Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Lo más extraordinario que han hecho la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y la actriz, Alejandra Borrero, ambas abiertamente gay, es vivir su vida de una manera común y corriente, sin despertarse cada mañana pensando que hacen parte de una minoría históricamente discriminada, y sin la necesidad vital de agitar banderas arcoiris exigiendo «el derecho a tener derechos» de la comunidad LGBTI.

Su activismo ha sido justamente no ser activistas, por lo menos no de la causa gay. En el caso de López lo ha sido del bienestar de los bogotanos como alcaldesa y antes, de todos los colombianos como Senadora, denunciando mafias políticas y casos de corrupción sin que le temblara el pulso ni se le torciera el dedo con el que ha señalado a varios personajes que al parecer se han querido quedar con el botín tricolor que nos pertenece.

Claudia López y Alejandra Borrero

Claudia López y Alejandra Borrero en entrevista para «Las mujeres de mi tierra».

A juzgar por la alta favorabilidad que tiene entre sus gobernados, casi el 80 % según recientes encuestas, la mayoría de los bogotanos ayudan a sostener, como un cinturón bien apretado, los pantalones que ha tenido su alcaldesa, quien ha demostrado ser, desde mi análisis, más hombre que un Ciro Guerra, pero también más mujer que una Amparo Grisales.

En Claudia percibo una mujer hogareña, fiel y amorosa frente a su pareja, agradecida con sus electores, y quienes la vieron crecer a pulso, respetuosa y considerada con la profesora de escuelas públicas que le dio la vida y quien es su más grande orgullo, sin dejar de lado a su padre, un campesino boyacense que le enseñó además de valores como la nobleza y la humildad, a escuchar buenos vallenatos de antaño.

Mientras tanto, los méritos de Alejandra Borrero van más allá de ser actriz. Ha sido una defensora de las artes y del teatro independiente; tanto que se dedicó a la tarea de construir un imperio para promoverlo. Desde 2008, Casa Ensamble se ha venido consolidando como un lugar de encuentro para las artes escénicas alternativas, monólogos y revistas musicales sin una vocación comercial.

Desde allí gestó y ha desarrollado durante 6 años consecutivos el Festival “Ni con el pétalo de una rosa”, cuya consigna es transformar los imaginarios de violencia contra TODAS las mujeres desde el arte a través de la generación de espacios de encuentro, creatividad y empoderamiento, que incluye eventos lúdicos y significativos que reivindican el rol de la mujer en nuestra sociedad y reúnen a hombres, mujeres y niños por igual.

Ni Alejandra, ni Claudia desconocen o son ajenas a la situación de vulnerabilidad de la población LGBTI en Colombia; Eso lo han demostrado a lo largo de sus vidas públicas, pero sin duda, su más grande aporte ha sido la barrera que han puesto ante la autoestigmatización.

Así que Claudia, como lo haría cualquier otra novia, feliz de dar reconocimiento legal y social a su vida de pareja, y a su pareja misma, anunció con bombos y platillos su matrimonio con el amor de su vida, como designa a la Senadora Angélica Lozano, justo en el momento cumbre de su popularidad, días después de ganar las elecciones por la alcaldía de Bogotá.

Todos vimos las fotos de un matrimonio que se llevó a cabo como cualquier otro, común y corriente, como la vida de las protagonistas. También vimos el beso de dos mujeres de una manera explícita, un beso sincero, sin vergüenza, sin hipocresías, y el mundo no se acabó.

Lo más positivo que dejó todo aquello, además de la alianza vitalicia que sellaron las dos amantes, fue el tratamiento respetuoso que le dieron a la noticia la gran mayoría de medios de comunicación, y vale la pena decir, la aceptación que desde allí surgió entre los colombianos de a pie, enterados todos de la unión marital de la alcaldesa y su Angélica divina, quien merece un capítulo aparte en la reivindicación de los derechos de las personas homosexuales en nuestro país.

Paradójicamente, por esos mismos días, se terminaba la relación de Alejandra Borrero con su esposa, su compañera de batallas durante 11 años, un episodio que aun sigue siendo triste para la actriz, pero que también dejó una consecuencia positiva y rescatable con respecto a los medios que difundieron la noticia sin rotular la separación, como suele hacerse cuando se habla de uniones o matrimonios “gay”, “homosexuales” o “del mismo sexo”. Hay avances.

Por supuesto que no es cuestionable ni menos valerosa la decisión de vivir la orientación sexual, o las relaciones entre dos personas del mismo sexo, a puerta cerrada, pero sin la convivencia permitida del miedo disfrazado de discreción o privacidad. “De todo hay en la viña del Señor”, le escuché decir muchas veces a una vecina. Hay “Epas Colombia”, por ejemplo, a quienes se les ve lanzando arengas en las marchas LGBTI y también piedras a los buses articulados de Transmilenio, y que más que orgullo nos producen pena ajena, decepción y rechazo. También abundan quienes deciden vender su cuerpo al mejor postor, lo cual no juzgaré. Con quienes no comulgo es con aquellos que se lo regalan a una heterosexualidad fingida, a una apariencia social, a una mentira extendida hasta que la víctima descubre que en cuestiones de gustos, sí puede haber disgustos.

Claudia y Alejandra no son el estandarte del Orgullo Gay en nuestro país, pero sí son el símbolo de una Colombia progresista e inclusiva. Desde su cotidianidad han aportado enormemente en la edificación de una sociedad moderna donde deben prevalecer el libre desarrollo de la personalidad y otras libertades como la de culto; una sociedad que poco a poco va dejando de arrodillarse ante falsos profetas y en la que mujeres homosexuales, al igual que hombres, son también modelos dignos de imitar que pueden ocupar altos cargos en la vida pública; en el caso que nos ocupa, la política, hay otras tantas mujeres con pantalones bien puestos -a algunas se les cayeron- y en el caso del jet set criollo, otras como Borrero también izaron su bandera.

Por: Adolfo Sanjuanello (asanjuanello)

Puedes visitar las entrevistas de Claudia López y Alejandra Borrero en el programa Las mujeres de mi tierra de Caracol Internacional.

 

Compartir post