Ha pasado casi un siglo desde que Hans Selye indicara que no solo los agentes físicos causan elevación de las hormonas relacionadas con el estrés, sino que también las demandas sociales lo producen (Salamanca y Garavito, 2020). A partir de estas afirmaciones ha habido una creciente curiosidad por comprender no solo los factores causales, sino también los efectos de determinadas demandas sociales como las que produce trabajo en el ajuste individual, familiar, social y ocupacional en las personas, ya que según la primera encuesta sobre condiciones de salud y trabajo realizada en Colombia reflejo secuelas de estrés laboral entre el 20% y el 33% de los trabajadores (Astorquiza et al., 2020).
Aunque existen diferentes aproximaciones para comprender el estrés, una de las más aceptadas y difundidas en el campo organizacional es el modelo demanda-control propuesto a finales de la década de los 70 por Karasek, quien reconoce al estrés como una respuesta física y psicológica ocasionada por el desequilibrio entre las exigencias del ambiente y los recursos del individuo para afrontarlas (Cárdenas, et al., 2019).
Dentro de las demandas del ambiente laboral más estudiados Astorquiza et al. (2020) resaltan los generados por: Desempeño profesional, entendido como el grado de dificultad y las demandas propias del cargo; características de la administración, incluyendo elementos como tipos de liderazgo, delegación de responsabilidades, establecimiento de relaciones laborales, etc.; Organización y funciones, que abordan aspectos como desinformación, rumores, planificación deficiente, burocracia, etc.; Actividades como carga de trabajo excesiva, ritmos apresurados, actividades múltiples, etc.; el clima laboral, relacionado no solo con relaciones interpersonales sino también con el espacio físico de trabajo; y las variables empresariales, relacionadas con políticas de la empresa, los salarios, la estabilidad laboral, los beneficios adicionales entre otros.
Estas características laborales, no solo desequilibran el funcionamiento institucional, sino también generan cambios en el organismo del colaborador, comprometiendo sus recursos físicos, psicológicos y cognitivos (Cárdenas et al., 2019). Dentro de los cambios físicos Salamanca y Garavito (2020) han encontrado en trabajadores con altas cargas de estrés laboral, problemas digestivos, alopecia, migraña, tensión muscular; a nivel psicológico los trabajadores experimentan cambios en su pensamiento y en su estado anímico, acompañado generalmente de pensamientos negativos, preocupaciones, temores, angustias, preocupación excesiva por el futuro, sentimientos de tristeza e inutilidad, que interfieren en el sueño y en los hábitos alimenticios, agravando los síntomas y disminuyendo deterior funcional.
A nivel cognitivo Torres y Moya (2023) refieren principal afectación en las funciones ejecutivas, entendidas como capacidad permiten formular metas, realizar planes, tomar decisiones, controlar la conducta social entre otras. Por consiguiente Cárdenas et al. (2019) han resaltado el efecto negativo producido por el cortisol en el aprendizaje, la memoria, la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la flexibilidad mental, produciendo tiempos de trabajo prolongados, mayor agostamiento, disminución en la calidad de ejecución, en el incumplimiento de las tareas, fallos en el control de respuestas impulsivas, afectación en el control exploratorio de nueva información, deficiente manejo en la gestión emocional, así como alteraciones en la percepción de estímulos estresantes, el razonamiento y la toma de decisiones.
Por consiguiente Casteada et al., (2019) sugieren a las organizaciones controlar variables relacionadas con contenido, ambigüedad, rol promoción, remuneración, compensación, salarios y tipos de contratos ya que son los principales factores causales que desequilibran la relación entre las características del contexto laboral y el colaborador, así mismo recomiendan en el colaborador, mantener y cuidar una estructura sana de la personalidad, así como desarrollar estrategias de afrontamiento de calidad para su cuidado personal, ya que en conjunto con las características del medio constituyen factores protectores que mitigan la aparición de secuelas físicas, psicológicas y cognitivas asociadas con el estrés laboral (Torres y Moya, 2023).
Por:
Neuropsic. Manuel Fernando Díaz Bermeo
Docente e investigador
Centro de pensamiento talento humano y organizaciones saludables del Politécnico Grancolombiano
Mg. Neuropsicología clínica.
Esp. Evaluación y diagnostico neuropsicológico.
Psic.
Bibliografía:
Salamanca, S., y Garavito, Y. (2021). Análisis sistemático sobre estrés laboral en Colombia. Análisis Revista Colombiana de Humanidades, 53(99). DOI: https://doi.org/10.15332/21459169.6806
Astorquiza, B., Castillo, M., y Gómez, A. (2020). Estrés laboral en el mercado laboral: una aplicación de metodologías de medición difusa para el caso colombiano, Lecturas de Economía, (93). 189-214. DOI: https://doi.org/10.17533/udea.le.n93a339564
Cárdenas, L., Montoya, D., y Aguirre, D. (2019). Funciones frontales, condiciones laborales y estrés laboral: ¿mediación, moderación o efecto?. Psicología del Caribe, 29(2). 149-176. https://doi.org/10.14482/psdc.36.2.155.9
Torres, L., y Moya, J. (2023). Las funciones ejecutivas como factor de protección ante eventos vitales estresantes: una revisión sistemática. Revista clínica contemporánea, 14(1) 1-10. https://doi.org/10.5093/cc2023a1
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