Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

“Es un crimen que aún no se logra superar porque atenta contra la libertad, la dignidad y la integridad (no solo de la persona que está directamente secuestrada, sino de sus seres queridos y de la sociedad en su conjunto). La victimización y el dolor no cesan el día de la liberación, el canje o la fuga, pues esta infracción al derecho internacional humanitario (DIH) cambia abruptamente el proyecto de vida del secuestrado e incluso puede llegar a trastocar sus relaciones e interacción con la sociedad en general, especialmente cuando confluye con algún tipo de estigmatización, negación o justificación de los hechos.”

Comisión de la Verdad. Informe “Hasta la guerra tiene límites”. Violaciones de los derechos humanos, infracciones al derecho internacional humanitario y responsabilidades colectivas. Agosto de 2022. Página 187.

De acuerdo al informe presentado por la Comisión de la Verdad, en el periodo de 1990-2018 se reportan al menos 50.770 víctimas de secuestro en el marco del conflicto armado colombiano. Una cifra que puede ser mucho mayor. Pero acá los números solo cuentan una pequeña parte de la historia. Detrás de este delito han existido toda clase de motivaciones, desde económicas a políticas. El daño que causa es permanente, más aún si la persona privada de su libertad muere o fue ejecutada en cautiverio. Su entorno cercano se desgasta, a veces muriendo en vida al mismo tiempo que su familiar retenido en contra de su voluntad.

En el prólogo a su obra “Noticia de un Secuestro”, publicada en 1996, Gabriel García Márquez explica de forma sucinta las motivaciones para abordar al mismo tiempo diez secuestros acontecidos hace 32 años por petición expresa de una de sus víctimas, Maruja Pachón y su esposo Alberto Villamizar. Cuando uno lo aborda comprende lo difícil de la tarea. En el lapso de tres meses, diez hombres y mujeres, entre periodistas y personalidades de la vida nacional de ese entonces, fueron secuestrados como parte de una perversa estrategia para presionar al gobierno del presidente César Gaviria sobre la no aprobación de la extradición para los narcotraficantes.

La forma como hilvana las retenciones de Pachón junto a su cuñada Beatriz Villamizar, Marina Montoya, Diana Turbay, Francisco Santos, Azucena Liévano, Juan Vitta, Richard Becerra, Orlando Acevedo y el periodista alemán Hero Buss reproduce un estilo único en el que sobresale la nitidez de los detalles de cada aprensión, los maltratos combinados con la angustia de ser asesinados por sus captores o en medio de un operativo de rescate, la necesidad de escapar o la resignación ante el probable retorno a su hogar envueltos en una sábana blanca. Narrar el drama de su liberación, así como el absurdo de las muertes de Turbay y Montoya hace patente su carácter documental, con algunas licencias propias de su estampa como novelista y nos deja absortos sobre los niveles de degradación a la que llegó esa confrontación entre la mafia y el Estado, donde la población civil llevó la peor parte.

Noticia de un Secuestro, la serie

Premiere Noticia de un Secuestro - Imagen Andrés Mora

Por eso celebré el anuncio de esta serie, que llega este 12 de agosto a la plataforma Prime Video, como un bálsamo frente a las producciones nacionales que en su mayoría caminan sobre la delgada línea de ensalzar a los criminales y presentar a sus víctimas con cara de circunstancias. Quizá “El Estilista” (2014), producida por el Canal RCN, buscó contar ese testimonio desde el cautiverio, pero era necesario enfrentar nuestras heridas con testimonios verdaderos y es ahí donde esta adaptación adquiere gran verosimilitud. Podría asegurar que es una de las producciones recientes basadas en hechos reales donde gran parte de los lugares y personas se presentan con sus verdaderas identidades y ese detalle muestra el compromiso de su director y productores de proporcionar la mayor fidelidad posible a los sucesos que expone Gabo sobre los secuestros.

De la misma manera queda claro desde el capítulo uno de los siete que la conforman que Maruja Pachón, como en el libro, adquiere gran protagonismo. Y allí el casting busca más el carácter interpretativo que el parecido físico más asombroso. Cristina Umaña, Majida Issa y Julieth Restrepo sorprenden con sus actuaciones construidas no solo con la investigación usual en estos casos, que incluye observar material de archivo audiovisual, sino que, en el caso de Diana Turbay, “se asume desde los ojos de sus hijos” como lo comenta Issa, quien estuvo a cargo de este rol y conversó con María Carolina Turbay, hecho que le permitió replantear la forma de construir su personaje. Y esa característica impregna el desarrollo narrativo, que busca el equilibrio entre el sufrimiento del encierro de las víctimas con los esfuerzos de sus familiares por traerlas sanas y salvas. Mención aparte para la reconocida Constanza Duque, quien encarna a doña Nidya Quintero de Turbay, acercándose a su frustración y dolor además de una impecable caracterización.

Me queda la inquietud sobre cómo presentan al ex presidente César Gaviria. El aire de frialdad que expone García Márquez sobre el mandatario se conserva en su interpretación, lo que permite especular sobre su reacción frente a la recapitulación de estos  acontecimientos y su comportamiento frente a los mismos, conscientes que acababa de llegar a la Presidencia en aquellos días.

Noticia de un Secuestro - Cortesía Prime Video

Esta serie dirigida por el chileno Andres Wood (reconocido por películas como Machuca), que cuenta en la producción con la participación de Rodrigo García Barcha, demuestra con creces su intención de ponerse del lado de las víctimas, tanto en la descripción del agotamiento físico y moral causado por su retención como en sus pensamientos, relaciones familiares y sentimentales y sobre la vida que llevaban antes de tan funesta acción, que no alcanza uno a dimensionar cómo conservaron la cordura cuando su vida pendía de un hilo ante el menor desacuerdo entre sus plagiarios y el gobierno de entonces.

No vamos a negar la alargada sombra de Pablo Escobar, artífice de todo ese desmadre, pero acá lo que prima es el relato en carne viva de algunas de sus múltiples víctimas, por lo que su presencia se infiere en el curso de los acontecimientos.

¿Cómo siguen viviendo? ¿Cómo dejan atrás esa pesadilla? ¿Se logra perdonar tamaña bajeza? Esas preguntas rondan en el aire tras leer la novela, así que espero que la serie no pierda la oportunidad de aportar su visión sobre la reconciliación. En momentos donde la paz aún se muestra lejana, enfrentar nuestros temores con la firme intención de avanzar hacia un destino más prometedor no constituye una pérdida de tiempo. Ojalá la televisión nacional recupere ese propósito y sea el vehículo para ampliar las miradas sobre este proceso de sanación, el cual tristemente continúa dividiéndonos más que acercarnos como habitantes de un mismo territorio que ha padecido las consecuencias de un largo calvario.

@juanchoparada

juanchopara@gmail.com

www.juanchoparada.com

Compartir post