La verdad desayuna con nosotros mientras los demás se mueren de hambre. Así piensa el egoísmo calculado que encuentra en las redes sociales el mejor aliado para atacar con balas de perdigón. Una frase, una imagen, una mentira, un odio, un temor que como un disparo le apunta a millones de blancos. Se dispersan y con efectos de tiros de gracia.
Una vez hecho el disparo son miles de balines y esquirlas que salen de un cañón apuntando a un blanco en la corta distancia. Y sí, es corta e inmediata la distancia entre la desinformación y quienes reciben ese brutal disparo. Creímos que nuestro escudo sería la educación, la tecnología o las herramientas anti fake news para detectar tanto desprecio y confusión. No es así.
Cada día que amanece la primera verdad que aceptamos es la que nos hace sentir bien; el placer está en las respuestas fáciles. Es como si hubiésemos perdido las llaves y las buscamos únicamente donde la luz nos deja ver. En medio de la búsqueda oscura, es como el poder de la luz que atrae a los borrachos, hacia el bar con letreros luminosos led.
No es culpa de los bares, noticieros, redes sociales, políticos, influenciadores y demás hacernos buscar las llaves en el lugar equivocado. Ellos nos invitan a tomarnos la comunicación de forma literal y explícita. Lo que está escrito, representado o construido es la verdad. ¡Tómeselo de un solo trago sin preguntar!
Seguimos buscamos las llaves en el bar porque allí solo vemos lo que la luz nos deja ver. Es insuficiente leer las líneas y las entrelíneas (lo evidente y lo sugerido), cuando no sabemos leer que está detrás de líneas. ¿Qué es lo que no se ve, ni se oye en la información que nos ofrecen? ¿Qué intereses y qué personas quedan por fuera de tantas narrativas que nos llegan?
Las llaves no las vemos porque debemos ir más allá del contraste de la información, de las fuentes oficiales y de las herramientas tecnológicas. No basta con preguntar por la botella o el tipo de trago. Y aunque ayuda muchísimo, es insuficiente diferenciar entre bebidas originales y adulteradas mediante herramientas que detectan la falsa información en internet. Se necesita más.
Muchos irán a votar envenenados por culpa de la información adulterada. Hace falta un desenguayabe social, una desintoxicación urgente.
Aparte de instrumentos y habilidades para responder ante las noticias falsas, necesitamos una actitud crítica ante toda información recibida. Una predisposición de alerta ante cualquier bebida desinformativa que nos ofrezcan. Es un estilo de vida.
Críticos sí, pero mejor si somos autocríticos. Pongamos en cuarentena toda la información que nos llegue. Reflexionemos sobre nuestros propios puntos de vista, miremos nuestros argumentos sin divinidades de por medio, revisemos nuestras emociones y aceptemos que no lo sabemos todo. No creamos que somos invencibles porque seremos más manipulables.
Muchos irán a votar envenenados por culpa de la información adulterada. Necesitamos un desenguayabe social, una desintoxicación urgente.
Las llaves están ahí, en cada uno de nosotros, en nuestro pensamiento crítico, en nuestra actitud frente a la información que nos embriaga.
¡No perdamos las llaves!
Dicho en términos bíblicos…»No hay peor ciego que el que no quiere ver».
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