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Escrituras Bogotá

Me perdonarán ustedes la fusilada al famosísimo y manoseado título de Carver pero lo empantanado de este tema lo justifica. ¿Qué es un taller de escritura creativa?, ¿para qué sirve?, ¿qué objetivos persigue?, ¿forma escritores?, ¿enseña a escribir?, son apenas unas pocas preguntas de las muchas que asaltan la cabeza de más de uno de nosotros cuando nos hablan de un taller de escritura creativa.

No pasa lo mismo cuando sabemos de alguien que está tomando un taller de guitarra; o de pintura; o de danza; en esos casos las cosas están claras, sabemos, o imaginamos saber, qué va a aprender la gente a esos talleres, pero ¿uno de escritura creativa?, ¿es que acaso tienen mucho tiempo para perder o qué? Todos sabemos escribir y no necesitamos que nos lo vuelvan a enseñar.

Para colmo, se encuentra además una amplia gama de propuestas de taller que complica aún más las cosas. Les comparto un pequeño inventario de los que yo alcancé a tomar:

EL TALLER DEL ESCRITOR RECONOCIDO: Un tipo de reconocida trayectoria se sienta frente a un grupo de personas que parecen admirarlo y se dedica a atormentarlas hablándoles de sí mismo. Al final de cada sesión vende sus libros.

EL TALLER DEL ESCRITOR DESCONOCIDO: Un tipo del que nadie sabe nada, pero con muchos cuentos que han ganado concursos barriales y libros publicados por los fondos mixtos departamentales, se sienta frente a un grupo de personas para fanfarronear su saber literario y contarles el complot del mundillo literario en su contra: todo el mundo lo conoce y le teme a su talento, por eso nadie habla de él, para mantenerlo a la sombra. Al final regala sus libros con dedicatoria.

EL TALLER DEL ESCRITOR FRACASADO: Un tipo resentido por los rechazos editoriales y las nulas invitaciones a eventos literarios, decide entonces rodearse de un grupo de personas para que le suban el ego diciéndole maestro, le compren las fotocopias de sus textos jamás publicados y le gasten unos tragos.

EL TALLER DEL ESCRITOR EMERGENTE: Un tipo medianamente joven, medianamente reconocido, medianamente desconocido y medianamente fracasado, se para frente a un grupo de gente para despotricar de los demás talleres y de lo que se escribe en la actualidad. Acto seguido les revela a los asistentes la nueva literatura de la cual él es profeta.

EL TALLER DEL ESCRITOR QUE ES AMIGO DE TODOS LOS ESCRITORES: Un tipo se para frente al grupo y habla de su amistad con importantes escritores, cuenta anécdotas, en cada sesión invita a alguno de sus amigos para que den fe de su bella amistad y se elogian un rato frente a los asistentes. Al final se van a tomar un cafecito.

EL TALLER DEL ESCRITOR QUE SOLO ESCRIBE LIBROS AL RESPECTO DE CÓMO SE DEBEN DICTAR LOS TALLERES DE ESCRITURA CREATIVA: Un tipo se para frente al grupo y expone su amplia trayectoria dictando talleres de escritura creativa la cual ha reunido en un libro. Puede ser más de uno. Luego hace un resumen de su libro, o libros, y al final, por supuesto pues el conocimiento es para compartirlo, permite humildemente que los asistentes compren su obra con un generoso descuento.

EL TALLER DEL ESCRITOR CULEBRERO: Un tipo pide a los asistentes que hagan un círculo, se ubica en el centro del mismo y acto seguido empieza a prometer que les enseñará las mil y una reglas y trucos que los convertirán en escritores exitosos en el transcurso del taller. Al final cobra por las fórmulas compartidas.

EL TALLER DE ESCRITURA CREATIVA DE VANGUARDIA: Un tipo, o varios porque estos talleres son innovadores, pone a la gente a cerrar los ojos y sentir el instante, luego escriben, así, sin más ni más, lo que salga y tal como salga, porque la emoción no debe ser reprimida. El taller se apoya en innovadoras técnicas para componer textos como: el cadáver exquisito, la escritura automática o la escritura a cuatro manos. La sala por demás está aromatizada con incienso. Al final todos toman vino.

EL TALLER DE ESCRITURA CREATIVA DE FOTOCOPIAS: Un tipo llega cumplidamente sesión a sesión con un grupo de fotocopias, se para frente al grupo y lee en las copias, (aunque según él no está leyendo, está exponiendo), un repertorio de reglas trasnochadas al respecto de la composición de textos literarios. Luego reparte otro grupo de fotocopias en las cuales hay ejercicios, tomados (sin permiso obviamente) de textos y autores varios, en los que se debe aplicar lo escuchado. Al final cobra todos los paquetes de fotocopias.

EL TALLER DE ESCRITURA CREATIVA QUE ES EN REALIDAD UN CLUB DE LECTURA ENCUBIERTO: Un tipo se para frente al grupo, propone un autor y unos libros de este autor para leer. Luego se va. A la siguiente sesión pregunta si leyeron lo acordado y deja un nuevo autor con un nuevo grupo de libros.

EL TALLER DE ESCRITURA CREATIVA DEL MUTUO ELOGIO: Un tipo desde la primera sesión pone a todos a escribir, luego todos leen y se hacen observaciones, todas son buenas. Al final el tipo lee sus buenos textos para que iluminen los buenos textos de los demás. En este taller todas las sesiones se acompañan de vino y galleticas importadas. Todo es hermoso.

Entonces, ¿de cuál de todos estos talleres hablamos cuando hablamos de un taller de escritura creativa? Algo es claro, de ninguno de los anteriores, si usted se reconoce en un espacio por el estilo huya sin remordimiento alguno. Tienen sus cosas buenas, claro, como todo, pero son más las malas.

En mi experiencia como coordinador de talleres literarios he podido percibir que la mayoría de los participantes que asisten a este tipo de programas vislumbran, en mayor o menor medida, que no existe una manera única de componer textos literarios y menos aún una que garantice el éxito en tal tarea. La mayoría de participantes intuyen además aquello que Rilke definiera como: el abismo del desaliento, y que hace referencia a que esta es una época en la que los Grandes Maestros brillan por su ausencia. No buscan pues ni fórmulas mágicas ni maestros que los aleccionen.

¿Qué es lo que van buscando?

Es algo más simple y si se quiere elemental: un lugar en el cual puedan encontrar un grupo de gente con intereses afines a los suyos y que les brinde el espacio de confianza necesario para poder clarificar y afianzar su relación personal con el ejercicio de la creación literaria. Un lugar en el que puedan hablar de lo que les interesa. Así, a secas, sin mayores pretensiones. La primera tarea entonces que un taller de creación literaria debe proponerse es precisamente esa, la de propiciar ese entorno en el que sus asistentes encuentren, citando a Eugenio Montejo, “algún relámpago de armonía para hablar a los otros como se habla con uno mismo”.

Establecido lo primero quedan otras dos tareas:

Estimular el trabajo de los participantes al develar el proceso, y las herramientas que en ello se utilizan, mediante el cual es posible construir un texto literario. Es decir, citando nuevamente a Montejo, trabajando todo aquello que “corresponde a los procedimientos artesanales, a los secretos de la hechura […] Puesto que escribimos en nuestra lengua, es en ella principalmente, vale decir en las creaciones que conforman su tradición, donde averiguaremos el cómo de su íntimo gobierno”.

Y propiciar el hábito de la discusión fecunda. Entiendo aquí discusión fecunda como una charla que evita a toda costa los soliloquios improductivos y los puntos de vista radicales en los que no se permite el aporte del otro. A partir de lecturas y ejercicios el grupo deberá dialogar al respecto de las herramientas trabajadas, para qué sirven, cómo se deberían utilizar etc. De esta manera cada quién irá encontrando sus propias respuestas y se libra uno de los grandes peligros de los talleres de creación literaria: el coordinador mediocre, pues, y concordando con Raymond Carver, los directores en general de estos talleres “desempeñaremos nuestra función en negativo: enseñarles a los jóvenes lo que no deben hacer y a guiarse por sí mismos en ese sentido”.

¿Existen talleres así en Colombia? Los Impresentables pretende ser uno de ellos. Existen además importantes antecedentes como El Taller de Escritores de la Universidad Central y el famosísimo taller Umpalá, por solo mencionar dos ahora. De Umpalá, valga mencionar, salió una gran camada de jóvenes escritores entre los que se cuentan John F Galindo, Jesús Antonio Álvarez y quizá el más reconocido de todos ellos Ricardo Abdahllah.

Hoy en día contamos además con dos redes en las que se pueden encontrar muy buenos talleres de creación literaria: la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa RELATA, adscrita al Ministerio de Cultura, y Escrituras de Bogotá, la red de talleres de IDARTES que reúne sus talleres de carácter distrital y local.

Al respecto de estos últimos, los Talleres Locales de Escritura de Bogotá, valga mencionar que tienen su convocatoria abierta. El plazo de inscripción se cierra el viernes de esta semana a las cinco de la tarde. Hay 19 talleres presenciales, en las diferentes localidades de Bogotá a los que aún se pueden inscribir, y un taller virtual. Los Impresentables estará coordinando el taller que se dictará en la Localidad 3 Santa Fe, en el centro de la ciudad, estaremos en un espacio muy seguro, de fácil acceso y muy cómodo para desarrollar un taller de escritura.

Para finalizar esta nota les comparto dos enlaces: uno en el que se pueden enterar más al respecto del taller que coordinaremos en Santa Fe y otro que les permitirá acceder directamente al formulario de inscripción. Les comparto además una entrevista de Los Impresentables Radio a Mariana Jaramillo en la que nos cuenta un poco más al respecto de la Red de Talleres Locales de Escritura de Bogotá:

http://shoutout.wix.com/so/eLLCpRcL?cid=eb34d5c8-8043-4e02-b015-c6d8a4282356#/main

https://docs.google.com/forms/d/1BE1-vk_r-tspeH0tBKBj84AqpKVbX3-HOUrGEF2Nb5A/viewform

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