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Pacho Santos, virtual contendor de su primo el presidente Juan Manuel Santos, en una “posible-obvia” candidatura de este último por la reelección, se quedó como se dice vulgarmente con los crespos hechos.
Con el ego como espuma de cerveza, Pacho no terminaba de creerse que ganaría una consulta de partido y que era virtualmente el rival más fuerte de su primo en la contienda, cuando una voltereta del mesías Uribe lo sacó del camino, por lo menos, por el partido con cara de religión, que podía significarle unos importantes y necesarios voticos para impulsarse.
Dicen las malas lenguas que Uribe temía que la traición fuera un mal de familia y que una vez montado en la cresta del Puro Centro Democrático, Pacho Santos sacara a flote la rebeldía de la que se vanagloria en su libro sin causa.
El punto es que Pacho Santos, sangrando por la herida, debe estar pensando en su as bajo la manga para no salir de la contienda tan prematuramente. De hecho, dicen que precisamente por armar un plan B para la recolección de firmas por otro movimiento uribista sin consultar con el santo patrón, es que Pacho hoy día no es el candidato de la ultraderecha colombiana que se hace llamar de centro para despistar a los bobos.
Mientras tanto, el cambio tan abrupto en las reglas del juego para escoger al candidato por el Puro Centro Democrático, supone una vil estrategia política para quitar del camino a un hombre que sólo cuenta con el guiño de Uribe de dientes para afuera o una forma de contener la división del partido que empezó a notarse con el debate que Oscar Iván Zuluaga inició al pedir que José Obdulio Gaviria, primo del “patrón del mal”, fuera retirado de la lista al Senado.
Lo cierto es que la situación obligará a Pacho Santos a replantearse el significado de los términos lealtad y traición que tanto han machacado los uribistas para descalificar al actual presidente por un lado y explicar por el otro como es que se protegen y apoyan personajes del grupo perseguidos por la justicia por sindicaciones delicadas.
En todo caso, me aventuro a decir que Pacho no se quedará con los brazos cruzados. La fiebre de egolatría que puede dar unas encuestas bulleras lo pondría actuar sin premeditación, cosa que ya es deporte en él, haciéndonos un gran favor a los antiuribista pero un enorme daño a una colectividad que miramos con triste respeto en la próxima contienda. Con el Puro Centro Democrático dividido, la dinastía Santos podría prolongarse sin traumatismos cuatro años más y soportaríamos la iracundia de Uribe por el mismo período con la diferencia que no sólo tendrá el twitter para desfogarla, sino herramientas más poderosas como varias curules en el Congreso y su escaño en el Senado.
La mala imagen del presidente y la división de la oposición son escenarios para la tercería, nada está escrito, Pacho puede deshacer sus crespos.

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