El Banco de la República anunció que sacará una nueva serie de billetes que va a circular a partir del año 2016. Además de cambiar los diseños, el banco central informó que los colombianos tendremos que acostumbrarnos a utilizar una nueva nota bancaria, la de 100 mil pesos, aparte de que nos veremos obligados a familiarizarnos con nuevas caras en el papel moneda.
No sé si el banco central hizo este anuncio justo en la coyuntura del más reciente acuerdo en el proceso de paz de La Habana para que la noticia pasara inadvertida o si el aviso ya estaba programado. En todo caso, el cambalache en los billetes no es una novedad menor si tenemos en cuenta que no parece ser el momento indicado y que la medida no va a traer más que inconvenientes prácticos.
Según el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, el reemplazo en la moneda responde fundamentalmente a los incrementos en el “ingreso per capita y en el monto del salario mínimo” pues a medida que crecen estas variables es mayor el valor de las transacciones y además a que el emisor debe atender “las preferencias de los colombianos por tener el billete de más alto valor”.
Lo primero que hay que responderle al señor Uribe es que es una gran mentira que los colombianos queremos un billete más grande, pues todos hemos vivido el caos que es realizar transacciones de valor reducido con notas bancarias de alta denominación. Basta imaginar cómo será pagar un taxi o un bus, pedir un café o sacar un par de fotocopias con un billete de 100 mil para tener ansiedad y pesadillas.
Como si fuera poco, adicional al desbarajuste que implicará esta medida, desde ya se prevén efectos adversos en temas graves como la falsificación de moneda, el desincentivo a la bancarización y el incremento en la inseguridad propia de las transacciones en efectivo.
No creo que hombres tan estructurados como los codirectores y el gerente del Banco de La República crean que somos una economía desarrollada y que tenemos una moneda fuerte como la de Estados Unidos, Inglaterra o la Unión Europea como para pretender tener billetes que representen mayores sumas.
Y ni qué decir de la reforma que aún está en proceso de cocción para simplificar el peso colombiano. ¿No habría sido más coherente esperar a que se tramitara la ley para quitarle tres ceros a la moneda antes de expedir nuevos billetes que no se van a ajustar al nuevo sistema?
Por último, respecto de los personajes escogidos para hacer parte de los nuevos diseños también hay reparos. Si bien la aparición del los ex presidentes liberales Carlos Lleras Restrepo en el de 100 mil y de Alfonso López Michelsen en el de 20 mil, así como la del Nobel de literatura Gabriel García Márquez en el de 50 mil, responden a leyes de homenaje expedidas por el Congreso de la República, la escogencia de dos mujeres relativamente desconocidas para las denominaciones más bajas es desacertada.
Nadie niega, y repito que nadie niega, que Débora Arango y Virginia Gutiérrez hayan sido muy importantes en los campos del arte y de la antropología y que merecen un reconocimiento por su obra. Sin embargo, parece obvio que cuando a las personas del común nos toca investigar quienes son los que aparecen en los billetes es porque tal vez tales personajes no merecían estar ahí.
Arango fue vanguardista y abrió el camino a muchos otros artistas colombianos durante el siglo XX y el XXI y las investigaciones acerca de la familia colombiana de Gutiérrez fueron rigurosas y completas (aunque ya hoy sean retrógadas). No obstante, excluir de los billetes de dos mil y diez mil a Francisco de Paula Santander y Policarpa Salavarrieta para darle paso a ellas deja un sinsabor con nuestras raíces y es injusto con los cimientos de nuestra República.
Ya pasaron por los antiguos billetes, entre otros, Rafael Núñez, Simón Bolivar y Celestino Mutis y desde que sus efigies fueron reemplazadas hoy el primero se volvió un referente local en Cartagena y en clases de Derecho Constitucional, el segundo tiene una connotación desagradablemente venezolana y el tercero es un jardín botánico. ¿Quién será el que quiere borrar de nuestra memoria a aquellos que tanto lograron para construir la nación colombiana?
Aunque el Banco de la República siempre se ha caracterizado por ser una entidad muy respetada por los colombianos por hacer bien su trabajo, por tener controlada la inflación y por ser un ejemplo de independencia, parece que esta vez les ganó la prisa.
Estimado señor Posada: El propósito de los nuevos billetes es fortalecer su seguridad y facilitar la verificación por parte de los ciudadanos y la autenticación en los equipos de procesamiento. Los billetes incluirán tintas e hilos de seguridad de colores intensos con efectos de cambio de color y movimiento; marca de agua; imagen coincidente en el anverso y reverso; elementos táctiles y diferenciación de tamaños por denominación, con lo cual se atenderá con mayor efectividad las necesidades de reconocimiento de billetes de personas con limitación visual; y elementos de seguridad que favorecerán su autenticación en las máquinas procesadoras de efectivo.
El Banco de la República, así como otros bancos centrales, utiliza técnicas estadísticas para determinar las denominaciones que requiere la economía, en función del ingreso per cápita y el monto del salario mínimo. A medida que crecen estas variables, aumenta el valor de las transacciones y el uso de billetes de mayor denominación. Desde 2000, momento en el que se emitió el billete de $50.000, el PIB per cápita colombiano más que se triplicó y el salario mínimo más que se duplicó. Sin embargo, las denominaciones de billetes en circulación se han mantenido inalteradas, por lo cual en Colombia el equivalente en dólares del billete de mayor denominación ($50.000, aproximadamente US$ 16), es inferior al de otros países de la región y al de la gran mayoría de países desarrollados.
El billete de $100.000 se utilizará para las transacciones de mayor valor, no para compras menores o para pagar un taxi, de la misma manera que, por ejemplo, se dificulta pagar un taxi, el metro, un tinto o una fotocopia en Estados Unidos con un billete de US$100. El monto de las transacciones de la economía se ha incrementado significativamente durante los últimos quince años, por lo cual la ciudadanía tendrá una denominación que le permitirá realizar transacciones de mayor valor de manera más ágil y eficiente. Dentro del plan de producción y distribución de efectivo, el Banco continuará suministrando billetes de baja denominación que la economía requiere para sus transacciones, a través de los Bancos y mediante convenios con las trasportadoras de valores.
Los diseños de los billetes de la nueva familia se mantendrán para los billetes del nuevo peso, en el evento que se apruebe este proyecto de ley. Esto facilitará la convivencia de los “pesos” y los “nuevos pesos” mientras dura el periodo de transición. Es decir, los billetes de nuevos pesos mantendrán el diseño de los billetes de la nueva familia, próximos a emitir, eliminando los tres ceros y sustituyendo las palabras “mil pesos” por “nuevos pesos”, lo cual facilitaría la transición y la comprensión del público del cambio de unidad monetaria.
Por último, además de dar cumplimiento a leyes aprobadas en el Congreso, con la nueva familia de billetes el Banco da continuidad al concepto de biodiversidad de la familia de monedas lanzada en 2012, reiterando su compromiso con el cuidado del medio ambiente y la preservación de los recursos naturales. Destaca un grupo de elementos culturales y paisajes de nuestra geografía, que se han convertido en símbolos de la riqueza, variedad y creatividad colombiana. Rinde homenaje a personajes destacados en la cultura, la ciencia y la política del país, y refuerza el reconocimiento del papel protagónico de la mujer en nuestra sociedad, al rendir homenaje a dos destacadas mujeres colombianas de la historia reciente del país: la artista Débora Arango, pionera del arte moderno en Colombia, y la antropóloga Virginia Gutiérrez, pionera en la investigación sobre la familia en Colombia, las cuales reemplazan a personajes destacados a quienes se ha rendido homenaje en varias ediciones de billetes.
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Debieron tomar ejemplo de los billetes Brasileros, estos hacen homenaje a algunas de sus especies animales mas representativas, no metieron políticos o gente con falta de reconocimiento publico.
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No es la pésima desición, si no la pésima CORRUPCIÓN. No ven como robar al pueblo??, cuanto le cuesta a los colombianos todo este cambio??, o es que el presidente del banco de la republic lo va a financiar, junto con el ministro de hacienda y el presidente. Ya tendran lista la foto de Timochencko, verdad??, que dirigentes tan corruptos. Eso es una estafa para el pueblo colombiano. Utilicen la plata en inversión, reactiven el sector agropecuario, ayuden a desarrollar industria. Tan idiotas, ven crecer el sector informal de la economia y dicen que el pais esta mejorando, se estan creando muchos puestos de trabajo. Dicen tantas mentiras, y los unicos que las cree, son ellos mismos.
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De acuerdo, sólo debe aparecer en los billetes personas que conozcamos y que no tengamos que mirar libros de historia para saber quiénes son (qué abuso!!), yo propondría a Shakira, Carlos Vives, James y Falcao.
Ahora, después de leer este acertado análisis económico de cómo deberían ser las políticas de cambio de billete del emisor procederé a leer otro artículo del mismo autor: una reseña gastronómica del restaurante La Trattoria de la Plaz, chirriadísimo caray!! Me encanta el folclor interdisciplianrio de los periodistas colombianos!
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Estoy de acuerdo. Y lo de D. Arango y V. Gutiérrez en los billetes es un chiste.
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cual moderacion.
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A mi no me interesa de quien es la foto del billete, solo miro el valor.
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Amigo blogger, que su afán de llenar de polémicas su espacio no le haga perder el rumbo. Lastimosamente, su conclusión representa exactamente lo que Andrés Oppenheimer en su libro ¡Basta de historias! interpreta como «una obsesión con el pasado». Le comparto: «Mientras los billetes en Latinoamérica, muestran imágenes de los héroes de la independencia, u otros próceres del pasado, los billetes en Singapur muestran un grupo de jóvenes estudiantes, resaltando la importancia de la educación para la construcción del futuro. (…) Tal vez deberíamos empezar por poner la palabra “Educación” en nuestros billetes, tal como lo hizo Singapur. Eso serviría cuanto menos para recordarnos constantemente que lo que hace rico a los países en la era de la economía del conocimiento son las habilidades científicas, técnicas y creativas de su gente, y que eso sólo se logra con más educación.»
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El afán es de hacer mas gastos en esta época de bacas flacas en donde la corrupción no debe bajar su monto de utilidad para nuestros queridos padres de la patria, un billete de $ 100.000 para un corrupto o un empleado publico de alta jerarquía es nada o despreciable, para un empleado de salario mínimo es casi todo.
Piensen, gánensela bien para eso estudiaron supuestamente.
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