No es solo la labor y la responsabilidad de los periodistas el comprobar y verificar la información que recibimos y que compartimos.
Cuando un periodista o un medio publica información falsa o que denigra la honra o el nombre de alguien, y que incurra en alguna ilegalidad, tienen que enfrentar procesos judiciales.
Pero lo que nos ha demostrado el uso de bulos y mentiras en las redes sociales es que es posible darle la vuelta a la situación y usar la defensa de la libre expresión como un arma para ejercer un ataque sobre los demás.
En ‘Matar un Ruiseñor’, Atticus Finch dice que la “única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno”, y no sé si es que la gente que dibujaba el libro ya se quedó desactualizada, pero ahora nos enfrentamos a un problema, parece que las conciencias sí se pueden regir por mayorías y alimentarlas con mentiras.
Falta algo
El derecho a la información tiene una coletilla que es “derecho a la información veráz”. El derecho a la mentira no está contemplado y ya es hora de que, aquellos que tienen en la agenda superponer el derecho a la desinformación, asuman responsabilidades por sus actos.
Esto no implica que las personas no puedan compartir lo que les venga en gana. Sin embargo, hay un mundo de diferencia entre una opinión y una construcción propagandística con intención de cautivar o acercar al odio.
Vamos a ponerlo así: voy a cualquier red social a decir que un gobierno es inepto, que no me gusta, que un político en particular es incompetente y que lo que está haciendo es una afrenta contra la sociedad, que no me representa y que debería estar alguien que se acerque más a mi ideología política.
También voy a la misma red y publico que se están metiendo cadáveres de personas en sacos y se están contando por cientos y los están ubicando en galerías como granjas para esconderlos del conteo oficial de fallecidos por coronavirus. Y le sumo una imagen donde se deje ver unos sacos grandes, pero pixelados y llamo a que la gente pida explicaciones y se nos diga por qué se está haciendo esto.
Estas dos actitudes a mi me parecen claramente diferentes. Como diferente me parece que lo diga una persona que desde su casa muestra su malestar, a que lo diga el líder de un partido político, el jefe de comunicación de una empresa o el presidente de un grupo económico.
¿Qué pasa?
No es ingenuidad, la pregunta de fondo es quién se aprovecha de todo esto. Y no nos quedemos en la versión capilar de “los políticos”. Hay mucho más ahí y Peter Suciu en Forbes se pregunta algo parecido
COVID-19 Misinformation Remains Difficult To Stop On Social Media
Claro que los periodistas tenemos culpa en esto. Tanto que dedicamos nuestro tiempo y trabajo cada vez más a desmentir información que a generar nueva que de contexto a la realidad.
Estamos normalizando el derecho a mentir. El premio nobel de economía, Richard Thaler, escribió que los humanos tenemos un tiempo y una capacidad cerebral limitados y, por ello, nos servimos de sencillas reglas generales para facilitar la toma de decisiones. Así que si la regla general se vuelve la mentira, ya no tendremos ninguna defensa, no existirá ni siquiera en nuestra conciencia.
Pué miren uds la última perla . el señor dueño o accionista mayoritario de la revista semana, el señor Gilinsky dijo : estoy interesado en el FOX NEW Colombiano osea en una revista de noticias falsas: . ¿ de acuerdo a lo que dice este periodista , quién lo va a castigar ? si para su objetivo cuenta con el AVAL DEL GOBIERNO COLOMBIANO.
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