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A dos años de haber sido declarada la emergencia sanitaria por Covid-19, se adoptaron medidas para establecer el distanciamiento social con el propósito de proteger la vida de las personas. Fueron cerradas las escuelas en cada rincón del mundo, afectando a 1600 millones de estudiantes en 190 países, según datos de la Organización para las Naciones Unidades y la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2020).

Al analizar el contexto colombiano, ocupamos el quinto puesto en la región sudamericana, con 77 semanas de cierre total y 23 semanas de cierre parcial. Cifras que acrecentaron la crisis educativa aumentando las desigualdades, al provocar un retroceso en los esfuerzos que en materia de políticas educativas se estaban mitigando.

Con el retorno progresivo a la presencialidad que se dio gracias al apoyo de las cifras epidemiológicas, socioeconómicas y de salud pública, se pudo priorizar el aprendizaje garantizando un retorno seguro para los niños, niñas y jóvenes. Así, los organismos internacionales y nacionales brindaron recomendaciones frente a la reapertura de las instituciones e invitaron a generar reflexiones sobre las repercusiones inmediatas que comenzarían a observarse por la crisis económica mundial que traería la pandemia y el tiempo de confinamiento en el que permanecimos.

Cuando se analizan los discursos educativos, se puede conocer dos realidades que vivieron los docentes. Por un lado, se encuentran aquellos docentes y estudiantes que disponían del acceso a equipos y conectividad, quienes pudieron continuar sus estudios llevando la escuela a los hogares. Estos docentes recibieron capacitación exprés y acompañamiento permanente para brindar una educación retomada a otro nivel. Por otro lado, están los docentes y estudiantes que no tenían las competencias digitales y no contaban con la infraestructura necesaria para garantizar la educación remota o virtual, entre otros.

La crisis sanitaria hizo repensar a los organismos internacionales para avanzar hacia una educación híbrida, una que pudiera combinar las mejores experiencias educativas, donde las tecnologías son una herramienta fundamental para abrir otros escenarios que contribuyan a impulsar la calidad educativa. También, el apropiarse de nuevos enfoques educativos con el objetivo de alcanzar un aprendizaje profundo, pertinente, incluyente y flexible, que favorezca un aprendizaje a lo largo de la vida.

Dadas las necesidades de un abordaje pedagógico alternativo, uno que pueda dar respuesta a la formación de competencias para el siglo XXI, se hace necesario implementar innovaciones pedagógicas con apertura a lograr reformas curriculares donde se prioricen la actualización permanente de los programas con miras a lograr perfiles profesionales para los empleos del hoy y el mañana. Al mismo tiempo, se requieren ajustes en los resultados de aprendizaje para dejar a un lado el aprendizaje de contenidos que nos invitan a seguir los modelos tradicionales. También es fundamental el despliegue de didácticas innovadoras con integración de TIC que motiven y hagan más significativo el proceso educativo.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (Vásquez et al., 2020), la pandemia hizo cuestionar a los educadores sobre lo que es importante lograr a través de la educación, revelando habilidades que necesitamos fomentar en los estudiantes, como el autoaprendizaje, la motivación y la gestión del tiempo.

Así como en el mundo se unieron los científicos para desarrollar una vacuna, el BID (Vásquez et al., 2020) hace un llamado a los docentes del mundo a crear o fortalecer redes sobre nuevas pedagogías con el propósito de favorecer un aprendizaje profundo, uno que privilegia el desarrollo de competencias hacia el trabajo colaborativo, pensamiento crítico, creatividad, ciudadanía, comunicación y la personalidad (Fullan et al., 2020). Para hacerlo una realidad, se necesita de estrategias pedagógicas e innovadoras que puedan hacerse visibles en las prácticas educativas, al tiempo que se fomenta el trabajo en redes y se consolidan comunidades de práctica.

De esta manera, los docentes necesitan ser formados y acompañados para emprender nuevas metodologías innovadoras, unas que desdibujen el trabajo en las aulas y respondan a los verdaderos fines educativos, porque la educación encierra un tesoro para contribuir a transformar el mundo para todos (Delors et al., 1997).

 

Por:

Mónica Andrea Mantilla Contreras

Líder del Centro de Investigación en Innovación Educativa

Coordinadora de la Maestría en Innovación Educativa

mmantillac@poligran.edu.co

 

Referencias:

Delors, J., Amagi, I., Carneiro, R., Chung, F., Geremek, B., Gorham, W., … & Nanzhao, Z. (1997). La educación encierra un tesoro: informe para la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo Veintiuno. UNESCO.

Fullan, M., Quinn, J., Drummy, M. & Gardner, M. (2020). “Education Reimagined; The Future of Learning”. A collaborative position paper between New Pedagogies for Deep Learning and Microsoft Education. http://aka.ms/HybridLearningPaper

Vásquez, M., Pérez Alfaro, M., Brechner, M., & Arias Ortiz, E. (2020). Hablemos de política educativa en América Latina y el Caribe 2. De la educación a distancia a la híbrida: 4 elementos clave para hacerla realidad. BID.

UNESCO. (2020). Impacto del Covid-19 en la educación. https://es.unesco.org/covid19/educationresponse

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