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Fuente: The telegraph

Un hecho puede ser contado desde muchas perspectivas. El cambio climático no se queda atrás y es visto desde muchos ángulos. De allí, la importancia de generar un contexto lineal y de interacción horizontal entre las ciencias naturales y sociales, que nos permita avanzar hacia la sensatez y la cordura social, económica y medioambiental.

En un planeta cada vez más “caliente, plano y abarrotado”(*), es imperante que reaccionemos lo más pronto posible, pues no podemos darnos el lujo de traspasar los umbrales límites del planeta Tierra. El daño que hemos cometido ha sido tan grave que, aunque frenáramos de golpe todas las emisiones de efecto invernadero (GEI), aun así, ciertas condiciones del planeta cambiarían. Sin embargo, nos hemos puesto a pensar en lo que la ciudadanía desencadenaría si no hiciéramos absolutamente nada?

El cambio climático es una realidad y de hecho, bastante tangible. A lo largo de estos últimos años (sobre todo desde el 2010), hemos tenido fuertes indicios que han demostrado que algo está pasando en nuestro planeta -y lamentablemente, no es nada positivo-. Debido a la fuerte presión que ejercemos a diario sobre los recursos naturales, en unos 30 años, tendríamos unas condiciones planetarias completamente diversas a hoy. El cambio climático representa en nuestras sociedades, un catalizador de procesos de degradación.

A nivel político-económico-ambiental, pensamos que sucederá dentro de unos 2 o 4 años, pero se nos resulta muy difícil ver un poco más allá y pensar en los próximos 20 o 40 años. ¿Por qué?. Esto, resulta un desafío importante en los planes de adaptación y mitigación al cambio climático y a pesar de que muchas naciones del mundo, han puesto en marcha innumerables decisiones políticas, económicas y ambientales para disminuir los impactos del cambio climático, aún queda muchísimo por hacer.

Si corremos con la alternativa de no hacer nada para superar esta crisis climática, tendremos un futuro con sequias, inundaciones, glaciares que se derriten, un nivel del mar que aumenta, conflictos por conseguir recursos naturales, destrucciones masivas en zonas costeras y como dice Rob Watson (un ecoconsultor internacional) con la raza humana como nefasto experimento biológico del planeta.

Fuente: Farenheit files

Una de esas necesidades básicas que existen en torno a este desafío global, es que las comunidades deben estar enteradas del cambio climático y formar parte de las acciones, pues la gente es la principal vulnerabilidad del cambio climático. La primera medida de adaptación al mismo, tiene que estar considerada en la promoción de la gestión del conocimiento. Ahora bien, ante esta perspectiva tenemos por delante un nuevo reto: ¿cómo pasar de victima a protagonista?.

Para inspirar acción, necesitamos promover una comunicación efectiva del cambio climático.  Ya lo decía Jeffrey Sochs (economista) en un reciente evento climático mundial: “el control del cambio climático es un imperativo moral y una necesidad practica”. Necesitamos inclusión de las comunidades (ciudadanos, indígenas, empresarios, académicos). Necesitamos poder acercar la ciencia a la gente, que ellos sean los protagonistas del cambio con efecto “glocal”. Las consecuencias de nuestro modo de actuar hacia el entorno, se extenderán mucho más allá de nuestro propio horizonte.

Los daños sobre el medio ambiente, generan y seguirán generando costos sociales significativos (un ejemplo de ello son los desastres socio-naturales). Para ello, necesitamos transformar el conocimiento del riesgo climático es una plataforma de acción y recordar que nadie será intocable al cambio climático (Rajendra Pachauri, 2014).

En el fondo, el cambio climático es un síntoma de que esta sociedad no funciona bien…

(*)Frase tomada del título del libro “Caliente, plana y abarrotada” del autor Thomas Friedman, el cual invito a leer.

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