@NataliaGnecco
Las revelaciones sobre la Iglesia Ministerial de Dios Jesucristo Internacional no cesan, es el escándalo mediático del momento, gracias a los videos donde se hizo notoria la discriminación de su líder espiritual, María Luisa Piraquive hacia los minusválidos, las prácticas irregulares del Senador Baena, para conseguir votos para la plataforma política de la iglesia, MIRA, las suntuosas propiedades que poseen y la cadena de denuncias de familiares y antiguos pastores.
La decisión de la Fiscalía de investigar a las cabezas visibles de esta comunidad por el presunto lavado de activos y enriquecimiento ilícito, llega en plena época electoral, cuando MIRA enfilaba sus baterías para superar su caudal electoral que en el 2010 ascendió a 324.000 votos. Lo curioso es que luego de cuarenta años de haber sido fundada esta iglesia, después de demostrar una maquinaria electoral tan bien engrasada que le dio tres Senadores y una Representante a la Cámara, precisamente ahora que la iglesia tiene presencia en 300 municipios de Colombia y en 40 países como Argentina, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Australia, Dinamarca, China, Japón, Rusia, Italia, Portugal, etc, salen a relucir los trapos sucios.
Este escándalo con tintes de “culebrón mexicano” tiene muchas lecturas desde observar la táctica política para desarmar al movimiento MIRA, porque los pastores de las demás iglesias no van a dejar de pedir diezmos y manipular a sus fieles por este escándalo, hasta analizar la repercusión de las denuncias en las verdaderas víctimas del engaño, es decir los fieles de la Iglesia Ministerial de Dios Jesucristo Internacional.
Cómo convencer a todas esas personas que han creído fielmente que la hermana María Luisa es ese “mesías”, “la elegida”, que realmente no lo es, si está comprobado que entre más revele la prensa, más defensa recibe de su comunidad, que entiende estos ataques como asechanzas del demonio en su contra.
Por secula seculorum los seres humanos han mostrado esa absurda tendencia a endiosar e idolatrar a alguien, por eso no es absurdo ver cómo muchos depositan toda su confianza en gurús, o líderes espirituales a tal punto que se sienten orgullosos de pertenecer a un grupo con incondicional lealtad, donde impera la hábil persuasión, la manipulación programada, el lenguaje de movilización, el néo langage (palabrería), la declaración de culpabilidad, etc.
En nombre de Dios se han cometido muchos holocaustos y las sectas son directamente responsables de estos lavados de cerebro. Recordemos los 88 miembros de la Secta Davidsoniens que se suicidaron; el enfrentamiento con la policía en Waco, Texas en 1993; los 53 miembros del culto del Templo Solar que murieron asesinados en Suiza y Canadá en 1994; los 11 muertos y 5.000 heridos en el atentado con bomba en el metro de Tokio por parte de Aoum, en 1995 o el suicidio colectivo de 923 miembros la Gente de Templo en Guyana en 1978.
Eso sí, la pregunta que siempre nos acosa es cómo logran las sectas persuadir a tantas personas. Pues bien, durante mi estancia en Canadá tuve la oportunidad de asistir como invitada a varios cultos de Iglesia Ministerial de Dios Jesucristo Internacional y es triste reconocer que la labor que hacen con los inmigrantes es buena. Digo triste porque si la Fiscalía tiene la razón, muchos seguidores de la Hermana María Luisa pasarán por un largo y tortuoso duelo, antes de abrir los ojos a la realidad.
La sed espiritual de quienes dejan un país por razones económicas o seguridad es infinita, de ahí el éxito en el reclutamiento de fieles seguidores por parte de esta Iglesia. Adaptarse a una nueva sociedad, vencer la barrera de los idiomas, conseguir trabajo, superar actos de violencia en el exilio, educar a los hijos con un nuevo modelo de pedagogía, etc es muy difícil. Toda esta población vulnerable busca un refugio y es ahí donde la Iglesia ha sembrado sus semillas.
En los cultos de Montreal y Toronto descubrí a refugiados y familias colombianas unidas, orando, buscando esa fortaleza espiritual para seguir adelante en su país de adopción. Sin duda es la razón por la cual muchos le abren las puertas a la hermana María Luisa, a sus pastores, a su comunidad, pues ellos terminan siendo su familia en el exterior.
A la lectura de la palabra seguían cantos de alabanzas que culminaban con la profecía, pues una de las características más importantes de esta Iglesia es su dependencia del don de la profecía, en la que se dice que un instrumento humano puede ser usado por el Espíritu Santo para hablarles a los demás hermanos. Este don lo poseen muchos hermanos en la Iglesia, no está reservado únicamente para la Hermana María Luisa.
No sé que piensen ahora amigos de la diáspora colombiana que hacen parte de esta iglesia, pero en Colombia los medios de comunicación se han apresurado a hablarnos del fenómeno del culto y la opinión pública está muy molesta. Pero el dilema casi invisible es el que enfrentan miles de personas que confunden el compromiso con el fanatismo, para ellos es difícil razonar objetivamente ahora, pues están entre la mercantilización y la demonización; entre la ceguera y la tolerancia abusiva, pero la sospecha es generalizada.
Por el momento, MIRA como movimiento político recibió un tatequieto, pues con ese impulso y disciplina que llevaba podría haber tenido una opción clara para llegar a la Presidencia de Colombia. Ahora bien, dejar al descubierto los pecados de la iglesia ha desatado una movilización masiva en muchas partes del mundo, a favor de hermana María Luisa Piraquive, todo acompañado de una acertada estrategia de redes sociales. ¿Cuánto más necesita salir a la luz pública para que sus seguidores reaccionen y abran los ojos?
Fotos: Grupo Facebook- MIRA
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