Tras las Huellas de los Vigías Ambientales para la Paz
En mi casa ya no se bota una bolsa de basura, mi hija todo el tiempo me dice: mami lo que queda de hacer el jugo no va en la misma bolsa de los papeles, cuando viene del colegio trae todo lo que es plástico y lo pone en la bolsa del reciclaje; asegura Rosa Aparicio, madre de una de las niñas que hace parte del grupo de Vigías Ambientales en el Municipio de La Apartada.
Los sábados, como es habitual, los niños de los barrios El Retorno y La Florida salen a cumplir su compromiso con el medio ambiente. Tienen entre los 3 y los 15 años, se reúnen a las 4:00 de la tarde en el espacio de encuentros comunitarios al que llegan airosos con sus uniformes que los identifican como de Vigías Ambientales para la Paz.
Su objetivo, como actividad lúdica con permiso de sus padres, es velar por el bienestar ambiental de su comunidad, por lo que realizan jornadas de siembra de árboles, limpieza de parques, preparación de abono, reciclaje y aprovechamiento de los residuos para elaborar manualidades.
El grupo de Vigías Ambientales para la Paz nació en 2014 cuando las integrantes del Comité de Gestión, identificaron en el marco de su Plan de Desarrollo Comunitario, que sus hijos no tenían alternativas lúdicas y formativas fuera de sus casas, por lo que al salir de sus hogares, quedaban expuestos múltiples situaciones desencadenadoras de conflicto.
Ofelia Palacio, una de las integrantes del Comité, propuso escoger un día a la semana y enseñarles a los niños y a las niñas a hacer manualidades. En principio se sumaron 9 participantes, hijos de las mismas integrantes del Comité, pero con el pasar de las jornadas y del voz a voz que se generó en el barrio, número que aumentó, con amigos del colegio y vecinos.
Viendo lo que hacían los niños y las niñas de Retorno y La Florida, apareció el señor Ramiro Piñeres, habitante de la comunidad, con la idea de aportar sus conocimientos como técnico ambiental y hacer transferencias lúdicas a los vígías. Les enseña otras formas de ayudar al medio ambiente, para volver a tener muchos árboles, aire fresco y parques limpios donde jugar.
El propósito de los Fondos Concursables es que los Comités de Gestión pongan en práctica los conocimientos adquiridos para estructurar iniciativas a través de la aplicación del ciclo de gestión de proyectos. Por lo tanto, sumaron los saberes del Comité junto con los del experto temático, estructuraron a partir de una dificultad, y su iniciativa fue de alto impacto.
Después de varios días de evaluación llegó la gran noticia, era de noche lo cual no fue un obstáculo para reunirse a compartir la alegría de haber ganado su primer fondo concursable. Ofelia, la que en un principio dio la idea, llamó a sus compañeras y a Ramiro para contarles. Al siguiente mes recibieron el premio: petos y gorras marcadas con el nombre de la iniciativa, carreta, palas, regaderas, rastrillo, escobas y picos.
Actualmente hay más de 30 Vigías Ambientales. En la práctica han ido a los parques y zonas verdes de la comunidad para limpiarlos, recogiendo las basuras y barriendo las hojas caídas. Están en el proceso de abonar la tierra, preparar las semillas y comenzar a sembrar árboles para reponer los que ya han sido cortados.
Las jornadas han sido planeadas de tal forma que cada uno tiene que llevar cada sábado su bolso con cuchara, vaso y termo con agua; salen desde El Retorno y pueden llegar a cualquier lugar La Apartada. Tras una o dos horas de trabajo llega la hora del refrigerio, reciben los alimentos en hojas de bijao, comen cada uno con sus utensilios con el fin de no generar ningún desecho que pueda afectar la labor que acaban de desempeñar. Finalmente con la satisfacción del deber cumplido y las barriguitas llenas se van a sus casas a descansar y esperar a que vuelva a llegar el fin de semana, con nuevas motivaciones y con la tranquilidad para sus madres, que gestionando, mitigaron una dificultad que estaba comprometiendo la vida de las nuevas generaciones.
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