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El tema de día ya dejó de ser covid-19, la pandemia, los contagiados, las UCI. Todo eso ha ido quedando como en un olvido colectivo. Estamos hastiados de la información, del permanente «esta es la semana crítica» y nada. La pandemia nos ha hecho valorar más el carrito del mercado que el que tenemos en el parqueadero. Nos vemos en el espejo y nos vemos más humanos.

Seremos luego de esta pandemia una nueva humanidad que elimina las barreras generacionales. Me encanta cuando llego donde mi papá de 92 años y orgulloso me dice: «Mija, ¿si sabes que ahora el banco me deja pagar por el celular mis cuentas y me manda el recibo? ¿Tú no lo has probado? Deberías intentar, es muy bueno porque como no podemos salir podrías resolver el pago de facturas». Mi papá cree que es el primero y el único que usa el servicio y que es un servicio nuevo de los bancos por la cuarentena. Divino. Ahora es un abuelo digital. Aprendió a la brava porque el covid lo empujó a la piscina sin consideración y ha tenido que adaptarse a la vida digital sin previa preparación. Como cuando a uno lo empujan a la piscina vestido.

Los adolescentes, acostumbrados a que todo se compra, se cambia, pero no se arregla, el covid-19 les enseñó que esa frase de «guárdelo mijito que su papá lo arregla» es verdad. Claro, como ya no tienen un comercio abierto y están encerrados todos esos «yo lo guardo que puede servir para algo» sirvieron. Les enseñó que podemos ser más recursivos, que las cosas no son desechables, que pueden cocinar y además, que lo hacen muy bien. Como le oí a alguno decir: «se me da eso de la cocina naturalmente». Otros vieron que hay que barrer, trapear, lavar ropa, secarla, planchar, quitar polvo, limpiar vidrios…. en fin, que la casa no se mantiene sola por obra y gracia del Espíritu Santo.

Los humanos que sobreviviremos al covid-19 seremos todos de la generación pandennials. Más digitales pero más humanos; más recursivos y menos soberbios; más amables, más solidarios, más respetuosos. Ese es el nuevo trato de la humanidad. Hacer que todos seamos pandennials y entendamos a esta crisis como un aprendizaje. Que los saldos pedagógicos nos inviten a ser mejores humanos, mejores personas, mejores seres.

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