Un caluroso domingo Toty llegó ansioso a su casa, quería ver en la tele el partido de fútbol del equipo de sus amores, el que adoraba con pasión desenfrenada desde la niñez. —Ser fiel hincha del Rojo es mi único defecto. ¡Uno no puede ser perfecto en esta vida! —decía bromeando. Venía de participar en una conferencia, últimamente esta actividad se había incrementado gracias a su capacidad de oratoria, credibilidad y buen humor. Su esposa y sus hijos habían salido, y llegarían para acompañarlo.
Tomó unos pasabocas y una cerveza, se acomodó plácidamente en su sillón “Reclinomatic”. Mientras llegaba la hora del compromiso, miró varios canales internacionales, de repente se quedó boquiabierto con la noticia que anunciaba como ganador de la lotería a un hispano en Wisconsin, Estados Unidos, ganó nada más y nada menos que $768.4 millones de dólares ¡Era multimillonario! Había elegido la opción de pago en efectivo, que correspondía a unos $450 o $500 millones luego de la deducción de impuestos. ¡No lo podía creer! Las cosas que él haría con todo ese dinero. Mejor, se reacomodó en su sillón y se dispuso a escuchar los comentarios sobre su equipo, que como de costumbre estaba peleando los puestos intermedios, todo lo del Rojo era sufrido; entre tanto su rival de patio, como siempre, estaba en la punta.
Conferencista exitoso
Con el transcurrir del tiempo Toty se convirtió en un destacado conferencista y motivador internacional. Empezó a frecuentar diversos países, en especial Estados Unidos, allí pasaba mucho tiempo, entonces decidió adquirir una vivienda en La Florida para alternar con la de su país. Alguna vez viajó a San Diego, California, y se quedó más tiempo de lo estimado, aprovechó para conocer mejor la ciudad e hizo algunas compras. Estando de regreso en La Florida conoció una noticia:
“Alguien en California, ¡es súper Rico! Un boleto, solo un boleto, acertó los seis números del premio mayor de la ‘Mega Millions’: $1.100 millones de dólares (o $716.5 millones opción pago único). La probabilidad de atinar era de 1 entre 302 millones…”
Presuroso fue a buscar en su chaqueta un billete de lotería que había comprado en un mercado en San Diego —¿Qué tal que sea el afortunado? ¿Por qué no? Al fin y al cabo, tengo la misma probabilidad que los demás —pensó.
Apoyar el equipo
Siempre soñó con apoyar su equipo, de verlo como un grande y poderoso club futbolero, que su “Rosso del alma” marcara historia. No lo pensó dos veces, solo actuó, se asesoró y compró al equipo de sus amores gracias al ¡premio mayor de la Mega Millions! Se rodeó de un grupo integral de profesionales en todos los campos, constituyó una empresa en torno al club, fue elegido presidente. Hizo un plan a mediano plazo, en dos años estarían dándole a la fanaticada un triunfo local y en máximo cinco, uno internacional. Contrató un Director Técnico de confianza, estudioso y serio, conformando un excelente equipo de técnicos y asistentes para dirigir desde las divisiones inferiores hasta las mayores, promoviendo jugadores de la cantera, este plan cubría la rama femenina y la masculina. Un objetivo adicional fue incentivar el estudio formal entre los jugadores, además, de recibir cursos financieros y técnicos, acompañamiento psicológico constante, en resumen “Formar personas integrales”. Las charlas las fue dejando lentamente y se dedicó casi exclusivamente a la presidencia del equipo.
El partido final
En una de las temporadas pasó lo que tenía que pasar ¡Clasificaron a la final! Pero a la final soñada, enfrentado a su rival de patio. Todo debido a un trabajo bien planificado, a conciencia y con pasión, y como él lo llamaba “…el universo alineó todos los astros para conformar un excelente equipo de personas desde la hinchada hasta los jugadores, pasando por las directivas y patrocinadores”.
La final tenía dos partidos, en el primero fueron visitantes y empataron uno a uno. En el último, el definitivo, jugaban de locales. La tarde anterior, con permiso del cuerpo técnico, reunió a todo el plantel y usando su poder motivador presentó ejemplos de equipos coherentes, entregados y comprometidos, mostró cómo cada jugador era parte vital del engranaje del conjunto, vieron a la “Naranja Mecánica” Holanda de los 70 y Alemania – Colombia, Italia 90. Todos salieron inspirados, llenos de positivismo, alegría y confianza, sabían que el resultado dependía de ellos y de cumplir a cabalidad la estrategia del DT.
Llegó la hora, en el estadio se arma la fiesta. Las tribunas visten de rojo, en las pantallas gigantes se proyectan momentos históricos del club, el locutor oficial pide al público hacer la ola, es un delirio. Saltan los equipos a la cancha con sus colores tradicionales, se llevan a cabo los actos protocolarios, intercambian banderines, suena el pitazo inicial, la emoción está a flor de piel… —¡Mátame Rojo, mátame! —grita Toty. El rugido del público es arrollador, es la ilusión de un pueblo.
El resultado
Finalizando el primer tiempo, contragolpe explosivo del Rojo, “Va y va… ¡Goool!”, euforia total, estalla una algarabía impresionante. —“¡Qué dicha! ¡Rojo, eres la pasión del pueblo!” —grita Toty radiante. En el segundo tiempo el compromiso se torna en todo un espectáculo, es un toma y dame entre gladiadores, el público vibra entusiasmado. En un afortunado avance el Rojo anota el segundo, tiembla el estadio ante la celebración; todavía restan 20 minutos, el nerviosismo aumenta, saben de la calidad del contendor, no se pueden confiar, las barras arrecian con sus cánticos y los hinchas los acompañan. Faltando tres minutos para el final, llega el gol del cierre, el tercero, es la locura, el estadio se quiere caer. El griterío es inmenso, se ven juegos pirotécnicos en el exterior del estadio, ¡por fin han ganado un título nuevamente! Es de no creer, todos se abrazan, saltan, algunos lloran. “Campeón Rojo Campeón…Campeón Rojo Campeón”, dice el coro que inunda la noche.
La ovación
—¡Es el triunfo soñado por todos! —le dice emocionado el Gerente Deportivo mientras caminan hacia el césped.
Hay felicidad por doquier, el locutor oficial pide un poco de silencio y llama al centro de la cancha al presidente, le entregan un micrófono, los reflectores lo iluminan, saluda, es la vedete, antes de que empiece a hablar, el público de pie lo aclama diciendo al unísono ¡Tooty! ¡Tooty! ¡Tooty!
Inesperadamente, en la tribuna norte una bandera del Rojo se despliega cubriéndola, apareciendo en el centro un inmenso rostro del presidente con un letrero que dice “Eres del pueblo Toty ¡Gracias!”. Él no lo puede creer, estallan los aplausos, suenan cornetas entre el coro:
—!Tooty! Fa. Fa. ¡Tooty! Fa. Fa.
Ve acercase a su familia, intenta hablar por el micrófono, pero la emoción puede más y empieza a sollozar, qué alegría tan inmensa, mira las tribunas, todos lo ovacionan y no aguanta, llora a mares, se lleva las manos a la cara, escucha otra vez:
—!Tooty! Fa. Fa. ¡Tooty! Fa. Fa.
Entre abre los ojos y ve los rostros borrosos de su familia, se oye:
— ¡Tooty!
— ¿Paa’?… ¿Paa’?
— ¡Toty! —lo estruja suavemente su esposa — ¡Toty! Mijo…
—¿Paa’?… ¿Paa’? ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien —dice soñoliento mientras se reincorpora en la Reclinomatic secándose las lágrimas.
—¿Qué te pasa? Llegamos, estabas dormido y te vimos ahí sonriendo, de pronto empezaste a llorar desconsoladamente ¿Seguro que estás bien?
—Sí, estoy bien —les dice —tan solo fue un sueño —y haciendo pucheros vuelve a sollozar.
—¿Por qué lloras? —lo ven enjugarse el llanto.
—Es que —sniff, sniff— es que era un sueño tan, pero tan bonito…tan real con mi adorado Rojo… y ¡lleno de billeticos! Aayyy. ¡Noo!
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Una injusta burla conociendo la gran ciudad
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