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Cerca de una veintena de personas estaban arremolinadas sobre un separador del barrio Ciudad Alsacia. En el centro de ellos se alcanzaba a ver un policía. Me acerqué y poco a poco fui distinguiendo a un hombre tirado en el césped. Tenía amarradas sus manos atrás, no sé si con las esposas o con otro elemento.

Se le veía el dolor en su rostro. Lo habían cogido robando y le habían dado una paliza. Pero los presentes querían más. De un momento a otro alguien salía de entre las personas y le daba unas cuantas patadas. Luego otra y otra. El policía solo miraba.

‘Mate ese hp’, gritó el conductor de una camioneta gris que se parqueó por un momento para observar la acción, sin saber siquiera qué fue lo que hizo esa persona.

El supuesto ladrón ya se estaba levantando, cuando un joven salió por detrás de él y le estampó un puño en el rostro. Todo frente al agente de policía. Otro joven siguió ese ejemplo, pero le dio fue una cachetada que abarcó nariz y boca. Y el policía allí.

‘Desnúdenlo’, gritaba con insistencia una señora. “No aprovecharon. Nos vinimos despacio para darles tiempo, pero no aprovecharon”, dijo el policía, que en últimas levantó al joven, lo subió en una moto y partió.

Esa es una escena muy conocida por quienes a lo largo de la ciudad y en todo el país han optado por actuar por mano propia, desconociendo que con ello se están poniendo en el lado de quienes violan la ley.

¿Por qué está tan desesperada la gente? Porque ha aumentado la inseguridad, porque a los ladrones que cogen los sueltan los jueces y por la falta de eficiencia de la Policía y las autoridades que tienen que ver con el tema.

Pero la práctica del linchamiento se debe detener. Se tiene que extinguir. Entre otras cosas, porque se sabe cómo comienzan las cosas, pero no cómo van a terminar.

Hace un buen tiempo, el canal Citytv mostró a una mujer a quien iban a robar, pero esta se le enfrentó al ladrón y logró reducirlo, al punto que lo hizo desnudar y lo amarró a un poste. Júbilo total de quienes apoyan esta práctica.

Sin embargo, si nos ponemos a pensar un poquito más, la señora corrió un enorme riesgo ¿Qué tal que el hombre estuviera armado? ¿Qué tal que tuviera compinches cerca y la atacaran?

Pero en grupo todo el mundo es macho. Y con el ejemplo de una sola persona que golpee al supuesto ladrón, los demás lo siguen, sin pensar que podrían estar incursos en un delito y sin medir las consecuencias.

¿Qué tal que el hombre se muera? Ya sé. Muchos dirán que se lo tenía merecido. Pero… ¿qué tal que la familia contrate un abogado, ubique videos (que los suben a granel), individualicen a quienes lo golpearon y los acusen de asesinato? ¿Está usted preparado para enfrentar un juicio por el hecho de haberse dejado llevar por la ira?

Ya vimos que los policías no van a decir nada, a pesar de que uno de sus deberes es defender a todos los ciudadanos, entre otras cosas, de intentos de linchamiento o de agresión por parte de otras personas. Pero la Fiscalía sí va a tener que investigar. Y hasta allí llegará la paz de quienes quisieron hacer el linchamiento.

Tomar justicia por nuestras propias manos nos llevará a una situación de barbarie que no sabemos cómo va a terminar ni a cuántos inocentes vamos a ‘ejecutar’.

Creo que este es el momento de exigirles a las autoridades mayor acción, colaborarles en lo que se pueda y enfrentar entre todos esta dramática situación de inseguridad creciente que nos desespera y lleva a ciudadanos a este tipo de acciones violentas. A una violencia contra la violencia que no tiene sentido.

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