El fin del poderío de Ineos, la alternativa de la juventud y el renacimiento de unos veteranos, hacen parte de un Tour de Francia que empieza a marcar una nueva época.
Foto: AFP (2020) – Tadej Pogacar y Primoz Roglic en la disputa de la etapa 15 del Tour de Francia 2020
Algo tiene este año porque en todos los aspectos nos ha enseñado a vivir las cosas de una manera diferente, nada sigue el libreto tradicional y provoca situaciones icónicas que nunca llegamos a pensar a palpar. El Tour de Francia no escapa de esa realidad, y no digo que sea sorprendente ver a unos hombres de amarillo y negro controlándolo todo y encaminando a su rey para coronarse en los campos elíseos, voy a que todas esas circunstancias nos indican que estamos en un proceso de transformación, donde todo empezará a regir con un modelo diferente, algo nuevo a lo que habrá que acostumbrarse. Lo principal es que la dictadura ya no está bajo el mando británico, está en búsqueda de un nuevo dueño que parece ser holandés, que, como el resto de los antecesores, ha llevado un proceso de crecimiento que está en su fase más importante, saber cómo manejar el poderío. El recambio no solo está en la llegada de un nuevo dictador, pasa también porque su gran opositor es un chico de 21 años, que, aislado, sin quien le dé una mano, puede dar un golpe de estado si sigue rodando por esa línea de la valentía que nadie quiere seguir. Y porque el nombre de quien puede acompañar a esas figuras va a ser uno que de salida no estaba planificado y en esa lista, prevalece la veteranía de la que se presumía no iba a incidir en el resultado final.
El líder Primoz Roglic ha seguido por esa línea de la solidez, puede que no sea de esos ciclistas que logra diferencias abultadas en cada etapa, pero no muestra ningún síntoma de debilidad y seguirle el paso no es tarea sencilla. Día a día se acerca a ese gran objetivo y nadie ha sido capaz de desestabilizarlo. Su bloque ha crecido físicamente y han instalado su dominio en este Tour. Con Bennett, Dumoulin y Kuss aguantando mucho más en el ascenso, y Van Aert y Gesink conservando su esplendoroso estado de la primera semana, Jumbo se ha fortalecido y poco a poco está exhibiendo ese esquema de un conjunto que es patrón de importantes competencias, que implanta el miedo a sus contrincantes de atacarlos y donde sus gregarios tienen más gas que otros jefes de fila. Es irreal pensar que su curva va a descender en la tercera semana, por lo contrario, van de menos a más y cada día que pasa es más difícil romper su estructura. El título no está sellado todavía, pero lentamente empiezan a asegurar ese tesoro y será más fácil si otros no se atreven a probarlos.
No hay duda de que Tadej Pogacar es el único que puede revertir esta historia. No solo por la superioridad que tiene junto con su compatriota, sino porque sigue siendo el único que no se deja dominar por el miedo que genera el Jumbo. Parece que la juventud es un arma eficaz para domar al temor, ya sea porque hay más gusto por aventurar y arriesgar, o porque esa etapa de la vida es en la que no medimos tanto las consecuencias de nuestros actos y no hay nada que perder. Por la razón que sea, Pogacar es quien les ha dado vida a las fracciones montañosas porque no piensa tanto en que su tanque llegue a quedar vacío, sabe que el que no arriesga no gana y eso aplica más que nunca en este Tour. Son 40 segundos de distancia, 40 segundos que son recuperables y que representan una luz, de que el vencedor puede ser alguien distinto al líder del cuadro dictador. Por el bien de esta carrera, ojalá que Tadej siga con las piernas de estos 15 días para seguir intentándolo y encontrar un bache en Roglic porque, si no es él, dudo que sea otro el que finiquite esa consigna.
Asimismo, este Tour es escenario de un recambio que se está viviendo en este ciclismo moderno, donde se confirma que Ineos, ese elenco con un tren aplanador, que implementó un método de control efectivo y que propagó esa falta de espectáculo en el ciclismo, ya no es el patrón de la Grand Boucle. Esto no es responsabilidad exclusiva de Bernal, también está en que el rendimiento colectivo ha sido inferior a comparación de los últimos años. El éxito de esta senda victoriosa que construyeron con Wiggins, Froome, Thomas y Bernal es en una gran parte a la estupenda forma de los gregarios, que le brindaba las facilidades para destapar la debilidad de otros líderes, seguir en la parte delantera en los momentos más intensos de una escalada y servir de salvavidas cuando su líder iba corto de fuerzas (especialmente con Froome). Pero es algo que no tienen en este Tour, ni Amador, Van Barle, Kwiatkowski, Castroviejo, Sivakov o Carapaz han rozado ese estado. Y para colmo, tienen la desgracia de que su baza no posee los vatios de la edición pasada. Ese poderío, su maquinaria distinguida, no está presente en este Tour.
Añadiendo un poco al tema de Egan Bernal, es difícil encontrar una explicación o un elemento que dé el porqué de esta debacle. En el seno de la escuadra británica me imagino tendrán una idea de la causa, pueden ser mil cosas, un fallo en la preparación, que haya arrancado la temporada muy fuerte y que el pico lo haya alcanzado antes, en fin. La raíz de eso será desconocida para el público. Pasa lo mismo con Nairo Quintana, seguramente la caída del viernes tiene mucho que ver, pero sólo él sabe hasta qué punto lo limitó. Desde aquí es imposible asegurar algo en concreto, puede ser que la caída no haya sido tan influyente, que su curva también vaya a menos y que como su paisano, tampoco tuviese piernas, como perfectamente puede ser todo lo contrario, que ese infortunio sea el responsable de todo. Siempre será incógnita, pero lo único claro es que estos escarabajos están fuera de combate para el podio.
Esa eliminación abre las posibilidades de podio a gente que contemplaba esa opción, pero que la veía lejana. Un ejemplo es Rigoberto Urán, que por ahora tiene esa casilla. A nadie se le hubiera pasado por la cabeza que él estaría en esa disputa, más que todo por la falta de ritmo y los pocos kilómetros sumados previo al Tour. Sin embargo, es un corredor que está mostrando que está teniendo las fuerzas para estar arriba. Hasta ahora su forma ha sido magnifica, fiel a ese estilo de no moverse e ir aguantando ha rendido mejor que otros que a priori tenían más posibilidades que él. Tiene la ventaja de la contrarreloj, por lo que su misión para firmar ese podio está en ceder lo mínimo posible con sus perseguidores en la general, no tiene la necesidad de moverse, simplemente debe estar preparado para las ofensivas de los demás y no darles el más mínimo margen de que le saquen tiempo.
Miguel Ángel López es un contrincante muy peligroso para el antioqueño. Ha ido de menos a más y su progresión ha sido prometedora. No ha corrido bajo ese formato combativo que le conocemos, pero seguramente acuda a ese esquema en la tercera semana. Tiene un equipo muy bueno, con ciclistas completos y experimentados y para ser su primer Tour el podio sería un resultado fenomenal, por lo tanto, lo buscará sin cesar, y procurará poner en aprietos a Urán para desbancarlo de ese puesto. Otros que aspiran a lograr ese cajón son Mikel Landa y Richie Porte. Ambos castigados por los vientos, son quienes más deben remar contra la corriente. El español genera más dudas porque todavía le cuesta coger el ritmo, en contraste con el australiano que está haciendo el Tour de su vida. Porte, quien abandonará las filas del Trek, ha sido el último en ceder ante el empuje de los eslovenos. Tiene esa constancia en la escalada, el desarrollo y la fuerza para inquietar a otros escaladores, además de que es un excelente contrarrelojista, puede ser que en plena veteranía logre ese ansiado objetivo de ocupar una de las tres plazas en París. Ojo, porque puede llegar a ser mucho más determinante de lo esperado.
Alejandro Matiz
@amatiz12
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