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Este nuevo confinamiento decretado para Bogotá por cuatro días me trae a la memoria el tema de las libertades individuales. En un estado de derecho las libertades individuales deben ser respetadas mientras no infrinjan los límites del derecho. Las libertades individuales son simplemente el derecho de cada uno de los ciudadanos a actuar libremente, entendiendo que cada uno de nosotros entiende el marco normativo/legal que nos regula.

El hecho que la autoridad (en este caso la Alcaldía de Bogotá) determine limitaciones de movimiento, cuarentenas o confinamientos con un número reducido de excepciones para todos los Bogotanos es abiertamente una violación a nuestras libertades individuales y a nuestros derechos como ciudadanos. Con esto, no quiero desconocer que estamos viviendo una situación de salud que requiere de todos nosotros el más estricto cumplimiento a todas las medidas de mitigación, que incluyen el lavado de manos, uso de tapabocas, distanciamiento social y no participar en aglomeraciones.

Sin embargo, el hecho que la autoridad determine que todos nosotros debamos quedarnos confinados en nuestras casas o apartamentos, que el comercio, servicios y restaurantes, por tanto, no puedan abrir en estas fechas con el fin de limitar el número de nuevos contagiados y por tanto aliviar nuestras UCI altamente congestionadas, significa que la autoridad quiere decirnos que nosotros no somos capaces de cuidarnos ni de cumplir con las mínimas medidas de mitigación ya conocidas por todos.

Es también la realización de que el Estado se hace responsable de nuestra salud, toda vez que no nos quiere dejar sin camas ni ventiladores en las UCI que eventualmente necesitemos y por tanto se hace responsable de que tengamos (en caso de ser necesario) los equipos, servicio médico y medicinas que nos den algún chance de sobrevivir en caso de que nos sintamos gravemente enfermos. Sin embargo, si cada uno de nosotros se hiciera responsable de tomar todas las medidas preventivas, ciertamente no estaríamos en una situación tan crítica como la que estamos el día de hoy.

Todos nosotros estamos conscientes de que si nos enfermamos de gravedad, eventualmente no habrá ventiladores ni camas que nos permitan una posibilidad de recuperación. Entonces, extremar todas las medidas de mitigación a un posible contagio debe ser prioridad de cada uno de nosotros, siendo responsables de nuestra salud, la de nuestra familia, compañeros de trabajo y amigos.

El Estado no es responsable de asegurar las camas y ventiladores a toda la población eventualmente enferma, sino que debe hacerse responsable de informar el estado de las cosas, definir normas, leyes y reglamentos con todas las medidas de mitigación necesarias que permitan asegurar que -en caso de cumplirse-  la propagación del virus estará controlada y finalmente esforzarse en hacer cumplir las leyes, normas y reglamentos que se hayan definido para estos efectos con sanciones realmente ejemplificadoras.

Es que el confinamiento es una privación de libertad y, bajo este prisma, el infractor es el que debiese estar confinado. Si te sorprenden dentro de una fiesta ilegal, si no ocupas el tapabocas, si no guardas adecuado distanciamiento social, si estás enfermo y no guardas el adecuado confinamiento, entre otras, deberían encerrarte sin ningún tipo de excepción por ser un peligro para la sociedad, además de pagar las multas que te correspondan como infractor y de perder cualquier tipo de prioridad médica en caso de enfermarse seriamente. El resto de la sociedad no tiene por qué pagar en su conjunto por la irresponsabilidad de unos pocos. 

La vacuna llegará tarde o temprano, y mientras esto no ocurra debemos ser conscientes que somos responsables de nuestro comportamiento y de las consecuencias que significa actuar por fuera de nuestro marco legal y normativo.

¡Cárcel para los delincuentes!

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