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Si usted es de los que da like a una página de Facebook para evitar maleficios, para ganar dinero o para salvar a un niño en África, su ingenuidad es grande pero inofensiva; si, por el contrario, comparte una foto de un supuesto violador o difunde información cuya veracidad no le consta, usted, además de ingenuo, es sumamente irresponsable y podría estar cometiendo un delito. Cuando usted comparte un contenido en Facebook se responsabiliza por la información que está transmitiendo y, si esa información es falsa, es usted quien está mintiendo.

Imagen tomada de: http://www.cbc.ca/doczone/episodes/facebook-follies

Si usted es visitante asiduo de las redes sociales y no ha visto el documental Facebook Follies, se lo recomiendo. Esta producción de CBC pone en evidencia los múltiples riesgos a los que estamos expuestos los usuarios de Facebook, en la mayoría de casos, por pura ingenuidad. Podrá sonar a cliché pero aun hoy, diez años después de la democratización de esta red social, hay miles de usuarios en el mundo que a diario ponen en riesgo su dignidad, su imagen pública y hasta en ocasiones su propia integridad. En el documental, por ejemplo, se habla de un joven político en Canadá que tuvo que renunciar a sus aspiraciones electorales por unas fotos subidas de tono que había publicado en Facebook años atrás, o del ladrón que robó un computador y tuvo la estupidez de publicar una foto del botín desde la cuenta de su víctima.

En Colombia ha habido varios casos famosos también. Recuerdo, por ejemplo, el de un universitario que se burló de la tragedia de unos niños que murieron quemados en Fundación o el del célebre tuit del entonces senador Juan Carlos Vélez que creyó una noticia falsa en la que se decía que habían muerto 37 personas en Colorado por sobredosis de marihuana. Si bien este último caso dio pie a que algunos emprendedores con mucho tiempo libre crearán Actualidad Panamericana, lo cierto es que, por lo general las consecuencias de estos lapsus son muy negativas.

Foto tomada de: http://www.vanguardia.com/

Los ejemplos que se han citado, pese a ser antonomásicos, no nos han enseñado gran cosa: basta con que usted revise su timeline de Facebook o Twitter para encontrarse con cientos de contenidos que hieren la propia dignidad de la persona que los publica o que son una clara evidencia de la comisión de un delito como apología al terrorismo, calumnia, injuria, pornografía infantil, suplantación de identidad, difamación, etcétera. ¿Sabía usted, por ejemplo, que meterse a la cuenta de Facebook que su amigo dejó abierta y escribir en su muro es un delito? ¿o que podría ir a la cárcel por hablar con demasiado apasionamiento sobre lo que deberían hacerle a los violadores, asesinos o delincuentes? ¿sabía que compartir un video de un linchamiento podría ameritar un proceso penal en su contra?

Para la tranquilidad de este tipo de usuarios, la justicia de nuestro país no tiene ni el tiempo ni el interés de investigar todas las tonterías que se escriben en las redes sociales, pero que no haya una autoridad seria y vigilante no nos permite actuar de forma deliberadamente irresponsable.

Desde el advenimiento de las redes sociales, los ciudadanos comunes hemos pasado a desempeñar la función de los grandes medios de información: producimos contenidos, damos nuestra opinión y difundimos denuncias ciudadanas. Eso está bien en teoría, porque nos permite contrastar contenidos, filtrar lo que no nos parece relevante, generar debates, exigirle a nuestros gobernantes… El problema es que somos iletrados digitalmente y creemos que tenemos derecho a esos beneficios que nos da tener al mundo conectado pero desconocemos que, como fuentes de información, también tenemos ciertos compromisos éticos con nuestros lectores.

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Foto tomada de: https://opinionsofalex.wordpress.com/2015/09/25/14/

Si usted es de los que da like a una página de Facebook para evitar maleficios, para ganar dinero o para salvar a un niño en África, su ingenuidad es grande pero inofensiva (lea: ¿Qué hay detrás de la imagen de una niña enferma en Facebook?); si, por el contrario, usted comparte una foto de un supuesto violador o difunde información cuya veracidad no le consta, usted además de ingenuo es sumamente irresponsable y podría estar cometiendo un delito. Cuando usted comparte un contenido en Facebook se responsabiliza por la información que está transmitiendo y, si esa información es falsa, es usted quien está mintiendo.

En Facebook hay mucha gente que pone a circular mentiras con intenciones variadas: algunos quieren mucho a algún político, a otros les encanta generar pánico, otros cursis escriben cualquier tontería y ponen en la publicación que lo dijo un gran escritor como Saramago o García Márquez, todos quieren que su publicación se difunda y encuentran en millones de ignorantes digitales al público perfecto. Así se han difundido rumores de la muerte de algún famoso o de la rifa del carro de Cristiano Ronaldo, o noticias como la de los bananos asesinos que al consumirlos nos contagian de Sida, o de redes que trafican con órganos humanos y luego de que han robado nuestros pulmones nos meten en una tina llena de hielo, todas ellas, desde luego, falsas.

De tantos ejemplos que hay los que me parecen más graves son aquellas denuncias de ladrones, violadores o asesinos: la gente comparte la foto del ciudadano en cuestión porque quiere hacerle un bien a la sociedad pero no se pregunta si la información es verídica, es como si algún desconocido acusara en la calle a otro de ladrón sin tener ninguna evidencia y usted en lugar de poner esa información en duda o llamar a la policía, le dice a otros desconocidos que le consta que el acusado robó. Eso le pasó a Héctor Jacobi, un argentino de 64 años acusado falsamente de abuso sexual, o a Yenny Paola Castro, una bogotana acusada de un supuesto maltrato infantil que nunca cometió y que por poco le arruina la vida.

Por eso, así como somos paranoicos cuando vamos por la calle y vemos gente sospechosa, también hay que ser precavido en las redes sociales pues los riesgos en ellas a veces son mucho más altos. Para hacerlo sólo debe evitar poner su información privada al alcance de todo el público, verificar lo que va a compartir y preguntarse si los contenidos que lee provienen de fuentes confiables.

Que no le pase lo que denuncia la Policía de Colombia en este video, en el que se pone de manifiesto la vulnerabilidad de nuestra seguridad en Facebook.

Twitter: @andresburgosb

 

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