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Muertes muy extrañas de soldados, oficiales y suboficiales están ocurriendo al interior del ejército, y aunque son conocidas y divulgadas por los medios de comunicación, al parecer pasan desapercibidas y no cobran la importancia ni el despliegue que deberían tener. Y es que no mueren en combate, fallecen en sus batallones y a manos de sus propios compañeros.

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Vea Misterio en homicidio de un soldado en base de Puerto Gaitán

Pero antes de contar historias propias debemos dejar en claro que sentimos una gran admiración y respeto por la institución militar, que en este momento podríamos seguir aún en sus filas si en nuestra época hubiera existido el periodismo como carrera dentro de la fuerza, y que somos concientes que el mal comportamiento de algunos mandos, y el desequilibrio de algunos soldados no son la constante, pero que bien vale la pena revisar, y evitar, estos episodios, por parte de los profesionales especializados, como son sicólogos y siquiatras.

foto personal con papá

foto personal con papá

Recuerdo mi época de militar y creo saber por qué ocurren estas muertes. Ningún civil, como se le dice en el ejército al qué no es de la milicia, se imagina qué se vive al interior de la tropa. Muchos soldados,  a los que les gusta el servicio, superan esa vida, ( me incluyo, aunque al comienzo casi me suicido, por llegar tan enamorado ), otros no soportan el encierro, la presión y la soledad, y terminan disparando al superior, al compañero, o a ellos mismos.

Alguna vez llegamos de un patrullaje, en plena época de elecciones, y luego de almorzar, con los ojos cerrados, unos frijoles acompañados de unos gusanitos blancos como los de la guayaba, ( primero tratamos infructuosamente de separarlos de los granos y después los devoramos a la de Dios), salimos a lavar nuestros menajes a los lavaderos ubicados detrás del comedor, y de repente uno de los soldados desenfundó su pistola nueve milímetros y comenzó a disparar. Nos metimos debajo de los lavaplatos mientras que el lanza agotaba los cuatro proveedores que tenía en su riata.

Afortunadamente el sargento Quiróz salió de atrás, como en las películas, y sujetó al soldado con los brazos despojándolo de su arma. Nadie salíó herido. Todos sabíamos que le pasaba al compañero. Llevábamos tres días patrullando, sin dormir ni comer bien, sujetos a tanta presión como peso en nuestras espaldas. No solo el armamento nos agotaba, también el ´´pelo de burro´´, ( como se le dice a uno de los uniformes ), las botas y el cansancio.

foto personal en patrullaje

foto personal en patrullaje

Otra vez, en una instrucción militar, vi como al soldado Clavijo, de tan solo 40 kilos, un sargento le hiza cargar dos veces el peso normal, porque según él, ( me refiero al sargento ), era un ´´vaselino´´ ( así se le dice al ´´flojo´´ ), y se estaba quedando atrás cuando escalábamos una loma. Al llegar a la meseta, el compañero cayó al piso y ya no se levantó más, ni siquiera cuando arrestamos al sargento, ( el ser policias militares nos lo permitía ), ni cuando lo subimos convulsionando al helicóptero que llegó de la base más cercana el cual pedimos por radio. Despertó en el hospital militar, afortunadamente bien, pero estuvo a punto de morir por el abuso de este suboficial.

Y muchas veces, mientras limpiábamos nuestras armas, en silencio, idos de la realidad, observé tanta depresión y tristeza en tantas caras que podía adivinar en que cabezas se anidaban sentimientos de suicidio, por problemas familiares, sentimentales, por el encierro o por el desespero.

Si no me hubieran dado ganas de orinar en una noche acompañada de un torrencial aguacero no hubiera podido evitar que el centinela de alojamiento se volara los sesos pero antes se llevara por delante a unos cuantos de nosotros. A tiempo lo desarmé y lo convencí de no hacerlo, tampoco lo reporté porque él entraría hacer parte de muchos que están en los batallones de sanidad declarados dementes, donde a veces quedan en el limbo, y para ellos, es preferible la muerte.

Pero esos casos ocurren más en los batallones o en la instrucción militar, porque en orden público los cuadros, ( así se le dice a los superiores ), se portan diferente con el soldado……saben que en un patrullaje ´´una bala perdida puede aparecer´´ y como el enemigo tiene el mismo armamento no se sabría su origen ni su francotirador. Allá no hay la presión de las ciudades. Cumples con tu patrullaje, con tu guardia y ya. Haces tu ejercicio y listo. Te afeitas si quieres o no. Nadie te molesta ni te lleva al límite. No tienes que disfrazarte de Nevado del Tolima, ( ese es un castigo que consiste en correr desnudo y enjabonado por la plaza de armas ), no tienes que estar haciendo lagartijas cada vez que a tu superior se le antoje, y no tienes hacer tanto orden cerrado, ni gimnasia, con o sin armas.

Revivo en mi memoria cómo en una guarnición en Bogotá, nos levantaban a las 3 de la mañana, nos hacían alistar tan rápido como un espanto, y nos preguntaban cantando, para que respondiéramos marchando, y también cantando.

¿Por qué estamos madrugando y estamos formados?

– Porque los de la Nacional están alborotados.

( Imaginénse como llegábamos de envenenados al Campus ).

Una mañana, cuidando unas residencias universitarias que habíamos allanado, tres estudiantes se acercaron a mi y luego de escupirme en la cara, y tumbar mi casco, me insultaron como nunca me habían insultado en la vida. Luego de limpiar el escupitajo con mi pañuelo blanco quité el seguro de mi fusil g3 a3 y les di 10 segundos para que desaparecieran porque estaba decidido a dispararles. En medio de mi reacción pensaba, ´´ellos son colombianos como yo y algún día quiero estudiar acá, ¿por qué me tratan como enemigo?´´

Y para que les hablo cuando en medio del aburrimiento, de la depresión, de la desesperación, decidiamos jugar a la ´´ruleta rusa´´, con un revólver conseguido en el mismo batallón. Se deja una sola bala y se le da vueltas al tambor. Luego, después de tomar un aguardiente ´´fondo blanco´´ se dispara uno en la frente,

foto personal en misión

foto personal en misión

Sin pretender juzgar, culpar y condenar al ejército, sin generalizar casos aislados, y sin intentar justificar esos comportamientos desquiciados de algunos soldados y superiores, quiero dejar este artículo para la reflexión y plantear este interrogante…

¿Debe ser obligatorio el servicio militar? ¿Por qué no se lo dejamos a los que quieren y se sienten capaces de vivir esa vida?, ¡por convicción! y no ¡por obligación!. Que estén en la fuerza los soldados profesionales o quienes hacen carrera de oficiales o suboficiales.

¿Se justifica arriesgar la vida de otros, que si quieren estar en el ejército, por mantener ´´obligados´´ a otros, quienes se convierten en bombas de tiempo, y que en cualquier momento, pueden estallar?

Porque adentro el lema es……´´O las órdenes se cumplen o la Milicia se acaba´´.

giovanniagudelomancera

periodista

síganos en twitter @giovanniagudelo

lea más historias acá en La Sal en la Herida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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