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«Recibí el país al borde del abismo y hemos dado un paso adelante», ese chiste que le achacan al presidente en redes sociales, se volvió cierto. Ya vendió ISAGEN, la joya de la corona, se la entregó a un único postor, sin puja, y con detrimento patrimonial para la nación. Ya le entregó el país a las FARC, con ese dizque ‘proceso de paz’, el cual es un show mediático revestido de impunidad. Ya empeñó el país más de lo que está, en un desangre económico con recursos que no existen para financiar su famoso post-conflicto. ¿Y ahora qué viene? Entregarle todo ese dinero de ISAGEN a la banca privada, con años de gracia, sin intereses, para que financien las promesas politiqueras de Germán Vargas Lleras, y así pueda llegar a ser el presidente 4G de 2018.

¿Por qué debería importarle a usted la venta de Isagén? - foto tomada de www.kienyke.com

¿Por qué debería importarle a usted la venta de Isagén? – foto tomada de www.kienyke.com

Santos parece no tener límites, y en sus afanes personalistas, cargados de egos, y de metas individualistas, está llevando al país a una sin salida, y sin tiquete de regreso.

Su ambición por ganar el premio Nobel de la Paz no lo detiene, y por eso, a espaldas de los colombianos, en La Habana negocia con delincuentes narcoterroristas la agenda del país. Se inventó un referendo con pregunta amañada para inducir respuesta, (¿usted está a favor de la paz?, ¿Acaso quién no? Es diferente no estar a favor de esa farsa de proceso), bajó el umbral de votación, y ahora quiere comprometer el dinero de ISAGEN, y las vigencias futuras, en la campaña de su vicepresidente, con ese populismo barato, donde se cambian votos por ladrillos, tejas y pavimento. Hace 30 años el país no construye carreteras y ahora Santos quiere hacerlas todas en 4 años.

meme que nos enviaron por Twitter

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Su neoliberalismo, o ‘Tercera Vía’, es el comienzo del fin, donde todo lo público lo vende o lo privatiza, donde solo vela por que los grandes grupos económicos cada vez se enriquezcan más, donde, con su famosa apertura económica, acaba con la industria nacional, y con el empleo, así pretenda hacerle creer al país que sus locomotoras van bien, que los índices de desempleo bajaron y que la economía es cada vez mejor.

Con ese miserable aumento del salario mínimo, y con la benevolencia que tiene con los grandes monopolios, Santos cada vez castiga más a la clase media, casi que la quiere exterminar. Con su populismo subsidia los estratos bajos para mantener votos en la base, y con complacencia para los estratos altos, mantiene la clase alta a su favor.

Cada día el colombiano del común se levanta con la incertidumbre, «¿ahora Santos qué va a hacer?». Su política no tiene límites, lo que no consigue con mermelada lo logra con ese discurso promesero que siempre incumple, y lo peor, cree que la gente le cree, subestima a los colombianos, piensa que tragamos entero, pero no es así, cada vez la gente está más inconforme, se vuelve más incrédula, y su grado de indignación crece, como crecen los impuestos, el costo de vida y la inseguridad. La credibilidad de Santos disminuye cada vez más, como disminuyen las oportunidades para los estudiantes, para los empleados, para los jefes de hogar, para las amas de casa, para los trabajadores, para todos los colombianos.

Es infame ver la gente con la que se rodea, unos políticos que aprueban todos sus caprichos a cambio de mermelada, unos magnates que financiaron su reelección y ahora se ven beneficiados por eso: por eso no hay tercer canal, por eso la televisión y la educación pública no se fortalecen, por eso el aumento paupérrimo de los salarios, por eso el maltrato a los profesores, quienes educan a los futuros ciudadanos, por eso el maltrato a la clase obrera, por eso el maltrato a la oposición, tachándolos de amigos de la guerra, porque no están de acuerdo con cómo entrega el país a los bandidos en un circo de impunidad.

Lo más triste es que no se le ve arrepentido por nada, ni se le ve avergonzado ni preocupado, por el contrario, sus decisiones económicas, políticas, y de cualquier tipo, las hace ver como inteligentes, (como buen ajedrecista), como acertadas y necesarias, de tal forma que el pueblo termina aceptando aunque sabe que no se le está diciendo la verdad.

Y qué decir de algunos medios de comunicación que le hacen el juego, que le alcahuetean y le hacen el cuarto, que le hacen buena prensa y le sirven incondicionalmente: ¡esos sí que le hacen daño al país con su desinformación!

Santos está llevando el país a la crisis, por poner por encima sus egos personales, a él no parece importarle Colombia, le importa su imagen propia, su reconocimiento internacional, el cómo pasará a la historia, pero su prioridad no es el bien general.

Los que hacen parte de su coalición o mal llamada dizque ‘Unidad Nacional’ están ahí porque tienen puestos, prebendas, privilegios, y no porque haya un proyecto político, estructurado y patriótico.

Mañana, cuando el país esté quebrado por el post-conflicto, sin recursos, sin ahorros, sin empresas públicas nacionales rentables, cuando el dinero esté cada vez más en manos de los monopolios, cuando los guerrilleros reinsertados tengan más oportunidades que aquellos que siempre han trabajado y estudiado, cuando el populismo haya creado un caos, cuando el neoliberalismo acabe con la clase media y cuando la ‘Tercera Vía’ le entregue el país al Banco Mundial, entonces Santos ni siquiera vivirá en Colombia, disfrutará de su investidura de expresidente, mientras todos nosotros pagaremos los platos rotos de su malos gobiernos. Luego vendrá Vargas Lleras a continuar con su legado.

Tengo dolor de patria al escribir esta columna y también indignación. Redacto este artículo con las manos atadas, porque así me siento, como la mayoría de los colombianos, amarrado y decepcionado con estos gobernantes, que con su capitalismo salvaje nos devoran cada vez más.

Si no tomamos conciencia, si no hacemos algo, si no nos hacemos escuchar, el descalabro será total, cada día el presidente y los ‘genios’ que tiene como ministros, (léase Mauricio Cárdenas y Juan Fernando Cristo), entre otros, nos van a llevar al Tsunami financiero, económico, institucional, etc.

Ojalá, quienes votaron por la reelección de Santos, creyendo que era el mensajero de la paz, y ahora están desilusionados, y también, quienes no sufragamos por él, ingeniemos algo para que nuestra Colombia no pierda el rumbo. Desde el hogar, desde la academia, desde la clase trabajadora, desde las redes sociales y medios independientes, sin violencia, pero con convicción y actitud, tomemos decisiones y volvámonos visibles para salir del abismo al cual nos mandó Santos con su ‘paso adelante’.

¡El camino es convocar una revocatoria de mandato!

Aún quedan tres años de su gobierno, y como decían las abuelas, ‘desde el desayuno se sabe qué va a ser el almuerzo’, y con la venta de ISAGÉN, pasando por encima de todos, con los pactos de La Habana, a espaldas del país, y con el indigno aumento del salario mínimo, y otras ‘perlitas’ más, no tenemos que ser videntes para saber lo que vendrá.

Santos, con su Neoliberalismo, ‘Tercera Vía’, y mermelada, quebrará al país, y va a acabar con la clase media, y nos volveremos cada vez más pobres, y los ricos, cada vez más ricos.

Tercera vía, por Leo - Semana.com -

Tercera vía, por Leo – Semana.com –

Virgencita, ¡Ayúdanos a salvar a Colombia!

giovanniagudelomancera

periodista

Tarjeta Profesional #8356 Expedida por el Ministerio de Educación Nacional

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