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El proceso de paz avanza en Cuba, y aunque hay concesiones de lado y lado en el proceso, como era de esperarse, a los colombianos nos parece que el estado que nos representa está realmente cediendo mucho más a las demandas de las FARC de lo que esperamos o toleramos. Los últimos acuerdos logrados presentan un panorama desalentador en dos aspectos claros: justicia y reparación.

Los acuerdos hasta ahora logrados muestran grandes ventajas para la parte del conflicto que más daño le ha hecho al país: Las FARC. Han logrado hasta una circunscripción electoral propia, bajo la premisa de la desmovilización y la entrega de las armas, como si lo mínimo que las FARC deben hacer no es eso, entregar las armas y desmovilizarse. Vamos a premiarlos por semejante gesto con cargos garantizados en el Congreso, que ni siquiera nos van a dar la oportunidad a los ciudadanos de elegir libremente (porque si la tuviéramos hay una certeza casi absoluta de que no tendrían cargos en el estado).

¿Qué ganamos los Colombianos con este proceso entonces? Es realmente el proceso de paz con las FARC la panacea de pacificación y fin de la violencia que el estado y algunos medios pintan? En un país donde las bandas criminales que surgieron del último acuerdo de paz son quienes controlan el crimen en nuestras ciudades y siembran la zozobra en nuestros campos, en un país donde la gente muere por usar una camiseta de un equipo de futbol, ¿es realmente un acuerdo de paz con un grupo terrorista como las FARC el elemento que va a borrar esa violencia inherente de nuestra sociedad y comenzar una etapa nueva de paz y prosperidad en el país? Suena ridículo, y es así básicamente porque lo es. Nuestros problemas de seguridad, nuestra sociedad y sus manifestaciones violentas no van a cambiar el día que las FARC se desmovilicen y empiecen a ganar salarios de congresistas.  En el mejor de los casos la reinserción de los terroristas no engrandecerá las filas de las BACRIM, y todas las otras bandas que siembran el terror en esta nueva etapa de nuestra violencia, y en el peor de los casos vamos a volver a la guerra de antes, entre las FARC y los grupos paramilitares, pero con nombres distintos y con una cantidad de “reinsertados”  en sus filas

Lo que verdaderamente queremos lograr con este proceso de paz es cerrar, ante nuestros ojos y los de la comunidad internacional, un capitulo marcado por insurgencia, guerrilla y violencia. Para lograr ese acuerdo concesiones iban a tener que ser otorgadas. Las atrocidades de la guerra con las FARC fueron muchas y millones de colombianos sufrieron durante la guerra sucia entre Guerrilleros, Paramilitares y el Estado. Es por ello que no deja de ser importante que este proceso funcione, pero que se logre verdadera justicia y reparación. De otra manera, lo poco que se podría haber logrado para contribuir a la pacificación del país con este acuerdo se habrá malgastado, y los problemas de violencia que hoy nos aquejan, que realmente iban a cambiar muy poco con el logro de este acuerdo, solamente van a empeorar. Los colombianos queremos un acuerdo, pero dejemos de llamarlo “por la paz del país”. Algo muy pequeño de paz vamos a lograr si hay justicia, reparación, reinserción y las concesiones que se otorguen no parezcan un premio por años de guerra, violencia y barbarie. El resto de los problemas que tenemos que solucionar para lograr la verdadera “paz” aun van a estar ahí, al día siguiente de que en el congreso de la republica el estado y las FARC se sienten a firmar el acuerdo!

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