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Pareciera que el mensaje del Papa Francisco en los Estados Unidos y la mesa de negociaciones de La Habana se hubieran alineado para que los colombianos entendamos, que a pesar de las dificultades, imperfecciones y hasta omisiones de esta negociación de paz, este proceso representa un avance inmenso hacia el futuro del país. Como lo dijo el Papa en su discurso frente al congreso, para lograr la solución pacifica de nuestros conflictos, debemos dejar de mirar atrás para buscar razones por las que la paz no se debe negociar. Seguramente encontraremos muchas y muy legítimas, pero ello no nos llevará a nada. Hay que comenzar nuevamente, con esperanza pero sin ingenuidad, con convicción y firmeza, con el deseo de abrir una nueva página en la historia de la humanidad, una página de perdón, reconciliación y paz. No pudo el Papa haber entregado un mejor mensaje para los colombianos en este momento crucial de nuestra historia

El proceso de paz le conviene a Colombia por varias razones. La más importante es que nos quita el rótulo de país en guerra. La noticia del acuerdo en La Habana le dio la vuelta al mundo, y un amigo norteamericano me escribió: “ entonces va a ver paz en tu país, se acaba la guerra?”. Ese simple hecho me hizo ver la importancia de que esa asociación de Colombia con la guerra se acabe. Es posible que la violencia urbana que existe y la inseguridad continúen y hasta se incrementen, pero es una situación normal dentro del contexto de una nación y sus estructuras sociales, de gobierno, policivas y de justicia. Todas las naciones del mundo enfrentan problemas mayores o menores de seguridad, pero no por ello se consideran en guerra. Colombia se uniría por fin a las naciones del mundo que NO tienen un conflicto interno. Los efectos de esto en la mentalidad del resto del mundo son inmensos. Elementos como el turismo, la inversión y la imagen del país se verían altamente beneficiadas

El proceso de paz y cualquier cantidad de beneficios que se le otorguen a las FARC no van a ocasionar que el chavismo se apodere de Colombia. El chavismo en Venezuela no nació porque una guerrilla llegó al poder. Nació por la corrupción, la desigualdad social, la clase política y económica ignorando las necesidades del pueblo, y nació también de la ignorancia. Si algo así va a ocurrir en Colombia es culpa de la clase política, no se va a precipitar porque las FARC vayan a tener 4-5 o 10 escaños en el congreso.

El proceso de paz le va a quitar al gobierno y sus fuerzas armadas la excusa y la responsabilidad de dedicar cientos de miles de millones a la lucha armada contra la insurgencia. Ahora esos millones se pueden dedicar, como en el resto del mundo, a luchar contra la delincuencia común, las bandas criminales que poco a poco se apoderan de las grandes ciudades y pequeñas poblaciones. La firma de este acuerdo puede ser el principio de esa solución al problema de seguridad interna que hoy el gobierno dice no tener los suficientes recursos para atacar.

Las declaraciones que quieren llenar de miedo e incertidumbre a Colombia frente a este acuerdo son algunas sensatas, y esas deben ser escuchadas y valoradas pero no para acabar la negociación, sino para fortalecerla y lograr un mejor acuerdo. Pero hay otras realmente absurdas. Colombia vive una guerra interna con un grupo terrorista, narcotraficante, pero también subversivo y que ha sido reconocido como un actor de ese conflicto interno. Estas negociaciones son comparables a las que se hicieron en Centroamérica, en España o en Irlanda del norte. Pretender denigrar este proceso al decir, por ejemplo, que el gobierno está negociando con un grupo como Al-Qaeda o el Estado islámico, que son grupos puramente terroristas, cuyo único objetivo es destruir y aniquilar enemigos de su ideología extremista, cuyos ataques no son contra el estado o la población civil de un país especifico, sino contra una religión o una cultura, y que no tienen ningún interés de negociar, no tiene sentido alguno. Colombia ha vivido la barbarie del terrorismo de las FARC pero ha sido dentro del marco de una guerra declarada entre el estado y la guerrilla. El FMLN, ETA o el IRA cometieron actos terroristas en nombre de la revolución, y eso no impidió una negociación. En la historia reciente de Colombia, el M-19 cometió actos barbáricos en su época y hoy son parte del estado Colombiano. Algunos han sido buenos gobernantes, otros tan corruptos como la clase política contra la que luchaban, pero están dentro de la sociedad civil, no en las montañas con un fusil planeando una toma de una población, un ataque terrorista o una masacre o secuestro contra las fuerzas armadas legitimas del estado. Eso mismo ocurrirá con las FARC. Y si se vuelven corruptos o delincuentes, hay otras herramientas legales, dentro de la sociedad civil y fuera del marco de le guerra, para lidiar con esa situación

Finalmente, Firmar el acuerdo con las FARC va a representar un cambio en nuestra mentalidad como nación. Por primera vez en muchas generaciones, los colombianos podremos decir que estamos en una nación en paz. No una nación segura, pero una nación normal, donde no hay guerrilla, no hay guerra, no hay desplazamientos forzados o masacres por motivos políticos. Por primera vez el mundo verá a Colombia como una nación estable, sin conflicto y con los mismos problemas de cualquier otro país en desarrollo o desarrollado. Más importante aún, los Colombianos vamos a sentir que un capitulo negro de nuestra historia se cierra y que el país está avanzando en el camino correcto a la normalidad institucional. En nuestra mente, en las nuevas generaciones y en el futuro de país vamos a dejar algunos de nuestros miedos, complejos y frustraciones atrás, esto tiene un valor incalculable y nos lo está dando esta oportunidad que no podemos dejar pasar! Colombia necesita este proceso y los colombianos debemos apoyarlo para que su conclusión sea exitosa!

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