacional, con el compromiso de refrendarlo en un plebiscito que los colombianos votaríamos por el Sí y por el No el 2 de octubre de ese año. Todos recordamos la tremenda polarización que vivimos por la incredulidad de estar frente a un paso real hacia la pacificación del territorio, así como la vehemencia de unos y otros por convencernos de la naturaleza de lo pactado.
Pero hay unos actores de los cuales apenas se viene documentando su percepción de lo ocurrido, y me refiero precisamente a la guerrilla. Quizás aún no estemos acostumbrados a ponernos en los zapatos del otro, menos aún en las circunstancias actuales donde conocemos el rumbo que ha tomado este proceso. Las deserciones de varios de sus protagonistas, los inicios de su participación política en el Congreso o en cargos de elección popular, la barbaridad ejercida por las disidencias y la exigencia de la verdad sobre los actos cometidos en el pasado nos puede costar trabajo asomarnos a la intimidad de un buen grupo de hombres y mujeres que por diversas razones incursionaron en la lucha armada y, de un momento a otro, se hallaron ante un destino incierto ¿Se reunirían con sus familiares? ¿Serían aceptados? ¿Podrían reincorporarse a la sociedad? ¿Cargarían con el estigma de haber causado dolor a otros compatriotas? ¿De qué iban a vivir?
En esa medida el documental La Paz, coproducido por Las2Orillas y Margo Films, ganador del Premio del Público a Mejor Documental en el Festival Internacional de Cine de Cartagena y Premio del Jurado en el festival de cine colombiano en París ‘El perro que ladra’, entre otros reconocimientos, es una ventana llena de revelaciones sobre la vida y pensamiento de los antiguos milicianos. Rodada durante cinco meses en uno de los campamentos del Bloque Alfonso Cano de las extintas FARC-EP en las montañas del Cauca, entre los meses previos a la firma del acuerdo y los días posteriores al resultado del plebiscito, se hace más pertinente en este momento en que la situación luce desconcertante.
Su director, Tomás Pinzón Lucena, compone una narración que se adentra en sus temores, sus ilusiones y frustraciones y las presenta a través de pequeños retazos que intercalan sus labores habituales con los recuerdos de su vida familiar y todo lo que dejaron al incorporarse a la antigua guerrilla. La constante entre ellos es el asombro de estar vivos para atestiguar su reincorporación a la vida civil, lo que, a mi juicio, es lo más impactante de sus conversaciones.
En la actualidad, el documental cuenta con la agencia DOC:CO para su promoción y distribución y está disponible en la plataforma Mowies (https://lapaz.mowies.com), además de ser la pieza inaugural de la franja “Que Haiga Paz”, una iniciativa de IDARTES en asocio con la Comisión de la Verdad que se presentará en la Cinemateca Distrital de Bogotá hasta este lunes 2 de noviembre.
juanchopara@gmail.com
@juanchoparada
Que articulo tan guerrilloso. Parece una promoción de milicianos.
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